El arbolado urbano es un elemento fundamental de las ciudades, como lo es la iluminación o las calles, requiere de un mantenimiento técnico adecuado realizado por profesionales especializados, ajeno a presiones e intereses políticos o circunstanciales. Su correcta gestión evita riesgos para los ciudadanos. En estos momentos, no existen planes de gestión del riesgo del arbolado en la mayor parte de las ciudades españolas. Lo cual es un grave error puesto que puede provocar una situación de riesgo para los ciudadanos.
Todo árbol urbano, y más si es de grandes dimensiones, supone un riesgo. La pregunta clave es: ¿Qué riesgos estamos dispuestos a asumir?
La seguridad del patrimonio arbóreo en las vías públicas, espacios ajardinados, incluso propiedades privadas con arbolado particular compete normativamente a los organismos públicos y debe ser la prioridad de los técnicos y responsables políticos.
Otra de las conclusiones obtenidas en REDFORESTA 2019 es la relación entre salud y bosques urbanos. Los árboles urbanos mejoran la calidad del aire actuando como filtros para contaminantes y pequeñas partículas (óxido de nitrógeno, amoniaco, dióxido de azufre y ozono). Sin duda, mejoran la calidad de vida de los habitantes de la ciudad, pues existe un correlación entre entornos con abundantes plantas y una reducción en los niveles de estrés y presión arterial.
Caber destacar que buena parte de los problemas que se observan en el arbolado urbano tienen su origen en una mala elección de especie. Una elección incorrecta para un determinado emplazamiento urbano será la causa de que se produzca un mantenimiento inadecuado que lleve a lesiones y daños en el arbolado que vive en las ciudades.
De ahí que una buena elección especie garantice obtener el efecto deseado con la plantación del árbol, evitando a la vez que su presencia produzca algún tipo de molestia en el entorno urbano. Se trata de una medida preventiva de primer orden para obtener que el patrimonio arbóreo de las ciudades se mantenga en un estado fitosanitario, estructural y estético adecuado.
Es imprescindible que los servicios especializados en Parques y Jardines de los ayuntamientos participen en el diseño urbanístico de la ciudad ya que los árboles y todo elemento vegetal son elementos fundamentales de las nuevas ciudades.
PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Es también imprescindible que los ayuntamientos fomenten la participación ciudadana en la gestión de los parques y jardines y del resto del arbolado urbano. Es necesario, por tanto, que los ayuntamientos hagan un esfuerzo de comunicación y educación ambiental que permita esa participación e implicación ciudadana. Una mayor implicación permite una mejor gestión.
Los problemas para el arbolado urbano en la mayoría de las ciudades españolas no se limitan a la falta de planificación para su correcta gestión. Hay otras circunstancias que se repiten en la mayor parte de los ayuntamientos y que impiden un mantenimiento adecuado.
El riego con agua reciclada supone un gran ahorro económico para los municipios y un gran ahorro de un recurso, en ocasiones, escaso. Sin embargo, no puede utilizarse de la misma manera que el agua potable ya que su composición química es muy distinta y, por tanto, sus efectos sobre el suelo y la vegetación son muy diferentes. Se ha demostrado que el agua regenerada tiene altos contenidos en sodio y cloruros que es asimilado de diferente forma por las especies vegetales.
Por otra parte, en demasiadas ocasiones priman los intereses políticos sobre los informes técnicos. Debe primar el conocimiento, la ciencia y la experiencia como herramientas para tomar decisiones que afectan al medio ambiente, a las zonas verdes y, por tanto, a la calidad de vida y a la salud de las personas.
Debe primar la calidad de las zonas verdes sobre su cantidad. Ya ha pasado la etapa de invertir en tener más zonas verdes y árboles, es el momento de invertir en mejorar la calidad de esas zonas, invertir en gestión y mantenimiento.
Se debe limitar por ley la subcontratación en los servicios de jardinería como medio de garantizar su calidad. Las sucesivas subcontrataciones provocan precariedad laboral, lo que, a su vez va en perjuicio de la calidad del servicio.
De igual forma, deben limitarse los contratos integrales que agrupan los servicios de jardinería y de limpieza. Son trabajos diferentes que requieren de especialización diferenciada. Además, suelen primar las necesidades de limpieza lo que va en perjuicio de la jardinería, con personal sin experiencia y poco formado.