Los bosques de rebollo (Quercus pyrenaica) de Castilla y León (reconocidos como Hábitat de Interés Comunitario 9230), serán objeto de estudio y campo de experimentación de un nuevo proyecto europeo, el LIFE +REB, que acaba de ponerse en marcha y en el que hasta 2025 colaborarán nueve entidades coordinadas por Cesefor.
Se ha celebrado la reunión de lanzamiento del proyecto, que tiene como marco una “silvicultura climáticamente inteligente” (conocida en el ámbito investigador como Climate-Smart Forestry), aplicada a las masas de rebollo de la Comunidad con la finalidad de mejorar la capacidad de mitigación del cambio climático de estos espacios, así como asegurar su adaptación mediante la mejora de la resiliencia de los bosques mediante la conservación y mejora de la biodiversidad.
La iniciativa, que pretende que los resultados sirvan de ejemplo y sean transferibles en un futuro a masas de otras regiones, también tendrá por objeto innovar en el desarrollo de nuevos productos de madera de rebollo que puedan introducirse en el mercado para sustituir a otros materiales fósiles, productos que impliquen un mayor tiempo de almacenaje de carbono en productos de madera y que además estarán certificados bajo los estándares PEFC y FSC.
Para el desarrollo del proyecto y la consecución de los resultados esperados, LIFE+ REB está integrado por propietarios forestales (en este caso, la Junta de Castilla y León, como gestores de los Montes de Utilidad Pública), centros de investigación científica (Universidad de Valladolid y la Fundación General de la Universidad de Valladolid), entidades certificadoras de gestión forestal sostenible (PEFC y FSC) y empresas de industria de la madera (Maderas García Varona, Maderas Gámiz y Tonelería Intona), todas ellas coordinadas por Cesefor. También se cuenta en el consorcio de entidades que participan en el LIFE +REB la Asociación Española de Importadores de Madera (AEIM), aportando el perfil necesario sobre conocimiento de los mercados y para el estudio de la viabilidad de los nuevos productos generados con madera de rebollo.
Además de los aspectos medioambientales (mitigación del cambio climático, mejora de la resiliencia de las masas forestales, conservación y mejora de la biodiversidad y sustitución de materiales fósiles), el proyecto también persigue convertirse en un marco generalizado de gestión forestal y contribuir a la dinamización de las economías rurales con productos de almacenamiento de carbono a largo plazo.
En la búsqueda de las mejores técnicas para esa «silvicultura climáticamente inteligente», el proyecto contempla el establecimiento de una serie de rodales demostrativos, como espacios experimentales y objeto de diferentes estudios. Por otro lado, también se pondrán en marcha 15 acciones participativas y actividades de co-creación, denominadas «Rebollo Labs», dirigidas a propietarios y gestores forestales, y a industrias de las zonas en las que se desarrollen. El objetivo de estos ‘Rebollo Labs’ es la transferencia de resultados a mayor escala, implicando a los agentes que intervienen en la cadena de valor de la madera de Quercus pyrenaica.
JORNADA DE LANZAMIENTO DEL PROYECTO
La sede de Cesefor ha acogido el encuentro de todos los socios para el lanzamiento del proyecto. La apertura de las sesiones de trabajo ha contado con la participación de la delegada territorial de la Junta de Castilla y León en Soria, Yolanda de Gregorio, quien en su intervención ha destacado la importancia de proyectos que, como este, prestan atención a una especie tan representativa de los montes de la región, subrayando que “se distribuye en mayor o menor medida por todas las provincias de la Comunidad, ocupando más de 700.000 hectáreas en Castilla y León, siendo la más abundante en masas densas, con casi 400.000 ha. Es decir, es la especie más extendida en nuestros bosques”.
Para la representante de la Administración regional en Soria, es importante no sólo la consecución de los objetivos que en sí mismo persigue el proyecto, sino también el hecho de “conseguir, a ser posible, que este proyecto LIFE tenga gran repercusión mediática para la especie, tanto a nivel ecológico, como social y económico, dado que puede ser una destacable fuente generadora de rentas y empleo en el ámbito rural, tanto en el sector primario como en el turístico”. De Gregorio ha querido subrayar que “en esta transferencia de conocimiento y experiencias derivadas del proyecto se quiere contar también con la participación de la propiedad privada, en cuyas manos recae el 50% de la superficie de rebollares de Castilla y León”.
En la misma línea se ha pronunciado el director de Cesefor, Pablo Sabín, apuntando a “la transversalidad de la iniciativa, que aúna mitigación del cambio climático, mejoras en la gestión, innovación en la transformación de la madera y desarrollo rural”, entre otros aspectos. Para Sabín, el hecho de que Cesefor coordine un nuevo proyecto LIFE de este tipo no viene sino a “corroborar el compromiso de este centro por un modelo basado en la bioeconomía y en la gestión responsable de los recursos de que disponemos”. El director de Cesefor subraya que con esta iniciativa se quiere contribuir a la consecución de las estrategias iniciativas europeas (Pacto Verde, Estrategia Europea de biodiversidad, Estrategia Europea de bioeconomía, Plan de Acción de la Economía Circular o Estrategia de adaptación al cambio climático de la UE), y otras de carácter nacional como el Plan Nacional de Energía y Clima, Plan Nacional de Adaptación, la Estrategia de descarbonización a largo plazo o la Lucha contra la despoblación).
Por su parte, el coordinador del proyecto, José Luis Villanueva, destacó que, al margen de los desafíos del proyecto, LIFE +REB presenta una serie de oportunidades muy interesantes, como “la mejora de la biodiversidad en el principal bosque denso de frondosas del interior peninsular”. Cabe reseñar que, solo en España, esta especie ocupa una superficie de más de un millón de hectáreas. “Las investigaciones y experiencias llevadas a cabo en el seno de este proyecto, podrían servir para estudiar su replicabilidad a escala nacional para otras formaciones de frondosas que pudieran tener problemas similares (bosques de encina, quejigo o roble pubescente) y otras a escala europea, sobre todo en los países del sur de Europa”, señala el coordinador del proyecto.