Los factores que han originado la situación de riesgo actual en el ámbito mediterráneo son conocidos y relativos al contexto socioeconómico, al estado del medio natural y al cambio climático. El abandono de la actividad agrícola extensiva por falta de rentabilidad y de otros usos tradicionales del monte como la recogida de leña y el pastoreo extensivo han condicionado de forma manifiesta la realidad actual de las áreas rurales, sometidas a la falta de los cuidados necesarios. Los cambios en la distribución de la población y su relación con el territorio y el paisaje es otro factor determinante, así como una ordenación territorial que no considera el riesgo de incendios.
Esa falta de gestión forestal está motivando un aumento de la superficie forestal de una forma caótica lo que supone una acumulación de combustible perversa que unida a la climatología adversa que vamos a sufrir provoca que cualquier ignición pueda acabar en un drama ecológico, económico y social.
Se prevé una fuerte subida de las temperaturas a partir del miércoles en toda España, excepto en el área cantábrica y buena parte de Galicia, esperándose ya ese día temperaturas alrededor de los 40ºC en zonas de los valles del sur peninsular, superándose los 35ºC en gran parte del resto del sur y centro peninsular y en zonas de Baleares.
El jueves se observará un ascenso de temperaturas en el este peninsular y en Baleares, manteniéndose con pocos cambios en el resto, con lo cual es probable que se superen los 40ºC en las mismas zonas del día anterior y además en el interior del nordeste peninsular y puntos del interior de Mallorca.
Los días de mayor intensidad de esta ola de calor se darán probablemente entre el viernes y el domingo, cuando las temperaturas superarán los 40ºC en amplias zonas de la mitad sur, este y centro de la Península y en puntos de Baleares, incluso es probable que se alcancen o superen los 42ºC en los valles del Tajo, Guadiana y Guadalquivir, sin descartar que se superen los 44ºC en algunos puntos, sobre todo de la mitad sur peninsular, y los 35ºC en prácticamente el resto, salvo en el Cantábrico y noroeste de Galicia. El intenso calor no se dará solo por el día, sino que AEMET prevé que en las zonas con temperaturas máximas muy altas, los termómetros pueden alcanzar los 24ºC o 25ºC en horario nocturno.
Todo ello provocará que los mapas de riesgo de incendios forestales estén en rojo intenso durante toda la semana. Cierto es que la Península Ibérica ha estado teniendo, hasta la fecha, un verano con una meteorología relativamente favorable que ha supuesto que en los primeros siete meses de este año hayan ardido algo más de 40.000 hectáreas de superficie forestal a 1 de agosto. Este dato está un 20% por debajo de la media del último decenio en superficie afectada. No obstante, debemos advertir del gran peligro que existe en lo queda de mes de agosto, pudiendo suceder algo similar a lo ocurrido en países de la región mediterránea como Turquía y Grecia.
En lo que va de año se han registrado 14 grandes incendios de más de 500 hectáreas, el último de ellos el ocurrido en El Tiemblo (Ávila). El mayor en cuanto a superficie quemada ha sido el de Arico (Santa Cruz de Tenerife), declarado el 20 de mayo y que quemó unas 3.000 hectáreas.
Pero la meteorología no deja de ser un factor que se escapa de nuestro poder de actuación y llegada la primera ola de calor del año hay que estar en constante alerta porque hemos hecho muy poco en materia preventiva.
Las políticas preventivas tienen que ganar peso y tienen que ser vistas como una inversión. Se trata de política forestal, de planificación y ejecución de proyectos, con inversiones continuadas e importantes en la gestión de los montes. Áreas cortafuegos, quemas prescritas, tratamientos selvícolas perimetrales, sensibilización… y así hasta un largo etcétera, son medidas que sugieren los profesionales que se enfrentan año tras año a estos monstruos de la naturaleza. Estos profesionales exigen una vez más ser escuchados y que sus reclamaciones sean tenidas en cuenta.
La continuidad de esta ola de calor junto con la baja humedad relativa del aire y la gran cantidad de vegetación que hay en nuestros montes, pueden provocar incendios muy intensos y catástrofes de grandes dimensiones a pesar de las abundantes lluvias caídas este pasado invierno y primavera.
A la coctelera hemos de añadir, además del abandono de nuestros bosques, la crisis que atraviesa el mundo rural actual que comporta la pérdida de aprovechamientos tradicionales del monte (recogida de leñas, pastoreo extensivo…) de la capacidad de detección y extinción inmediata por parte de la población rural, pérdida de caminos rurales al invadirlos la maleza, conocimiento del territorio, etc.
Atacar pronto un fuego es fundamental para que no alcance grandes proporciones y se convierta en una catástrofe medioambiental. Por eso, la mejor manera de combatir los incendios forestales a estas alturas del año es evitar que se produzcan mediante la prevención y vigilancia. Es responsabilidad de todos evitar actuaciones negligentes o peligrosas que puedan provocar incendios forestales.
En caso de emergencia hay que avisar al 112 inmediatamente y en caso de verse sorprendido por incendio se aconseja no penetrar en el monte e ir siempre por zonas de gran visibilidad y libres de combustible. Conocer algunas pautas de autoprotección, ayuda a tomar decisiones que pueden favorecer la seguridad de las personas.
Los recientes incendios en el área mediterránea han sido sólo un aviso de lo que puede suceder. Las posibles medidas de atenuación del riesgo no han tenido el apoyo necesario ni adecuado, que una parte tan importante de nuestro país precisa de forma estable y permanente.
Es el momento de que la sociedad se implique de forma activa para evitar por todos los medios que el 96% de los incendios que nosotros provocamos no sucedan de ninguna forma, y los que de forma natural se produzcan, se extingan a la mayor rapidez.
Raúl de la Calle Santillana, Secretario General del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales