Asturias ofrece multitud de rutas turísticas, una de ellas, pensada para ir con los más pequeños de la casa es la Senda de la Peridiella, en la localidad de Infiesto, que desde hace algunos años esconde en su recorrido hadas, duendes e incluso la casita del Ratoncito Pérez, todos ellos hechos en madera.
Se trata de un recorrido lineal de unos ocho kilómetros de ida y vuelta y que tiene su salida en el Santuario de la Virgen de la Cueva. Llamado así ya que la capilla está enclavada en una cueva natural formada por una enorme roca.
La iniciativa de crear un mágico mundo en La Peridiella fue de Gely Cobián, una vecina que con su trabajo e imaginación impulsó la senda, haciendo que muchas familias vayan a descubrir sus encantos. La artista local comenzó decorando uno de los árboles del borde del camino y al ver su éxito se decidió ampliar la colección.
“Me gustan mucho las manualidades, tallar madera, pintar, hacer dibujos y también la jardinería y mi trabajo me permite dedicar un poco de tiempo a estas cosas”, explica la autora de estas obras.
La idea surgió cuando vio la repercusión y buena acogida que tuvo una puerta de madera que puso en un castaño centenario que tiene en su casa. “Veía como los niños y los mayores venían a hacerse fotos en la puerta del árbol, por lo que decidí ponerme manos a la obra y crear un trayecto poblado de duendes y otras criaturas mágicas”, apunta.
La ruta ha sido bautizada por escolares del concejo como El Senderu Máxicu y entre sus peculiares moradores se encuentra el Busgosu, una criatura de la mitología asturiana que protege a los bosques y a la flora y fauna que los habita. Entre ellos también encontraremos al búho, la lechuza, la ardilla y el urogallo. “Quise poner un urogallo porque es un pájaro en extinción y así los críos pueden conocerlo. Todo lo que hay en la senda también es como un anzuelo para que los niños caminen”, señala Gely, quien reconoce que gracias a estos nuevos habitantes el paseo se hace mucho más fácil y los niños lo hacen encantados.
Una de las paradas obligatorias en la ruta y que más gustan a los visitantes, tanto mayores como pequeños, es la puerta de la casa del Ratoncito Pérez. “Junto a la puerta de su casa instalé un pequeño buzón que enseguida tuve que ampliar porque no veas todo lo que meten los niños. Las cartas llegan de sitios muy diferentes, algunas están en inglés, y el buzón está siempre lleno”, recuerda Cobian.
Vista la gran aceptación, la artista asturiana sigue trabajando, siempre en madera o piedra, en nuevos moradores de la ruta. “Me gusta ir incorporando más figuras, para que la gente tenga un incentivo y vuelva a hacer la ruta”, concluye.
Gracias a la labor de esta artista local y a su buena maña a la hora de hacer tallas y adornos en madera, la senda ha ganado protagonismo. Así lo hacen saber los responsables de este municipio asturiano, quienes comentan que desde que la ruta alberga la obra de Gely, recibe más visitantes que nunca. Y es que naturaleza, ilusión, talla y trabajo se unen para recibir a los visitantes y hacerles viajar por un mundo mágico.