De forma similar a algunos territorios españoles, el medio rural gallego ha sufrido en los últimos cuarenta años un fuerte cambio que ha modificado sustancialmente su paisaje, pasando del predominio de los cultivos agrarios y del monte abierto a una extensa presencia del bosque y a una progresiva especialización de la actividad agrícola y ganadera.
Hablar de bosques es hablar de propietarios forestales, y el monte gallego actual es el fruto del esfuerzo inversor de miles de propietarios individuales y comunidades de montes vecinales, pero también el resultado del abandono de una gran cantidad de pequeñas parcelas forestales presentes en todo el territorio, aunque con una mayor concentración en áreas del sur de Galicia, las más mediterráneas y menos productivas, allí donde los incendios forestales tienen un carácter recurrente.
El elevado número de propietarios forestales –más de 400.000 de montes de particulares y más de 2.800 comunidades de montes vecinales- da al monte en Galicia una alta fortaleza basada en su legitimidad social: la mayoría de las familias gallegas tienen una relación directa con él y perciben rentas de su explotación y también una gran debilidad radicada en las dificultades de gestión que provoca la elevada fragmentación de la propiedad individual.
Al igual que en la mayoría de las CC.AA., el perfil del propietario de montes es, en la actualidad, muy diferente al que presentaba hace 50 años. Se estima que el 80% de los propietarios de montes son ciudadanos dedicados a los sectores secundario y terciario que no tienen relación profesional con las actividades agrícolas.
Solamente un 20% de la superficie es manejada por los servicios forestales públicos.
En lo que se refiere al manejo de los montes gallegos es preciso decir que la mayor parte de ellos, el 80% de la superficie forestal gallega, está gestionada de forma privada, directamente o, de forma creciente, a través de asociaciones y empresas, sociedades privadas y empresas de servicios. Solamente un 20% de la superficie es manejada por los servicios forestales públicos, mediante convenios con las comunidades de montes vecinales.
Se estima que el 80% de los propietarios de montes son ciudadanos dedicados a los sectores secundario y terciario que no tienen relación profesional con las actividades agrícolas.
Durante el año 2018, los selvicultores gallegos, particulares y comunidades de montes, facturaron, solamente en madera, más de 278 millones de euros y la gestión del monte, el aprovechamiento y transformación de este recurso constituyen el sostén de la actividad de más de 3.000 empresas, casi todas ellas situadas en zonas rurales. Por su parte, el inventario forestal, cuyo avance pudimos conocer este 20 de marzo, señala un notable crecimiento de las existencias maderables y un elevado aumento de la superficie forestal arbolada.
La importancia de la producción forestal, el número de sus empresas de servicios y las dimensiones de las industrias transformadoras, así como la gestión de los espacios incluidos en la Red Natura necesitan de un entramado de centros formativos, técnicos y universitarios, eficientes. El acuerdo entre la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad de Vigo para establecer una enseñanza coordinada entre los dos Escuelas Forestales de Galicia abre un camino de esperanza ante la ceguera de la perspectiva localista en temas fundamentales.
El profesor Vilariño, hace ya veinticinco años, afirmaba que la cultura forestal permite a los individuos y a los grupos orientarse en relación al monte, bosque y las actividades que se llevan a cabo en ellos o respecto a los bienes que de ellos se originan y que para hacer viable un bosque de calidad, resulta imprescindible que científicos y literatos, técnicos y políticos, enseñantes y medios de comunicación, en una palabra, toda la sociedad comparta unos valores básicos sobre el bosque, sin que ello implique eliminar preferencias o acentos diferenciados.
El Día Internacional de los Bosques en Galicia, organizado por la plataforma Juntos por los Bosques con la colaboración de las principales organizaciones de la cadena forestal gallega, ha hecho posible que el Rey Felipe VI, acompañado por el ministro de Agricultura y las más altas autoridades autonómicas, haya podido conocer directamente los trabajos cotidianos que se realizan en los montes gallegos, desde la plantación y los cuidados selvícolas hasta las cortas de madera.
Por ello, este acto se ha convertido en un escaparate del mundo forestal en el que se ha reclamado la importancia de la educación y se traslada a la sociedad el mensaje de que la gestión forestal contribuye de forma decisiva al bienestar de la ciudadanía y a la conservación de nuestro riquísimo patrimonio natural.