La última adición al Distrito Diamond Exchange de Israel es la torre Amot Atrium, un edificio diseñado por el renombrado arquitecto Moshe Zur. Situado en Tel Aviv, presenta a quienes se aproximan a la ciudad una dinámica fachada rica en detalles. Con 158 metros de altura y 38 plantas dedicadas al comercio minorista, este rascacielos de cristal es el primero entre los de su clase en obtener la certificación LEED Platino en Israel. Cada una de las 43 plantas de la torre está formada por dos alas que rodean un espacio común central para los ascensores que son visibles desde el exterior.
El volumen del atrio orientado al norte se extiende a lo largo de toda la altura de la torre, permitiendo la entrada de una cantidad controlada de luz natural a los vestíbulos de las plantas. Esta disposición permite a los usuarios del edificio disfrutar de unas vistas espectaculares tanto mientras esperan el ascensor como mientras suben o bajan en él. La visibilidad del desplazamiento del ascensor añade dinamismo a la fachada de la torre cuando se la contempla desde el exterior.
Una extraordinaria escalera escultórica construida con madera de tulipwood estadounidense se sitúa en el impresionante vestíbulo de entrada de la torre diseñado por el arquitecto Oded Halaf partiendo de una idea principal: construir una escalera en forma de tornado, una pieza escultórica que confiera movimiento e interés al vestíbulo ortogonal revestido de vidrio en sus cuatro plantas de altura. La construcción era por lo tanto una tarea compleja, aparentemente imposible, que tenía que encargarse a un experto que, además de los conocimientos y la experiencia necesarios, tuviera también una inmensa creatividad.
Dada la complejidad del proyecto, Halaf recurrió a Tomer Gelfand, un maestro artesano especializado en aportar soluciones arquitectónicas a problemas de ingeniería. Tras heredar el estudio de su padre, fundado por éste en 1976, Gelfand ha acumulado una gran experiencia en la construcción de intrincados diseños en madera, acero inoxidable y cristal. Durante un período de 18 meses, desde el momento en que Halaf le presentó su boceto aproximado de la escalera, Gelfand realizó, supervisó y completó con éxito todas las fases de la construcción, convirtiendo el sueño de Halaf en realidad.
La sinuosa forma de la escultural escalera introduce fluidez en el interior del espacioso edificio
Según Gelfand, la estructura de la escalera está formada por dos partes convergentes: un esqueleto de metal y una cubierta escultórica construida en madera. Las dos piezas juntas se elevan como un expresivo tornado cuyo vórtice surge del suelo junto al mostrador de recepción y asciende hasta el entresuelo de la primera planta, a 14 metros de altura. El mostrador de recepción se concibió como el punto de inicio de la escultura de madera en espiral y está fabricado con la misma madera de tulipwood que la barandilla de la escalera. Para poder hacer realidad el proyecto, Gelfand ideó un sistema de perfiles de madera continuos que, a pesar de su apariencia fluida y flexible, son en realidad extremadamente rígidos y estables.
“La estructura completa está formada por la escalera en espiral y un elemento en forma de tornado, que parece surgir de las paredes reflectantes del vestíbulo de entrada. La escalera y el tornado se unen en la parte superior de la primera planta formando un balcón de formas curvas desde el que se puede contemplar el impresionante vestíbulo situado debajo. Encima del balcón se repite el mismo elemento curvo, culminando el proyecto y perfeccionando la intrincada composición”, comentó Gelfand.
Gelfand comenzó aplicando un escáner de resonancia magnética al esqueleto generando secciones transversales, cada una de ellas con un radio diferente que produjo una cantidad aparente infinita de arcos. Para poder manejar todo esto, Gelfand lo redujo a “arcos maestros”, obtenidos calculando la tolerancia a la flexión media de los perfiles de madera, parámetro que dictaba el radio y el ángulo de los “arcos maestros”.
Se cortaron un total de 9.000 metros lineales de tulipwood con una máquina CNC para crear el material para los arcos maestros, cada uno de ellos codificado y marcado para encajar con precisión en el conjunto total. Puesto que ni una sola de las piezas era intercambiable, hubo que efectuar previamente todas y cada una de las mediciones para asegurar el éxito de la instalación final. Por ejemplo, cada uno de los puntos de conexión entre los módulos se efectuó con un radio inverso; formando todos juntos una onda sinuosa que proporciona una transición sin fisuras.
