Los propietarios forestales murcianos, en un ejercicio de tenacidad, han incorporado a su gestión, el aprovechamiento de la biomasa forestal que generan sus montes.
Todo lo que se haga en torno al monte mediterráneo y su área limítrofe son experiencias interesantes, porque no es un monte productivo en el sentido tradicional.
¿Cómo gestionar una masa forestal donde la madera hoy apenas tiene valor?
La gestión del monte mediterráneo pasa por el aprovechamiento de la biomasa forestal y de otros productos forestales. El movimiento asociativo ha sido clave para poner en marcha las primeras experiencias de este tipo.
Gestionar la biomasa forestal es una labor más para un auténtico selvicultor activo
Un proyecto europeo animó a los propietarios privados murcianos a estudiar el terreno y el mercado. “A pesar de la pasividad demostrada por la Administración, los propietarios forestales murcianos decidimos realizar un estudio de las prestaciones de la biomasa de nuestros montes –explica Francisco Carreño, presidente de PROFOMUR (Asociación de Propietarios Forestales de la Región de Murcia) y también de COSE (Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España)-. Hemos creado un clúster de la biomasa, el cual se ha mostrado como una herramienta interesante para avanzar y hacer cosas”.
Por ejemplo, el clúster ha servido para agrupar varias explotaciones forestales en una unidad de gestión. De forma aislada, cada finca no habría podido realizar un estudio del mercado ni se habría tenido en consideración en el desarrollo del citado proyecto europeo. Juntos han determinado las labores forestales a realizar (aclareos, podas, cortafuegos…), y han calculado la biomasa forestal que éstas generaban.
La regulación normativa puede ser una barrera de entrada para gestionar este aprovechamiento
“Gestionar la biomasa forestal implica completar la actividad en el medio –observa el Presidente de COSE-. Es una acción ineludible si de verdad queremos practicar una economía circular. Por otra parte, viene a impulsar nuestra reivindicación de un selvicultor activo; que complete dicha economía con los aprovechamientos de biomasa, y dando un mayor sentido a la gestión de su propiedad”.
Como una labor más, aunque particularmente importante, el aprovechamiento de la biomasa forestal contribuye a fijar la población en el mundo rural. Bien enfocado, puede desembocar incluso en la autonomía energética de un municipio o una comarca. La biomasa, por ejemplo, puede abastecer a los invernaderos de flores, que utilizan gasoil en invierno para acondicionar sus instalaciones.
“Es un reto épico, heroico, contrarrestar tantos planteamientos que tenemos que reconducir. Si no, es imposible –concluye Francisco Carreño”. Los márgenes son muy estrechos, y el modelo socioeconómico planteado es frágil. La regulación normativa es esencial para favorecer o para imposibilitar este tipo de actividades en el monte”.
Si la regulación es muy estricta, poco se puede hacer. Y se refiere, por ejemplo, a las limitaciones conservacionistas del territorio, o a la duración de la temporada o el tiempo que es posible trabajar en las fincas (por ejemplo, no está permitido durante los períodos de tipificación o riesgo de incendio).
El pasillo es muy estrecho. Es urgente demostrar a la sociedad que hay razones de índole económica, social y medioambiental para apoyar el desarrollo de la biomasa forestal. La posición de los políticos es también fundamental. Si estamos decididos a apostar por esto o no, corre a cuenta de todos, sin excepción.