En agosto de 2020 un tornado afecto la zona de Banyalbufar (Mallorca), arrasó unas 736 hectáreas y quedaron abatidos unos 300.000 árboles en unas pocas horas. Aquel desastre fue el germen de “Amarar”, un proyecto que nació para utilizar la madera de los árboles locales para la fabricación de mobiliario, contribuyendo a un cambio de modelo productivo en el sector de la madera.
Esta prueba piloto, financiada por la Conselleria de Medi Ambient i Territori a través de una convocatoria de subvenciones para la economía circular, pretende reaprovechar una materia primera como la madera caída de los bosques o bien por fenómenos meteorológicos adversos o por la misma gestión forestal y convertirla en muebles para nuestros hogares o empresas. Una idea que se ha hecho realidad gracias a la carpintería Galmés de Vilafranca de Bonany y la colaboración de la Fundación Esment.
“Con setenta toneladas de madera podemos crear hasta cien muebles”, explica Francisco Cifuentes, coordinador del proyecto. “Incluso ya contamos con algunos troncos de la última borrasca Juliette, que están preparados en el patio de la carpintería para su nueva vida”, añade. Por ahora se trabaja con 30 prototipos de muebles así como mesas, sillas o incluso muebles de cocina. Todo, con pino de Mallorca, una madera históricamente infravalorada y que, bien tratada puede ofrecer muy buenos resultados. “Se trata de conocer a fondo la madera de pino y aprovechar sus cualidades”, matiza.
Por otro lado, el proyecto también tiene una parte social y es que la fundación Esment compra y utiliza estos muebles para sus instalaciones, y además implica a sus usuarios, personas con discapacidad intelectual, haciendo que participen de las tareas productivas de los muebles poniendo protección de aceite a los muebles, participando de las tareas de montaje o limando, creando así nuevos puestos de trabajo.
El nombre de Amarar se debe a la recuperación de las técnicas ancestrales locales en el tratamiento de esta materia por inmersión en agua para conseguir una madera más estable, más duradera y más fácil de trabajar. También la innovación en el diseño de las uniones exclusivamente con madera nos traslada a técnicas que se remontan al pasado.
En las Islas Baleares hay actualmente 220.786 hectáreas de terreno forestal, es decir, el 44% de la superficie de las islas es forestal. La gran mayoría de esta superficie, 185.712 hectáreas, son bosques, de las que 80.116 hectáreas corresponden a pinares. Desde 1960 hasta el año 2000 la extensión boscosa se ha incrementado un 26,6% y ha pasado de 34 a 67 millones de árboles.
La necesidad de reducir el riesgo de incendios, cada vez más frecuentes e intensos en nuestro país, hace imprescindible una buena gestión forestal y un mejor aprovechamiento de esta materia prima, ya que los bosques son excelentes sumideros de CO2 y, para que lo sean, se tienen que gestionar de manera correcta. Con “Amarar” se consigue aprovechar la madera caída en los bosques y así también una limpieza de los mismos, eliminando combustible para futuros incendios.