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El transporte fluvial de madera trabaja para ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

La Unesco aceptó en marzo una candidatura conjunta internacional.

El antiguo oficio de transportar la madera por los ríos quiere ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, para ello se ha presentado una candidatura conjunta internacional que está integrada por municipios que, año tras año, recuerdan esta tradición. Los países que forman esta candidatura, que fue aprobada en el mes de marzo por la Unesco, son Polonia, Alemania, República Checa, Letonia y España.

“Una de las cosas que más gustó y atrajo la atención de la Unesco es que la candidatura se haya presentado de forma conjunta por varios países”, explica el presidente de la Asociación de Raiers de Nargó, Alexandre Ferré, quien añade que la idea surgió de los polacos y el resto se fueron adhiriendo.

En el caso de España, en esta candidatura participan varias asociaciones de distintos puntos del país. Así, además de las asociaciones de raiers de La Pobla de Segur y de Nargo, están las de los navateros de Aragón o las almadías de Navarra. “El oficio del transporte fluvial de madera en España y en otros países de Europa fue muy importante. En Nargó más de un centenar de familias dependían de este trabajo, por lo que fue una fuente de riqueza muy importante en esta zona de los Pirineos”, reconoce Ferré.

En Aragón, por su parte, existen tres asociaciones que trabajan con el fin de mantener viva esta tradición: Nabateros del Sobrarbe, Nabateros de la Galliguera y Nabateros de la Val d´Echo, quienes han aunado sus fuerzas para recuperar este antiguo oficio que ha llegado hasta nuestros tiempos como una huella de nuestro patrimonio etnológico.

El transporte de troncos en las navatas era una práctica habitual en el Pirineo aragonés hasta las primeras décadas del siglo XX. Aprovechando el deshielo, los navateros descendían por los ríos desde las montañas en sus embarcaciones de madera hasta el llano para comerciar con este material. Desde el Alto Aragón bajaban por el Aragón, el Gállego o el Cinca en busca del Ebro, río que también recorrían hasta su desembocadura en el Mediterráneo. Los comerciantes vendían su madera principalmente para la construcción de viviendas.

«Creemos que debe declararse Patrimonio de la Humanidad para que no se olvide este antiguo oficio, para honrar a nuestros antepasados», declama Ferrer, quien añade que en cada uno de los lugares y países las embarcaciones son diferentes.

REQUISITOS Y PLAZOS

La Unesco no tomará una decisión sobre si incluir este oficio y sus tradicionales descensos de la madera por los cursos fluviales hasta el año 2022. De momento, se ha dado un gran paso al lograr que se acepte la candidatura, ahora, y como uno de los requisitos imprescindibles, cada una de las asociaciones que integran la candidatura tienen que conseguir el apoyo popular. “Estamos buscando el apoyo popular que es imprescindible para poder sacar adelante la candidatura. Nosotros estamos en contacto con la Generalitat y el Ministerio de Cultura para que nos apoyen”, explica Alexandre Ferrer.

Ese apoyo popular será muy importante de cara a la Unesco para tomar su decisión, pero también han pedido a cada una de las asociaciones un dossier informativo explicando cada una de las fiestas, los reconocimientos provinciales, regionales o nacionales que tiene, desde cuándo se celebran, visitantes que congregan…

“Lograr el reconocimiento sería muy importante para todos los países que conformamos la candidatura. Sería un reconocimiento a nivel mundial y asegurar que nuestras tradiciones nunca desaparecerán. Además, supondría un gran impulso al nivel de promoción, subvenciones publicidad y turismo”, recalca el presidente de la asociación de Raiers de Nargó.

Ferré recuerda que la asociación fue fundada en 1982, pero la bajada y fiesta como tal la comenzaron a hacer desde 1989, por lo que su última edición fue la número 30. “Nunca hemos querido perder esta tradición, nuestra idea fue siempre recordarla, ya que prácticamente todos los antepasados de los habitantes de Nargó trabajaron en este oficio”, concluye.