Los proyectos de restauración forestal son prácticas esenciales para mantener la biodiversidad de nuestros bosques, es decir, la salud de una parte esencial de los ecosistemas de nuestro planeta. Sin embargo, para lograr resultados exitosos en estos proyectos, es fundamental prestar atención a la calidad de la planta forestal utilizada. Por decirlo de alguna forma, son la materia prima de nuestros proyectos y, al igual que en un buen restaurante es vital la calidad del producto con el que se elaboran los platos, en los proyectos de reforestación es muy importante que la planta haya sido seleccionada y producida bajo unos criterios que garanticen su excelencia.
Por lo que, en este artículo exploraremos de manera breve la importancia de la calidad de la planta forestal y cómo afecta a la eficacia de los proyectos de reforestación.
Cabe indicar que la calidad de la planta se refiere a la salud, vigor y adaptabilidad de las plantas utilizadas en un proyecto de repoblación forestal. Estos factores son cruciales para garantizar que las plantas tengan la capacidad de sobrevivir y crecer en el nuevo entorno.
Con el objetivo de no perder la perspectiva, empezaremos señalando que el proceso de producción vegetal comienza con la selección cuidadosa de las fuentes semilleras, de las que recolectaremos la semilla en un proceso coordinado con la Administración y los propietarios del terreno para poder certificar la trazabilidad y procedencia del material genético. De esta manera, además de cumplir con la legislación que regula la comercialización del Material Forestal de Reproducción, estaremos contribuyendo a fomentar la biodiversidad genética de nuestros bosques. Esto no es una cuestión baladí, ya que el planeta se encuentra en una crisis ecológica y la biodiversidad, tanto la extra-específica como en este caso la intraespecífica, pueden ser herramientas clave a la hora de solucionar dicha encrucijada. Además, la memoria genética de estas especies, adaptadas durante miles de años a su entorno, jugarán un papel fundamental a la hora de mejorar la viabilidad del proyecto y ayudar a nuestras plantas a afrontar amenazas tanto bióticas (plagas y enfermedades) como abióticas (sequías, heladas, etc.).
Una vez recolectada la semilla, el siguiente paso es procesarla. Bien para germinarla y producirla en esa misma temporada o bien para conservarla de cara al futuro; si se mantiene unas condiciones frías y estables es posible preservar la capacidad germinativa de la semilla durante años. En cualquier caso, cada planta es un mundo y tienen procesos germinativos específicos, por lo que sin entrar en generalidades que den lugar a error, sí se puede afirmar que es imprescindible conocer bien cada taxón y sus necesidades, para que pueda germinar y desarrollar su primera etapa libre de enfermedades o daños físicos que condicionen su futuro (p.ej.: un hongo que debilite el cuello o un repicado tardío que dañe su sistema radicular). Hemos de tener en mente que una mala praxis en esta etapa inicial puede dar lugar a plantas débiles que no tengan la capacidad de adaptarse a un medio frugal como es el que normalmente se da en las repoblaciones forestales.
Superada esta primera fase crítica, durante las siguientes semanas se trata de darle crecimiento a la planta, pero sin caer en un desarrollo desmesurado que produzca ahilamiento y una estructura débil. Por lo que se regará y fertilizará pero sin perder de vista que el objetivo final es una planta frugal y resistente.
Cabe indicar que, durante este proceso, será cuando se busque la micorrización de nuestras plantas, algo que sin duda marcará la diferencia y le dará una “mochila llena de herramientas” para que nuestra planta sea mucho más eficiente a la hora de buscar el agua y los nutrientes en el medio en el que se plante. Algunos de los hongos con los que trabajamos son Rhizopogon sp, Pisolithus tinctorius, Scleroderma verrucosum, Suillus spp., Xerocomus subtomentosus, …aunque hay muchos más, y no todos tiene un interés culinario, cada uno de ellos aportan su micelio y acompañará a la planta allá donde vaya. Además, también trabajamos con bioestimulantes del género Bacillus para que el cepellón de nuestra planta se una rizosfera lo más rica posible.
Pasadas estas semanas, entraríamos ya en el primer verano de la planta. Por hacer un breve repaso cronológico, y sin que sea un axioma que se cumpla en el 100% de las especies, normalmente se dan los siguientes procesos estacionales: recolección en otoño-invierno, germinación en invierno-primavera, crecimiento en primavera-verano-otoño y plantación en invierno. Por lo que podemos decir que, por lo general, el proceso de una planta forestal en un vivero dura una savia. Es importante volver a recodar que cada especie tiene su manejo, y en algunas la germinación requerirá de más tiempo y en otras se necesitará al menos dos savias para que la planta alcance su estado óptimo para ir a campo.
En cualquier caso, y dentro de esta breve descripción cronológica, la estación estival es la que marcará el endurecimiento de la planta. Es un momento crucial de su desarrollo y si queremos una planta de calidad, tendremos que llevarla al estrés hídrico de manera recurrente para controlar su crecimiento y “acostumbrarla” unas condiciones tan duras como las que se encontrará una vez sean plantadas como parte de la ejecución de la obra de repoblación forestal.
Por último, y unido a todo lo anteriormente comentado, indicar que un factor que ayuda enormemente a realizar una planta de una calidad y dureza indiscutible es que el vivero se emplaza en un lugar con unas condiciones climáticas extremas; teniendo una acusada oscilación térmica anual que va de mínimas por debajo de 0ºC en invierno hasta máximas superiores a los 35ºC en verano.
En definitiva, podemos decir que la planta de calidad es fundamental para la viabilidad del proyecto de restauración forestal y dicha calidad se consigue a lo largo de todo el proceso de producción, desde la recolección hasta su endurecimiento estival, pasando por la micorrización de la misma… y todo esto sólo se consigue con un conocimiento minucioso de cada especie y una entrega vocacional al servicio de los bosques.
Manuel de la Puerta Salazar, Grupo SYLVESTRIS