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España solo aprovecha un 40% de biomasa forestal

La biomasa es la fuente de energía autóctona más importante en Europa desde 2016.

El sector forestal debería ser uno de los motores del desarrollo económico y sociolaboral del medio rural en un país en el que la superficie forestal representa más del 55% de superficie, casi un 30% de la cual es arbolada.

La biomasa es la fuente de energía autóctona más importante en Europa desde 2016, por delante de los combustibles fósiles. La biomasa, como recurso energético, y los aprovechamientos forestales de la industria del sector de transformación constituyen dos agentes dinamizadores de la economía rural con claras ventajas complementarias en los procesos de descarbonización, del cumplimiento de objetivos de economía circular y, sobre todo, en la defensa contra los incendios forestales y el fortalecimiento de nuestros bosques. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), la biomasa y los residuos supusieron, en 2020, el 19,1% del total (4.541 GWh), muy por debajo de los objetivos.

Miguel Soriano, vocal del Comité de Asuntos Rurales del Instituto de Ingeniería de España afirma que “en un país como el nuestro, con un marcado carácter forestal en gran parte de su territorio, coincidente con áreas rurales, el aprovechamiento de los recursos maderables para biomasa como fuente energética puede contribuir a fomentar el desarrollo de una economía rural con claras ventajas complementarias en los procesos de descarbonización, del cumplimiento de objetivos de economía circular y, sobre todo, en la defensa contra las incendios forestales y el fortalecimiento de nuestros bosques.”

Para ello, España necesita desarrollar una gestión forestal de los montes que permita movilizar más biomasa de la manera más eficiente. La movilización de estos recursos renovables de una manera sostenible contribuirá a alcanzar los objetivos 2030-2050 de la UE, a la independencia energética, la reducción del riesgo de grandes incendios y la generación de empleo de calidad y un tejido empresarial en zonas rurales. “Es relevante que, por parte de la UE, se considere la importancia del aprovechamiento de la biomasa forestal en un país como el nuestro, en el que los ratios de su utilización están muy por debajo de los europeos y, en esencia, de los que una gestión sostenible permitiría alcanzar, así como el desarrollo de medidas necesarias para mejorar las condiciones de la gestión forestal actual.”, explica el experto.

Cada año, la biomasa forestal aumenta en 46 millones de m3, de los que España solo aprovecha un 40%, por debajo de la media europea (61%). Su aprovechamiento por medio de la gestión forestal sostenible reduce el riesgo y la virulencia de los incendios forestales y proporciona una fuente de energía soberana. Además, si se centran los esfuerzos en los próximos años, tal y como recomiendan los expertos, la biomasa podría aumentar en 12 millones de m3 de forma anual, sosteniblemente, gracias al gigantesco stock de madera, lo que implicaría la creación de 12.000 puestos de empleo y la sustitución equivalente de 25 millones de barriles de petróleo y 9 millones de CO2 no emitidas.

España ocupa el puesto 22 de 27 en cuanto a la proporción de energía eléctrica producida con biocombustibles sólidos. La producción de biocombustibles sólidos es de 8,1 millones de toneladas de materia seca/año, con un 56% de dicha producción procedente de astillas, 19% de leña, 10% de orujillo y 7% de pellets.

Pero, actualmente hay dos factores que amenazan el sector de la biomasa. Por un lado, la falta de operarios cualificados para el aprovechamiento forestal mecanizado. Por otro, la paralización de la nueva Directiva Europea de Renovables, RED III, que considera la defensa de la Gestión forestal sostenible como solución integradora, que evitaría grandes incendios forestales, aumentaría la capacidad de absorción de CO2 en los montes y permitiría movilizar la biomasa acumulada, con beneficios socioeconómicos con un impacto muy positivo para el reto demográfico. Los expertos también destacan la necesidad de incorporar la planificación y optimización de los aprovechamientos a la ingeniería y a la ciencia forestal en España.