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España es uno de los países más expuestos a incendios de toda Europa este verano

La llegada del verano trae consigo la puesta en marcha de planes de acción de las diferentes Comunidades Autónomas ante uno de los principales riesgos que conllevan las altas temperaturas de nuestro país: los incendios.

A pesar de que el verano que ahora comienza será excepcional en lo que se refiere a las tendencias turísticas, el Centro Europeo de Predicción a Plazo Medio (CEPPM/ECMWF) predijo hace unos días un verano más cálido de lo habitual en gran parte del país, siguiendo la tendencia de los últimos años, con anomalías de temperaturas que podrían ser hasta 1ºC superiores a la media. Así, el problema de los incendios es un asunto acuciante en España y con un futuro poco alentador: según el informe de Oliver Wyman “The Burning Issue”, las condiciones de nuestro país lo sitúan entre aquellos con mayor riesgo de incendios de toda Europa.

El gasto anual de España en el control de incendios, junto con otros territorios del sur de Europa, alcanza una media de 2.500 millones de euros

Una situación alarmante si tenemos en cuenta las cuestiones medioambientales y económicas que esto genera. Sólo en 2017, se quemaron alrededor de 800.000 hectáreas entre España, Portugal e Italia. Si añadimos a Grecia y a Francia a este grupo, el gasto en control de fuegos asciende a 2.500 millones de euros al año.

En los últimos años hemos sido testigos de cuantiosas pérdidas económicas causadas por los incendios, cifras sin precedentes. Por ejemplo, en Europa se estima que los incendios forestales han causado pérdidas de alrededor de 54.000 millones de euros entre 2000 y 2017.

En 2017, entre España, Portugal e Italia se quemaron alrededor de 800.000 hectáreas

Según los datos disponibles, estos gastos, que son asumidos en gran parte por el sector público, están aumentando. Se trata de cifras que pueden llegar a ser insostenibles si continúan las tendencias actuales, ya que muchos gobiernos están cayendo en la trampa de destinar la mayor parte de sus fondos a paliar los daños, en vez de llevar a cabo planes de prevención efectivos, que ayuden a reducir los riesgos en un futuro.

Esta situación se está agravando de tal forma que incluso en zonas donde no están acostumbrados a ello, como en el norte de Europa, la superficie quemada en 2018 fue 200 veces mayor que en el año anterior.

En términos de sostenibilidad medioambiental, los incendios forestales son también una fuente significativa de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que contribuye de sobremanera al cambio climático, que, a su vez, aumenta la probabilidad de que se den condiciones calurosas y secas en las que prospere el fuego, provocando que las temporadas de incendios se prolonguen en todo el mundo.

LA EXPANSIÓN URBANA, UN CLARO AGRAVANTE

Las causas por las cuales se producen este tipo de catástrofes son muy variadas. Ya hemos mencionado el cambio climático y el aumento de las temperaturas, pero también hay que tener en cuenta otro tipo de agravantes como el aumento demográfico y la expansión urbana.

El crecimiento de las ciudades está provocando que las construcciones se expandan hacia zonas silvestres, exponiendo a la gente a espacios mucho más propensos al fuego, donde su actividad puede generar un mayor riesgo. Este es el caso de algunos países europeos, en los que la mayoría de incendios son provocados por la acción humana, a raíz de causas que incluyen vehículos abandonados, quema de escombros, cigarrillos mal apagados y fogatas desatendidas.

 La ralentización del crecimiento demográfico en España puede ser clave para la mitigación de estas catástrofes

Por otro lado, se espera que gran parte de esta expansión ocurra en los países en vías de desarrollo como China, India y África, donde existen notables áreas propensas a los incendios. Incluso en las regiones desarrolladas donde la exposición ya es alta, se espera que las construcciones aumenten significativamente.

En cuanto a España, la ralentización del crecimiento demográfico que estamos viviendo, si bien genera problemas en otros aspectos, puede ser clave para la reducción del creciente riesgo al que estamos expuestos, pero al igual que en Portugal o en Francia, por el momento se prevé un notable aumento de determinadas zonas urbanas.

UN GRAVE PELIGRO PARA LA SALUD

Además de las grandes pérdidas económicas y medioambientales, esta problemática supone una fuente de problemas de salud cada vez mayor, causando impactos muy graves, sobre todo cuando se produce cerca de territorios muy poblados. Por ejemplo, en julio y agosto de 2010, el humo de los incendios forestales, en combinación con una fuerte ola de calor, contribuyó a un total de 56.000 muertes en Moscú.

En línea con dicha catástrofe, algunos de los problemas más severos en los últimos años han ocurrido en el sudeste asiático, donde los incendios forestales en Indonesia han creado una neblina tóxica, que se estima, terminó con la vida de más de 100.000 personas en Indonesia, Malasia y Singapur en 2015.

Y no solo generan problemas de salud físicos, pues las personas pueden perder a sus seres queridos, sus hogares y sus empleos, si no que sus consecuencias agravan la posibilidad de padecer graves consecuencias mentales, como depresión, trastorno de estrés postraumático y consumo de alcohol.

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