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Joaquín Fernández Lozano convierte en arte la madera recuperada

La Sala Ibercaja de Exposiciones en Logroño acoge una exposición muy especial titulada ‘Cuando la madera recuperada se convierte en arte’ y que lleva la firma del artista riojano Joaquín Fernández Lozano.

El artista realiza las obras que vamos a poder disfrutar con retazos de madera, con esos trozos que no quiere nadie y que ya tan sólo les queda pasar por la trituradora para convertirse en virutas o ser pasto de las llamas.

En esta exposición se recoge todo lo aprendido en cinco años, a utilizar maderas recuperadas para realizar obras de arte perdurables, maderas que ya no serán maderas de lumbre, de cómo los árboles contribuyen a la habitabilidad del planeta y de las utilizaciones de las distintas maderas”, apunta el artista.

Utiliza diferentes técnicas para trabajar la madera, tales como segmentación, fragmentación, técnica mixta, recuperación y restauración. Imprime a sus obras unos colores de gran viveza y un brillo que llama la atención y que destaca la singularidad de sus obras.

Es una obra muy accesible para todos los públicos, muy directa, que llega igual a los más pequeños que a personas mayores, inclusiva en cuanto a que sus volúmenes, brillos y tamaños la hacen perceptible también a personas con ciertos problemas de visión.

Movido siempre por ese cariño a la madera, su material de referencia, aborda temas siempre cercanos a la naturaleza, paisajes, bodegones, flores, labores del campo…

UN CEREZO LE HIZO VER SU PASIÓN POR LA MADERA

Nacido en el verano de 1955 en el riojano pueblo de Badarán. Joaquín Fernández Lozano pronto aprendió de sus padres que tenían un huerto con hortalizas, árboles frutales para consumo propio, una relación inolvidable con los árboles, pues una vez plantados, todos los años daban sus frutos que recogían en familia. A los catorce años se fueron a San Sebastián ya que el futuro económico se veía muy oscuro.

Allí trabajó y estudió mecánica, que era su afición, ver y conocer cómo funcionaban las máquinas. Con veinte años volvieron a Logroño donde desarrolló varios trabajos, el último treinta y siete años en fabricación de envases metálicos en el Polígono el Sequero. Viendo próxima su jubilación pensó: ¿Qué puedo hacer después con mi creatividad?

Un día de verano una cosechadora golpeo y seco el cerezo más extraordinario que tenian en la huerta, él mismo de joven lo injertó con tres tipos de cereza picota ya que la cereza temprana se la comían los pájaros. Pasado un año el cerezo seguía seco y procedió a lo habitual, cortar la madera para la lumbre. Así lo estaba haciendo con las ramas, pero al llegar al tronco que era muy grueso un trozo lo corte a lo largo abriéndose ante él como si abriera un gran libro dejando ver todo su color, sus veteados, la imagen le fascinó ya no podía echar esa madera a la lumbre pero: ¿Qué podía hacer con ella?

En la vida de una persona hay pequeñas decisiones que sin darnos casi cuenta tomamos y van cambiando nuestro futuro. Poco tiempo después vi en una sala de exposiciones cuadros de madera eran bajo relieve tallados, un trabajo que me gusto pero no tenían esos colores con los que estuve treinta y siete años trabajando con envases coloridos, me faltaba esos rojos, verdes, azules en aquellos cuadros; me di cuenta que aquello era lo que quería hacer”, concluye.

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