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El Roble Rojo estadounidense entra en el Congreso de los Diputados

En la sala Prim, un nuevo espacio moderno, de lineas puras y tonos claros, en el que la luz y la madera son elementos principales.

El Congreso de los Diputados podrá utilizar la nueva sala Prim en el presente periodo de sesiones. Un nuevo espacio, inaugurado el pasado 22 de julio por el Presidente de la Cámara, Jesús Posada, que está dotado de los últimos avances tecnológicos y que es consecuencia de las obras de rehabilitación que están teniendo lugar en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo.

 

La sala que se sitúa encima del Salón de Los Pasos Perdidos, lleva el nombre del general Juan Prim, presidente del gobierno asesinado en 1870 y del que este año se cumple el bicentenario de su nacimiento en Reus (Tarragona).

 

 

 

 

 

El espacio que ocupa actualmente la Sala Prim fue construido en la década de los sesenta del pasado siglo como un elemento independiente sobre la cubierta existente y ajeno en su arquitectura al edificio original. En esta intervención el proyecto ha tratado de delimitar ese elemento, «posado» sobre el edificio, y distinguirlo del resto mediante una malla a modo de envoltorio que contiene la ampliación.

 

Movilidad, luminosidad, funcionalidad son algunos aspectos conseguidos por Ana Jiménez Díaz-Valero, Arquitecta Conservadora del Congreso de los Diputados y responsable del proyecto de reforma de la nueva sala Prim.

 

Una pieza de arquitectura nueva y diferente en la que la luz natural es uno de sus principales protagonistas entrando abundantemente a través de sus dos paredes laterales acristaladas y en la que una celosía exterior de acero inoxidable junto a estores interiores regulables permite controlar la intensidad de la luz en la sala, que a su vez la dota de privacidad.

 

«Los dos paramentos laterales totalmente acristalados nos proporcionan una magnífica luminosidad en la sala, sin embargo, el vidrio es un material inapropiado para la acústica, por ello decidí utilizar madera en techo, suelo y paredes frontal y trasera», dice Ana Jiménez.

 

«La madera tiene un buen comportamiento acústico, permite crear formas singulares y es acogedora. Por eso, junto a la luz, se convirtió en un nuevo protagonista más de la sala», comenta Ana Jiménez.

 

La forma curvada del techo responde a la necesidad de obtener una gran calidad acústica y conseguir la mayor altura posible, que venía condicionada por las cerchas de estructura que soportan la cubierta. El techo de madera de lamas, por su gran flexibilidad, permitió a Ana Jiménez adaptarse a la estructura y al paso de instalaciones, que quedan completamente ocultas por encima del mismo, sin que aparezca ningún elemento que no sea la iluminación.

 

La idea del proyecto ha sido conseguir una sala moderna, de líneas puras y tonos claros, que se alejase de los estándares clásicos del edificio y definiera con mayor rotundidad el carácter de pieza nueva añadida al Palacio.

 

La sala es una explosión de madera de roble. Roble europeo en el suelo y roble rojo estadounidense en el techo cubriendo una superficie de 230 m2 de 15 mm x 45 mm separados 30 mm, suministrados y colocados por Hunter Douglas España S.A., que se prolongan hasta media altura en las paredes anterior y posterior.

 

El resto de la pared está cubierta por una superficie plana en la que la veta del roble rojo está colocada en posición horizontal para dar continuidad a los listones horizontales del techo.

 

Las puertas de acceso son planas y enrasadas con el plano de la pared con la que se integran perfectamente haciéndose prácticamente invisibles al estar también hechas en roble rojo con el veteado horizontal.

 

La preocupación medioambiental también estuvo presente en la toma de decisiones del proyecto. «Quería usar madera de roble rojo sólo si provenía de bosques bien gestionados estando segura que mis decisiones no estaban perjudicando a los bosques del planeta. En este sentido, el roble rojo estadounidense, con los certificados que aporta, me deja tranquila», continúa diciendo Ana Jiménez.

 

Permanece en la sala el antiguo mobiliario clásico de los años 60, aunque restaurado y tapizado, y constituido por sillas con brazos en grupos de tres, en una evocación de la necesaria convivencia entre nuestras raíces pasadas y nuestra proyección futura.

 

Sin embargo, el mobiliario de la mesa de presidencia y de la mesa de Taquígrafos, situada en un lateral, se han hecho nuevas siguiendo el mismo patrón de paredes y techo de la sala.

 

 

 

 

 

«Para el proyecto necesitaba madera resistente, proveniente de bosques sostenibles y de gran belleza. El roble rojo ha encajado perfectamente con mis aspiraciones para el proyecto» declara finalmente la Arquitecto Conservadora del Congreso de los Diputados.