Un grupo de populicultores de la provincia de Granada, bajo la coordinación de la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE), ha puesto en marcha una prueba piloto bajo un sistema agroforestal que combina, por primera vez en nuestro país, las choperas y el cáñamo de uso industrial. El objetivo es incrementar la rentabilidad de las choperas, en el marco del impulso que el proyecto europeo LIFE Wood for Future/Madera para el Futuro está llevando a cabo para revalorizar la madera de chopo como materia prima para la construcción sostenible.
Para ello, LIFE Madera para el Futuro, liderado por la Universidad de Granada y participado, entre otros, por la Diputación de Granada y COSE, ha financiado la siembra de ‘Cannabis sativa’ en 10 hectáreas de choperas propiedad de seis populicultores de la Vega del Genil y la cuenca del río Fardes, en la comarca del Altiplano.
El cáñamo se está sembrando ya entre las calles de chopos, se cosechará el próximo otoño y sus fibras vegetales se destinarán a la elaboración de material de construcción (adobe o ladrillos ecológicos) para la edificación bioclimática, si bien en futuras campañas, una vez que los populicultores se familiaricen con su manejo y obtengan fibras de mayor calidad, no se descarta su empleo en la industria textil para la fabricación de ropa sostenible.
Patricia Gómez Agrela, gerente de COSE, y Samuel Cerrudo Andújar, experto en permacultura, explican que ambas especies forman una asociación que les permite beneficiarse mutuamente de esta convivencia y, por otro lado, cultivarlas juntas incrementa la capacidad que ambas tienen por separado para descontaminar y regenerar el suelo, al extraer de la tierra metales pesados y otras sustancias tóxicas procedentes de productos fitosanitarios empleados en la agricultura y de aguas procedentes de depuradoras, haciéndolo más fértil para próximas campañas.
REGENERACIÓN DEL SUELO Y CAPTACIÓN DE CO2
Aunque existen otros sistemas agroforestales –por ejemplo, el cultivo conjunto de choperas y ajos o choperas y maíz–, el ‘Cannabis sativa’ industrial resulta especialmente adecuado porque se trata de una especie rústica, que se adapta a cualquier tipo de suelos; tolera muy bien el riego a manta con aguas residuales habitualmente empleado en las choperas de la Vega; y no se ve perjudicada por la sombra proyectada por los chopos, ya que lo que se persigue es el crecimiento de los tallos que contienen la fibra útil para la industria, y no sus hojas ni sus flores. Además, las raíces de los árboles y del cáñamo establecen una simbiosis en la que se intercambian nutrientes.
Gómez señala que este proyecto permitirá recuperar un cultivo que ya era tradicional en la provincia, a la vez que contribuye a la mejora del suelo y a la captura de CO2, en una de las áreas metropolitanas con peor calidad del aire de todo el país.
Respecto a sus objetivos económicos, el cultivo conjunto de un cultivo anual o bianual, como es el cáñamo, con otro de ciclo más largo, como el chopo –el turno de corta es de unos diez años– ayudará a los selvicultores a obtener ingresos complementarios de forma más estable con una especie muy resistente a las plagas, que requiere pocos cuidados y ningún abono.
El cáñamo industrial no es psicoactivo, ya que su porcentaje de tetrahidrocannabinol (THC) es muy bajo. Se trata de un material natural usado desde hace milenios y en los últimos años se ha recuperado su cultivo para diversos usos, como la fabricación de fibras y tejidos, materiales de construcción, bioplásticos, biocombustible y cosméticos.