En esta ocasión, el Campus ASOMA ha hecho un guiño a las casas pasivas, y ha confeccionado un programa en el cual se ha demostrado que las ventanas de madera son una solución ideal para cumplir el estándar Passivhaus.
Estas jornadas han sido patrocinadas por las empresas Carpintería IRIBARREN, Carpintería LLODIANA y SOUDAL Química Ibérica; todas ellas miembros de la Asociación.
El objetivo del estándar Passivhaus es el confort, basado en el mínimo esfuerzo energético. Un sistema activo de calefacción o refrigeración obtiene el mismo efecto, con mucho más gasto energético. El sistema pasivo, basado en disminuir las pérdidas de energía al mínimo, como un termo, es mucho más eficiente y contribuye a mantener un cierto confort en el interior (en España, el CTE marca para las casas de bajo consumo un límite de demanda energética de 15 kWh / a2m2 U y 10 W/m2 U).
Camino hacia una nueva directiva europea, que marca una reducción de la demanda energética de los edificios al 70% respecto al Código Técnico de la Edificación hasta 2020 (hasta 2018 en edificios públicos), parece claro que conviene preocuparse por la mejora de la envolvente y por el aumento del rendimiento de los mismos.
En concreto, fue el arquitecto y carpintero Wolfgang Berger, gerente de la empresa ARKIMO, quien explicó el vínculo del estándar Passivhaus con la ventana de madera.
La carpintería en una casa pasiva
La carpintería, como transmisora del calor y captadora de energía, es uno de los componentes cruciales de una casa pasiva. Para alcanzar un nivel óptimo de eficiencia energética, es importante una buena orientación de la casa, y por supuesto de sus ventanas. Tamaño y proporciones adecuados complementan una correcta predisposición del cerramiento a cumplir con el estándar Passivhaus, con la relatividad evidente que corresponde a cada zona geográfica donde sea construida la casa. El estándar no se limita a un determinado tipo de construcción.
«En una casa pasiva, la envolvente requiere un aislamiento térmico continuo, sin roturas, lo cual implica a las ventanas -explicó Wolfgang Berger-. Lo ideal es que la construcción quede libre de puentes térmicos. Y que se consiga la hermeticidad al aire: las infiltraciones no controladas generan pérdida de energía y también provocan patologías. Si la casa no es hermética, no será capaz de conservar el nivel de energía conveniente. El estándar admite un margen, lógicamente. Los registros dependen principalmente de los aislamientos y del control de calidad de la obra. Por ejemplo, un aislante mojado no funciona bien.»
El ponente defendió la ventilación controlada con recuperación de calor (doble flujo). Entre sus ventajas, este sistema garantiza:
• Más confort, continuamente aire fresco, filtrado
• Sin ruido, descanso plácido
• Sin condensaciones, sin moho
• Eliminación de olores, automáticamente
• Ahorro energético y ahorro económico
• Refrigeración suave
El estándar admite sistemas de enfriamiento complementarios como la ventilación y evaporación controladas, vegetación sobre la cubierta, etc.
La ventana de madera en el estándar Passivhaus:
«Si con la ventana consigo para la envolvente un plus que sirva para evitar pérdidas de energía, precisaremos para el edificio menos ganancias de energía -argumentó el arquitecto alemán-. Se trata de reducir el margen de ganancias, sobre todo en calefacción y refrigeración».
En este sentido, es determinante el Valor U + G del vidrio: La U de una ventana (grado de transmitancia térmica) tiene en cuenta la U del marco y su área, y también la U del vidrio y su área, así como el puente térmico que se produce en la unión de ambos elementos entre el marco y la pared. (En el CTE, en cambio, este último factor no es tenido en cuenta. En el estándar passivhaus el valor U de la ventana valora tanto la estanqueidad como la baja transmitancia térmica).
«Por todo ello, es de capital importancia el material con que está realizado el marco de la ventana -apuntó Wolfgang Berger-. La madera presenta un valor de aislamiento bajo (-0,15 W/mK) favoreciendo la reducción del puente térmico en la unión entre marco y vidrio».
Berger insistió en la importancia de una correcta colocación de las ventanas, «es muy importante aplicar el sistema de sellado apropiado y mantener cierta hermeticidad, tanto en la carpintería como en las juntas y en la instalación final del cerramiento».
La «única ventana verde»
José Palacios, gerente de ASOMA, defendió a la ventana de madera como la «única ventana verde». Y para ello, plasmó ante su auditorio un estudio comparativo sobre la eficiencia energética de tres ventanas, diseñadas y concebidas para actuar en idénticos escenarios, con perfilerías de madera, aluminio y pvc. «Podemos elegir consumir menos -señaló el ponente-. Al cabo de un año, la ventana de madera es la que menor pérdida energética ha causado a la estancia, y la que menos costes ha acumulado para su usuario.»
José Palacios también recorrió el ciclo de vida de una ventana de madera, remarcando que ésta es, en sí misma, un sumidero de carbono. «Cuanto más construyamos con madera, menos CO2 habrá en la atmósfera -afirmó-. Una ventana de madera es renovable y revalorizable. Los productos que vienen -concluyó- van íntimamente ligados a la eficiencia energética».
Infinitos acabados, larga durabilidad
Como complemento de las ponencias centradas en las sinergias de los cerramientos de madera con las casa pasivas y el estándar Passivhaus en particular, Juan José Hoyo, ingeniero de proyectos en AKZO NOBEL COATINGS, aclaró a los asistentes a estas jornadas de ASOMA en el País Vasco que hoy los barnices al agua garantizan a las ventanas de madera unas prestaciones máximas, con un mantenimiento mínimo.
«La carpintería de madera, conjuntamente con la variedad de acabados disponible, se adapta a todo tipo de construcciones; no sólo a las tradicionales -remarcó Juan José Hoyo-. Con los perfiles laminados podemos obtener diferencias estéticas entre el exterior y el interior, al variar las maderas. Asimismo, gracias a los acabados aplicados en fábrica podemos dar diferentes colores y tipos de acabado a una sola ventana».
Con todo, una ventana de madera es un elemento constructivo moderno, natural, renovable y eficaz para ahorrar energía, tanto en su fabricación como durante su vida en uso. Además, concede al arquitecto la personalización y la futura redecoración.
Los estándares actuales de durabilidad ofrecen en torno a los diez años de garantía, pudiéndose alcanzar los treinta años, mediante la contratación de un programa de mantenimiento.