Tanto Halaf como Gelfand eligieron el tulipwood estadounidense para el proyecto puesto que cumplía los requisitos necesarios referentes al color. También se tuvieron en cuenta el coste, el rendimiento y la trabajabilidad del material. En este proyecto se utilizaron un total de 120 metros cúbicos de tulipwood obtenidos de proveedores locales. Según Gelfand, la madera de tulipwood recién cortada presenta diversos colores naturales que podrían haber comprometido la calidad visual de la estructura. Para unificar el diseño se seleccionaron 12 tonos medios de color de las piezas de tulipwood que se aplicaron posteriormente a los módulos.
Por último, los perfiles codificados se llevaron al emplazamiento para finalmente montar el rompecabezas, un proceso de montaje extremadamente preciso y delicado de cuatro meses de duración que fue dirigido y supervisado por el mismo Gelfand. El resultado final encarna la paradoja de la creación contemporánea: lo que parece ser una creación artística fruto de la mano del hombre es en realidad el resultado del manejo de datos algorítmicos y el producto de un número incontable de piezas. Aparentemente arbitraria pero totalmente informatizada; una pieza natural potenciada por auténticos artistas contemporáneos de la tecnología.
“Hermosa en su estética y funcionalidad, la escalera es en realidad un balcón desde el que contemplar el vestíbulo que se extiende debajo. A pesar de que la estructura puede parecer flexible, en realidad es totalmente inamovible; una combinación de datos algorítmicos procesados y una labor artesana magistral para crear un resultado artístico inspirado en lo orgánico”, comenta Gelfand a modo de conclusión. “Esta pieza no pretende que su uso sea algo tan simple y funcional como recorrer un tramo de escaleras para ir de una planta a otra del edificio; se trata de una experiencia en sí misma en la que el usuario vive la escalera de manera diferente en cada escalón”.
La Amot Atrium Tower que alberga la escalera ha obtenido la certificación LEED Platinum que acredita que ha alcanzado el máximo nivel posible de sostenibilidad y eficiencia de recursos. Resulta por lo tanto acertado que su vestíbulo incluya un elemento orgánico. Trabajando con tulipwood, una madera relativamente ligera que además tiene una elevada relación resistencia/peso, Halaf y Gelfand han creado una impactante estructura que no solo es una obra de arte con su forma inusual, sino también un ejemplo de cómo el diseño altamente tecnológico se puede combinar con el trabajo tradicional de la madera para un uso moderno.
INFORMACION DEL PROYECTO:
Proyecto: Escalera en la Amot Atrium Tower
Ubicación: Tel Aviv, Israel
Arquitecto: Oded Halaf
Arquitectos responsables: Aviva Ben Ari y Daria Tsoy
Trabajos en madera: Tomer Gelfand
Ingeniero de construcción: Prof. Doron Shalev, Ingeniero Aeronáutico
Año de terminación: 2016
Especies: Tulipwood estadounidenses
Fotografías: Itay Sikolski – Numsix
EL TULIPWOOD ESTADOUNIDENSE (Liriodendron tulipifera)
El tulipwood estadounidense tiene una albura de color blanco cremoso que puede presentar vetas. El duramen varía de marrón amarillento claro a verde oliva. El tono verde del duramen tiende a oscurecerse con la exposición a la luz, adquiriendo un tono marrón. La fibra de la madera es recta y la textura de media a fina.
El tulipwood, una de las especies de frondosas estadounidenses más valorada y versátil, se utiliza ampliamente en la construcción, la fabricación de muebles y la carpintería interior. A pesar de ser relativamente ligero y blando, el tulipwood estadounidense tiene unas propiedades mecánicas excelentes y una muy elevada relación resistencia/peso, lo que le convierte en un material perfecto para la fabricación de vigas laminadas y estructuras.
El tulipwood se pinta o tiñe con frecuencia, pero cada vez es más frecuente utilizar acabados naturales que permiten mostrar sus interesantes variaciones de tono y veteado.
AMERICAN HARDWOOD EXPORT COUNCIL (AHEC)
AHEC dirige un programa mundial para la promoción de la madera de frondosas de EE.UU. en más de 50 mercados de exportación, centrando su actividad en proporcionar a arquitectos, diseñadores, importadores y consumidores, información técnica sobre esta amplia gama de especies, productos y sus fuentes de suministro.
Además AHEC edita una amplia gama de publicaciones técnicas disponibles gratuitamente.