La Mancha se caracteriza por sus conocidos molinos de viento; los que Don Quijote se pensaba que eran gigantes. Unos molinos que están muy bien cuidados, entre otros, por Vicente Casero Flores y Juan Bautista, quienes llevan años trabajando en la rehabilitación y el mantenimiento de la madera de dichas infraestructuras.
Casero se dedica a la carpintería tradicional, especializándose en la restauración y construcción de los molinos de viento. Fue hace más de 20 años cuando fue consciente del estado de abandono en el que se encontraban muchos de los molinos de La Mancha, pese a ser un reclamo turístico y un distintivo de la región. Por eso y por la falta de sucesión de los últimos carpinteros dedicados a los molinos, este ciudadrealeño se lanzó a la aventura.
Así, gracias a la escuela taller «Molinos de Viento», realizada en Campo de Criptana, Vicente pudo conocer a fondo los secretos de los nueve molinos de la localidad, logrando especializarse en la materia.
“En el trabajo de la restauración de molinos es de vital importancia un conocimiento exhaustivo de las técnicas de carpintería tradicionales, así como unos sólidos conocimientos de la historia de los molinos y su maquinaria”, explica Casero, quien llegó a construir un molino de viento de nueva planta en el municipio de Villarobledo.
Desde que se formara en la materia, Vicente ha desarrollado un gran curriculum, siendo profesor en varios talleres de empleo de la provincia de Ciudad Real y Toledo, la gran mayoría de ellos relacionados con la restauración de los molinos de viento. En uno de ellos llegó a ser el profesor de Juan Bautista, quien más tarde sería su socio.
En su dilatada trayectoria profesional, este carpintero ha realizado trabajos muy destacados. Entre ellos, además del molino de Villarobledo, la restauración integral del molino de viento “Pechuga”, en El Romeral, con maquinaria original del siglo XVII, así como la construcción de la maquinaria de limpia; la restauración integral del molino de viento “La Unión”, en Camuñas, con maquinaria original del siglo XVII; o la construcción y colocación de una réplica de la maquinaria de molienda de un molino de viento tradicional en el Museo del Quijote, de Ciudad Real.
LA BÓVEDA FECIT
Por su parte, Juan Bautista es el propietario de La Bóveda Fecit, que está especializada en la construcción y restauración de estructuras de molinos de viento manchegos. Bautista, además de ser un especialista en la restauración de molinos de viento, destaca por su fidelidad a la utilización del mismo tipo de madera, en este caso la del pino de Cuenca. Para realizar su trabajo, utiliza muchas herramientas tradicionales y siempre le gusta realizar un estudio previo para conocer qué madera era la tradicional en cada caso, respetando siempre la identidad del elemento.
Bautista comenzó su formación a los 16 años en la Escuela Taller Molinos de Viento de Campo de Criptana, durante un periodo de dos años en los que rehabilitaron la maquinaria del siglo XVI de un molino de viento. Desde ese momento, siguió vinculado al sector y continuó en una formación continua para especializarse en molinos de viento.
Entre sus trabajos destaca la rehabilitación de cinco molinos con maquinaria original, de los nueve existentes en toda La Mancha, para devolverles su funcionalidad y puesta en marcha de los mismos, ejerciendo también el oficio de Molinero. Algunos pueblos en los que ha rehabilitado molinos, dentro y fuera de La Mancha, son: Campo de Criptana, Consuegra, Mota del Cuervo, Quero, Camuñas, Pinarejo, Baños de la Encina, Malanquilla, Las Ventas con Peña Aguilera, Villamayor de Santiago, Los Yébenes, El Romeral, Moral de Calatrava, Zafra del Záncara, Urda, Tembleque, Alcázar de San Juan y en el casco antiguo de Ibiza.
“Más allá del mero hecho económico o de negocio, soy castellano-manchego y el arreglo de molinos de viento, que es el emblema de la región, por lo que somos conocidos a nivel mundial, para mí es un orgullo”, afirma Bautista.