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Francisco Luis Martos: Un maestro en la restauración de los artesonados

Francisco Luis Martos Sánchez es uno de los más destacados maestros de la carpintería de armar que ejercen el oficio en nuestro país. Aprendió sus bases de otros maestros carpinteros de su familia, aunque fue fundamental para él tener que enfrentarse a la recuperación de un artesonado, entrar en contacto con Enrique Nuere y seguir desde entonces investigando y aprendiendo con cada nuevo trabajo, contribuyendo así a mantener vivo un oficio que encontró casi extinto. De hecho, aunque su actividad principal es el diseño y construcción de nuevas armaduras de cubiertas, principalmente para casas particulares, palacios, hoteles, etc., la complementa desde sus inicios con la labor que más disfruta, por el aprendizaje continuo que implica: la restauración de artesonados.

Este maestro carpintero domina magistralmente no sólo las técnicas de la talla, la taracea, las técnicas tradicionales de ensamblado, como los apeinazados, o el diseño y la ejecución de mocárabes y de los trazados geométricos que componen estas estructuras, sino que se ocupa él mismo además de los acabados propios de las mismas, como son los dorados, los estofados y la policromía.

En su trayectoria ha primado siempre la calidad técnica. Su continuación en diseño, forma, materiales y técnica del oficio tradicional de carpintero de lo blanco ha implicado también un importante esfuerzo de actualización del mismo, adaptándolo a los mercados local e internacional y haciéndolo competitivo en las presentes circunstancias. Prueba de ello es que ha construido más de 80 nuevos artesonados y que la exportación supone ya el 50% de sus trabajos, lo que le llevó a fundar en 2006 una delegación en el barrio de Beverly Hills, en Los Ángeles, California.

Otro de los aspectos relevantes de su trabajo desde el punto de vista actual es su especial atención y compromiso con el medio ambiente y la gestión de residuos. Francisco Luis Martos utiliza únicamente maderas con certificados de sostenibilidad o, en su caso, maderas recicladas de derribo y barnices al agua y pigmentos naturales que son respetuosos con el medio ambiente.

Además de ello, trabaja activamente para la difusión de todo el saber que ha ido acumulando, formando a aprendices en su taller e impartiendo charlas, cursos y talleres prácticos por toda la geografía española.

PROCESO DE ELABORACIÓN DE UN ARTESONADO

Para realizar un artesonado, sea del tipo que sea, la precisión debe estar presente desde el momento en el que se detallan los ángulos de corte, las medidas y los agramilados de cada pieza. Cualquier desviación, por milimétrica que fuera, se vería multiplicada por el gran número de piezas que componen cada armadura, llevando a desviaciones inasumibles.

Tras tener las piezas semielaboradas gracias a los formones, serruchos e ingleteadoras, se procede a realizar los encuentros de las mismas, es decir, se trazan las boquillas, las espigas y los cortes, siguiendo el método tradicional de trazado de la carpintería de lo blanco y de la lacería.

Además de todos los trabajos que ha realizado para particulares de todo el mundo, Francisco Luis ha construido algunos especialmente representativos tales como los alfarjes del patio del Alcázar de Toledo (2005-06), los artesonados del Palacio de los Condes de Guadiana de Úbeda, reconvertido en hotel (2012), y un artesonado de casetones mudéjares para el Museo de la Memoria de Andalucía, Granada (2008-2009), entre otros.

El proceso de dorado de las piezas que componen los artesonados es laborioso y minucioso. En primer lugar, se aplican varias capas, unas cinco, de estuco de yeso y se lijan con distintos granos hasta dejar la superficie perfectamente pulida. Tras aplicar una mano de cola de conejo diluida en agua, que limpia cualquier resto de polvo y que permite que se adhieran las siguientes capas, se superpone bol en toda la superficie del estuco.

Francisco Luis Martos Sánchez realizó, entre otros muchos, un artesonado de casetones mudéjares para el Museo de la Memoria de Andalucía

Este último está formado por una arcilla muy fina de color rojizo que ha de frotarse con un pincel con cerdas muy duras y cortas, llamado perrillo. A continuación, se coloca el pan de oro aplicando otra mezcla de agua, cola y alcohol y, unas horas más tarde, con una piedra de ágata, se frota suavemente el oro para bruñirlo y que tome más brillo. Para protegerlo, se puede utilizar goma laca blanca o laca zapón para metales.

Si se quiere estofar, se debe preparar, con pigmento natural muy machacado y cola de conejo o yema de huevo, una mezcla. Se aplica entonces una capa de esta mezcla sobre el oro. Cuando está algo seca, se comienza a dibujar sobre ella con la punta de madera de un pincel. Al hacer presión con el pincel, va retirándose el pigmento y apareciendo el oro que hay debajo, quedando así resaltado el motivo dibujado.

Francisco Luis, además del aprendizaje de su oficio, comenzó a estudiar Bellas Artes. Esta formación le ha ayudado a poder ir más allá y trabajar él mismo en la decoración de las estructuras que construye. Para policromar la madera es necesario un proceso de preparación similar al del dorado, que pasa por la aplicación y el lijado de varias manos de estuco.

A continuación Francisco Luis prepara sus propias mezclas, utilizando siempre pigmentos naturales, aglutinados con yema de huevo o cola caliente, y procede a pintar las piezas. Una vez terminada la pintura, se puede aplicar goma laca y una mano de cera.

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