El curso de cubiertas de tablilla de madera de haya, impartido por los maestros tablilleros Javier Goicoa y Jesús María Larrañeta en el marco de las Becas Donald Gray de las Artes de la Construcción, llegó a su fin. El curso concluyó a finales de julio con una ceremonia de entrega de diplomas en el espacio Kultur Ola, evento que marcó la finalización exitosa del programa.
El curso, que ha contado con la participación de cinco aprendices, tenía el objetivo de transmitirles todos los conocimientos de un oficio del que apenas quedan maestros en la actualidad. El catalán Gabor Buoman, Peio Irigoyen, de Urroz-Villa, Carlos Ibañez, de Ancín y los aezkoanos Ion Iriarte y Maddi Txapar son los cinco aprendices que han sido introducidos en este oficio.
Javier Goicoa Juango y Jesús María Larrañeta, originarios de la zona de Irati, conocen muy bien el oficio del tablillero. Las cubiertas de tablilla se han utilizado tradicionalmente para cubrir todo tipo de tejados en viviendas, bordas, chabolas, ermitas, iglesias, etc, en el Pirineo navarro. Recientemente han tenido la oportunidad de ejercer la docencia enseñando a carpinteros, en la obra de restauración de la ermita de Irati.
No han podido impartir tantos cursos de formación como les gustaría, ya que cada vez se realizan menos tejados de tablillas. Esto se debe, por una parte, a la sustitución de los materiales para cubrir tejados por otros materiales más industriales, por otra, al alto precio de la materia prima, y finalmente, a la falta de profesionales formados en este oficio.
Javier y Jesús son expertos en todo el proceso: desde la fabricación de tejas de madera o tablillas hasta su colocación en cubiertas. Hacen las tejas de madera tal y como las hacían sus antepasados y guardan escrupulosamente cada detalle de lo aprendido.
EL PROCESO
En la zona de la selva de Irati, abunda el arbolado de haya, con extraordinarias propiedades para hacer las tejas de madera. La elección de los árboles idóneos es una de las partes más importantes de todo el proceso. De ello dependerá el buen aprovechamiento de la madera y el resultado del producto. No porque los árboles sean muy altos y lisos, significa que sean los mejores. Han de tener una cualidades especiales. Para elegirlos, Javier y Jesús María cuentan con el conocimiento que les ha proporcionado la experiencia, como el conocer el terreno donde están ubicados. Han de estar en zonas sombrías, cara norte, con mucho musgo, buen fondo de tierra, preferiblemente en hondonadas y que no hayan sido azotados por el aire. Este tipo de árbol en una loma sufre los azotes del aire y la falta de agua, por lo que sus fibras de sujeción están más duras, y consecuentemente no son tan obedientes.
Otro aspecto muy importante a la hora de elegir los árboles es su edad. Han de ser de una edad longeva, de alrededor de 120 años, y tendrán al menos 45 cm de diámetro y no más de 60 cm. La línea longitudinal del árbol ha de ser lisa, sin que sus vetas muestren retorcidos. Tampoco deben tener nudos ciegos, llamados así porque no se ven a primera vista. Gracias a la experiencia, Javier y Jesús María son capaces de detectar estos nudos ciegos observando la diferencia en el dibujo de la corteza. Para comprobar la calidad de la madera, extraen un trozo de corteza en sus raíces. En su interior aparecen una serie de guiones, que han de ser largos y rectos.
El talado se hace, a ser posible, al finalizar las lunas crecientes de entre la primera luna creciente de noviembre y la última luna creciente de febrero, que es cuando menos savia tiene la planta. Una vez talados los árboles necesarios, estos se dejarán tal cual estén, y en la primavera aún les saldrán hojas (no tan vigorosas como a los tiesos), debido a la poca savia que les queda. De este modo, la planta queda limpia y compacta, se cierran todos los poros y conductos por donde pudieran entrar agentes extraños, y se alarga así su longevidad. Según la situación de los tejados, han llegado a durar alrededor de 50 años. Si el edificio se encuentra en una zona aireada, a los 35 años se les da la vuelta a las tablillas consiguiendo prolongar su vida 15 años más.
La segunda parte es la manufacturación de la tablilla. El momento óptimo para la elaboración de la tablilla es a partir de que la hoja haya salido y los dos meses siguientes, periodo en el que el material mantiene las condiciones perfectas. La madera es dócil y enseña sus vetas, lo que ayuda a saber dónde colocar las herramientas para sacar el máximo rendimiento. Pasados esos dos meses, la madera comienza a ser más rebelde: no se ven las vetas, no obedece a la trayectoria que se le marca, los frentes de los cortes cambian de color, sobre todo si le da el sol, y la madera endurece muy rápidamente.
Un factor muy importante es que las tablillas deben permanecer en su propio ambiente, donde ha nacido el árbol, hasta su curado o maduración durante por lo menos 8 o 9 meses. Las tablillas deben estar apiladas de manera especial. Se colocan sobre la tierra dos piezas de madera lo más niveladas posible, y a partir de ahí apilan las tablillas de dos en dos haciendo cuadrados, de modo que solamente se apoyen sobre cada una sus dos extremos, con el grueso hacia el exterior, dejando un espacio para su aireación, hasta cumplimentar 100 unidades. Una vez terminada la pila, se le pondrá peso encima, para que en su maduración se enderecen las que estén torcidas.
Las herramientas que emplean siempre han sido las mismas. Las hachas tienen un peso aproximado de un kilo y seiscientos gramos, deben ser lo más estrechas posible, para que no obliguen la madera, con un corte totalmente recto, y el mango estrecho, a medida del que la utiliza y lo más corto posible. También utilizan dos cuñas de hierro estrechas y un mazo de madera, para no estropear las hachas. Cuando este se estropea, lo hacen de nuevo, con madera del corazón de cada troza que sacan de las tablillas. Es necesario que las hachas estén muy afiladas para que corten las vetas sin arrancarlas, aprovechando mejor el material.
La elaboración de las tablillas no ha sufrido modificaciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, en la colocación en el tejado, antes las tablillas se sujetaban con clavijas de la propia madera, mientras que ahora se colocan con tirafondos.