Además, a este profesional le gusta consultar a los clientes para conocer sus aspiraciones y necesidades. «Al ser incapaz de hablar con los caballos, que serían los verdaderos habitantes del lugar, me vi obligado a entablar un diálogo con aquellos que conocen y trabajan con los caballos».
En su proyecto, Castanheira, amante del pragmatismo, apuntaba que «somos funcionalistas, aunque sólo sea porque la arquitectura tiene que ser funcional, lo que nos obliga a serlo. Si no, estaremos condenados a la incomodidad, el absurdo y, finalmente, el ridículo».
Castanheira, en colaboración con su socia, Clara Bastai, proyectó en 2012 un edificio de madera estable con dos espacios cerrados, un sótano y un edificio social, también en madera.
Para el arquitecto luso, la estructura define el espacio y la función. El esqueleto del proyecto marca, obviamente, el edificio final porque, para Castanheira «cada elemento es estructura y espacio». En este caso, las actividades ecuestres se extienden más allá de las zonas interiores. Así, la construcción de Leça da Palmeira fue moldeada para crear terrazas donde se levantó un área de montar exterior, potreros, zonas de saltos y rutas para montar.
APASIONADO DE LA MADERA
El centro ecuestre resultante es funcional y cómodo, tal y como quería Castanheira. Los dos campos cubiertos de equitación, de diferentes tamaños, supusieron un interesante reto estructural debido a las grandes luces que requerían ambos espacios, lo que obligó al arquitecto a experimentar.
A Castanheira le fascina construir en madera. En octubre de 2001 publicó un artículo en el que explicaba por qué le gusta tanto este material. «No uso la madera por cuestiones de tradición, es porque me gusta. Me gusta su olor, el toque que da, su color natural y su textura. Me gusta trabajar con ella, exige rigor, ya que hay que pensar antes de cortar, pues luego no se puede enmendar».