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La gestión forestal es la única solución frente a la lacra de los incendios que arrasan España

Todos los años, de forma sistemática, los incendios forestales se presentan en verano cada vez más pronto, cada vez más intensos, peligros y explosivos y, cada vez, con un mayor impacto ambiental. La superficie forestal se ha incrementado, en menos de una década, aproximadamente un 5% como consecuencia de la pérdida de población y el cambio en las costumbres tradicionales que existían en los pueblos rurales esparcidos por toda la geografía española, que a la postre eran los que se encargaban de adecentar el monte todos los años.

El escenario es desolador, no solo para los ingenieros forestales y profesionales de todo el sector que luchan contra un gigante insaciable, el fuego, sino para toda la sociedad que observa impotente como, año tras año, los incendios forestales arrasan cientos de miles de hectáreas, dejando a su paso la pérdida de vidas humanas, un reguero de mortandad de trillones de seres vivos: mamíferos, reptiles, aves anfibios e insectos entre otros, y la destrucción de todo tipo de bosques, matorrales, pastizales esparcidos por montañas, valles, llanuras y depresiones y aniquilando los paisajes modelados con el paso del tiempo por nuestros antecesores dentro de la Península Ibérica. Se pierden inexorablemente ingentes recursos y una inmensa biodiversidad en ocasiones irrecuperables.

No se permite hacer caminos que faciliten la entrada de los recursos terrestres y de maquinaria pesada en las zonas óptimas para el ataque al fuego; no se permite realizar nuevos cortafuegos o los que hay no se mantienen adecuadamente; la ganadería extensiva prácticamente ha desaparecido sin destinar recursos a incentivarla… excesiva normativa sin sentido común ni racionalidad, sin el criterio técnico apropiado, sin la precisa sabiduría del mundo rural que es imprescindible. La solución se encuentra en la gestión forestal y gestión del territorio ¡¡GESTIÓN !! ¡¡GESTIÓN !! ¡¡GESTIÓN !!

A todo esto hay que añadir el escenario de calentamiento global que ha aumentado en más de un mes el tiempo de sequía; provoca mayores y más frecuentes olas de calor y con un descenso considerable de pluviometría. Estos factores inciden en un aumento del número y virulencia de los incendios forestales y dificulta su gestión.

Pero el cambio climático por sí solo no mata, lo que verdaderamente mata es no gestionar adecuadamente nuestras masas forestales, nuestros bosques y espacios naturales, protegidos o no; lo que mata es no tener una política forestal común a nivel europeo, nacional, autonómico y de las entidades locales; lo que verdaderamente mata es sacar leyes y normativas sin contar en su redacción con los verdaderos actores y músicos que componen la “opera forestal”: todos los profesionales del sector forestal. En la actualidad más de la mitad del territorio español es forestal.

Hay que prestar especial atención a las zonas de interfaz urbano-forestal. La sociedad debe recuperar la percepción del riesgo de incendio para asumir y reducir en lo posible sus impactos. En esas zonas urbanas, fronterizas con lo forestal, no hay cultura de autoprotección frente a los incendios forestales. No se trata de algo excepcional, sino cotidiano, por lo que se deben adoptar políticas responsables de gestión que prioricen la prevención y protección de los bienes y vidas humanas. La gestión forestal y la realización de planes de autoprotección tienen que ir de la mano con la planificación urbana. Los incendios forestales se han convertido en una prioridad ambiental nacional y un problema de seguridad ciudadana de primer nivel que hay que resolver en España.

No podemos mirar a otro lado, si queremos que los incendios forestales de los próximos años puedan ser abordados con mínimas garantías de extinción y para ello debemos sacar biomasa forestal de los bosques para que dejen de ser polvorines: el uso de la biomasa forestal implica beneficios económicos, ecológicos y sociales, gracias a la generación de empleo, ahorro energético, uso eficiente de la energía y gestión sostenible de nuestro medio natural. Los espacios naturales protegidos, en todas sus figuras, no sirven de nada si previamente no se han preservado frente a los incendios forestales con medidas de gestión concretas ad hoc.

Por último, expresar nuestro dolor por las personas fallecidas y reconocimiento para todos aquellos que trabajan en la extinción de los cientos de incendios que arrasan España, posiblemente uno de los mejores operativos del mundo. Es hora de actuar de una vez por todas a nivel político con perspectiva de Estado si queremos dejar bosques vivos a las próximas generaciones. ¡Cuenten con nosotros!

Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales

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