El objetivo del suelo radiante es alcanzar en la estancia una temperatura de confort. «Estamos climatizando, no calefactando -señaló durante su ponencia en las jornadas sobre Madera para la Arquitectura Sostenible, organizadas por AEIM (Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera), FEIM (Federación Española de Industrias de la Madera) y la FEPM (Federación Española del Pavimento de Madera) en el Salón Monográfico de la Madera en la Arquitectura (en Construtec) el representante de Uponor, Iván Rogelio Castaño-. Podemos influir en la temperatura que siente el cuerpo, aquella que resulta del equilibrio entre la temperatura del aire y la temperatura media radiante que emite el sistema de calefacción. Si sólo cambiásemos la temperatura del aire mediante radiadores o aire acondicionado, la temperatura ambiente rápidamente volvería a su ser».
«El pavimento de madera, ya sea tarima clavada, suelo flotante o pegado, se complementa perfectamente con la calefacción radiante -aseguró Juan Urbiztondo Arauzo, representante de la FEPM en la jornada-. Con este sistema ahorramos altura (aspecto importante: en obras de reforma estamos a menudo limitados en este sentido). Con el sistema mini es posible incluso conservar el suelo original, sin necesidad de retirarlo.»
La calefacción invisible transmite el calor mediante el flujo de agua caliente en difusores instalados bajo el pavimento. Es compatible con sistemas de generación de energía renovable, como por ejemplo la geotermia. El sistema se puede regular mediante termostato y se puede controlar gobernando los cabezales de la red de agua caliente. Una sonda mide las temperaturas del suelo y del exterior.
«El instalador del pavimento de madera tiene la responsabilidad de verificar que el proyecto se corresponde con lo previsto -advierte Urbiztondo-. El sistema funciona perfectamente, pero es fundamental hacer las cosas bien. Ningún suelo de madera, realizando correctamente la instalación, incumple la normativa vigente». Habitualmente el suelo de madera se instala pegado a la solera con adhesivos, con apoyo continuo sin pegar al soporte o sobre rastreles, sin apoyo continuo (ver Norma UNE 56-810 sobre Suelos de Madera, Colocación y Especificaciones).
«La madera es un buen aislante -añade Iván Rogelio Castaño, de Uponor-, pero no está incapacitada para admitir sistemas de calefacción radiante. La conductividad solera+pavimento es más que aceptable». «Si sumamos la calefacción invisible al suelo de madera ganamos aún más en confort -concluye Juan Urbiztondo-. Obtendremos una cámara climática excelente».