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La deforestación es una elección política, pero no un objetivo

En 30 años, el planeta ha perdido 403 millones de hectáreas de bosque, principalmente en las zonas tropicales.

En 30 años, el planeta ha perdido 403 millones de hectáreas de bosque, principalmente en las zonas tropicales. La agricultura y la ganadería están en juego. Los sucesivos acuerdos y convenciones internacionales desde la cumbre de Río en 1992 para detener la deforestación no han tenido ningún efecto.

Si bien el Brasil ha adoptado una política voluntarista que frenó la deforestación en el Amazonas entre 2004 y 2012, las cifras han empezado a aumentar de nuevo. La deforestación no es inevitable, sino una elección. Ante esta elección, la comunidad internacional trata de debilitar, mediante la coacción, la política nacional.

Y lo que está en juego aumenta porque el cambio climático está empeorando la situación. Los artículos recientes destacan los bucles de retroalimentación que podrían conducir a transformaciones irreversibles que afectarán al continente e incluso al planeta en su conjunto.

¿POR QUÉ ESTOS FRACASOS?

¿Deberían salvarse los bosques? Esa no es la pregunta, responden dos ecologistas de la Unidad de Bosques y Sociedades, Plinio Sist y Claude García. Tan pronto como el objetivo es declarado públicamente, uno tiene que preguntarse por qué las políticas fallan. Si, a pesar de las declaraciones y los esfuerzos realizados, la deforestación continúa, es porque las estrategias siguen siendo ineficaces, los esfuerzos insuficientes, o las declaraciones huecas. La deforestación en el mundo de hoy es el resultado de las decisiones políticas, tomadas por las administraciones y los gobiernos que la utilizan como medio para otros fines.

La tala del bosque no es el principal objetivo del Sr. Bolsonaro, ni de nadie más. No es más que un medio en vista de los objetivos que esta administración y los implicados en la deforestación se fijaron, en vista del contexto nacional e internacional. Esta elección se ha hecho porque este gobierno no sabe o no puede hacer otra cosa.

La deforestación en el mundo de hoy es el resultado de las decisiones políticas, tomadas por las administraciones y los gobiernos que la utilizan como medio para otros fines

A pesar de la actual política nacional desfavorable, algunos territorios como Paragominas, detrás de los frentes de deforestación, siguen manteniendo, por medio de la consulta y no de la represión, el control de su deforestación en estrecha colaboración con todos los actores del territorio. La rehabilitación de las tierras degradadas para la agricultura y la ganadería es el siguiente paso para asegurar que estos territorios se desarrollen de manera sostenible. No se trata sólo de frenar la pérdida de bosques, sino de invertir la tendencia.

ACTUANDO A TODOS LOS NIVELES, PERO ACTUANDO DE FORMA DIFERENTE

Si queremos frenar o incluso invertir la tendencia actual, los dos científicos apelan. El objetivo: pensar en alternativas a la lucha armada que se lleva a cabo desde hace 30 años entre activistas y empresas, grandes donantes y países forestales, agricultores y silvicultores. ¿Cómo se puede hacer esto?

No existen soluciones que beneficien a todos, hay que imaginarlas

Creando nuevas asociaciones basadas en una mejor comprensión de los intereses y necesidades de cada uno. Luchando a diferentes escalas territoriales, nacionales e internacionales, porque cada una de ellas desempeña un papel importante y complementario. Iniciativas recientes – la Estrategia Nacional de Lucha contra la Deforestación Importada, el Pacto Verde para Europa, la Alianza para la Preservación de los Bosques Tropicales apoyada por las Naciones Unidas – apuntan en esta dirección.

Así pues, detener la deforestación, en un espíritu de solidaridad, es asunto de todos: países productores, países importadores, consumidores, políticos. No existen soluciones que beneficien a todos, hay que imaginarlas. Todavía es necesario saber cómo hacerlo.

La versión completa de la columna de opinión :