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El Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal cumple 40 años

El Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (ICMC) celebró el 8 de junio el 40 aniversario de su creación, cuatro décadas de trayectoria marcadas por su compromiso con el progreso del sector forestal de Extremadura.

Su historia comienza en 1984 cuando la Junta de Extremadura creó el Instituto de Promoción del Corcho (IPROCOR), con el objetivo de promocionar el sector corchero extremeño, desarrollando una labor investigadora que hasta ese momento había sido mínima, tal y como se indicaba en la exposición de motivos de la propia ley de creación del centro.

Diez años más tarde, IPROCOR pasa a denominarse Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (ICMC), ampliando así su ámbito de actuación a estos dos nuevos sectores, formando parte en la actualidad del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX).

Su vocación es proteger y conservar dehesas y montes e impulsar industrias como la corchera y la carbonera, vinculadas a estos ecosistemas, a través de la investigación, la prestación de servicios, la transferencia de conocimiento y la formación.

CUATRO DÉCADAS DE AVANCES

Durante estas cuatro décadas, más de 130 personas han formato parte en algún momento de la historia del centro. Gracias a su labor y al apoyo del propio sector, el Instituto ha sido testigo y parte de su avance.

Desde su nacimiento ha contribuido a regenerar los ecosistemas más preciados, destacando la financiación de repoblaciones de alcornoque a finales de los años 80 y una multitud de trabajos científicos y técnicos relacionados con la propia técnica de repoblación que llegan hasta nuestros días.

En este tiempo, se ha avanzado significativamente en el conocimiento de las enfermedades y plagas que afectan a dehesas y montes. Los proyectos del centro han permitido conocer mejor el comportamiento de la enfermedad de la seca o de la culebrilla del corcho, avanzando así en su control.

En esta línea, se está trabajando ya en el estudio de una plaga emergente, los sésidos, que también afecta a encinas y alcornoques.

Por otro lado, los estudios de calidad de corcho han permitido, entre otras cosas, trazar un mapa sobre la calidad del corcho de los alcornocales extremeños. Esta información es utilizada para determinar los factores que influyen en ella y así poder mejorarla, ensayando prácticas selvícolas y de gestión adecuadas, que han trasladado al sector para su implementación.

Este trabajo de calidad se apoya en el Plan de Calas, servicio que el Instituto presta desde 1985 y que ha dado lugar además a una colección de más de 60.000 muestras de corcho conservadas en la suberoteca del centro.

El ICMC ha apostado también por la implementación de tecnologías innovadoras tanto en campo como en la industria, con el impulso en los últimos años la digitalización en los dos ámbitos. Uno de los frutos de esta línea es el diseño de dos herramientas que permiten mecanizar parte del descorche, tenazas electromecánicas y palanca tecnológica, registradas como modelo de utilidad.

La apuesta por la innovación tecnológica ha llegado también a la industria, integrando las energías renovables en sus procesos productivos. Destaca el estudio de prototipos solares para optimizar energéticamente el proceso de cocción de corcho en la industria preparadora.

Su labor lo ha convertido en un centro de referencia, no solo para el sector, también para otras entidades que han contado con la experiencia de sus técnicos. Sobresalen su participación en la elaboración del primer sistema de certificación para empresas del corcho (SYSTECODE), aún vigente, y sus aportaciones a los Códigos Internacionales de Prácticas Taponeras y Prácticas Suberícolas. También su presencia en los principales organismos de normalización, como son UNE e ISO.

Cada uno de estos avances se ha compartido con propietarios, gestores, empresas, industrias y administraciones, para dar respuesta a sus necesidades e intereses, a través de una actividad de transferencia de conocimiento que representa el objetivo de la investigación. También la ciudadanía ha sido partícipe del trabajo del Instituto, superando así la barrera científico-técnica para llegar a un público preocupado por su entorno.

El desafío ahora es afianzar su compromiso con todos ellos, reforzando el camino ya andado y anticipando escenarios futuros. Con recursos renovados y personal altamente cualificado, el ICMC asumirá nuevos retos que, sin duda, le ayudarán a seguir creciendo.

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