En la larga historia de la construcción, la madera ha sido una protagonista indiscutible, un material resistente y duradero que es capaz de soportar diversos tipos de estructuras.
Sin embargo, con la llegada del hormigón armado, su uso ha disminuido considerablemente. Hoy, en un mundo cada vez más sensible a la ecología, la construcción en madera está experimentando un renacimiento. Este extraordinario material natural, renovable y sostenible ha vuelto a ocupar un lugar central en el mundo de la construcción gracias a su versatilidad y a otras propiedades que veremos a continuación.
UNA ELECCIÓN SOSTENIBLE
La madera de construcción es un recurso inagotable, pero es importante tratarla y utilizarla de forma responsable. Además, es un material que no sólo es sostenible desde el punto de vista medioambiental: la madera ofrece protección contra la contaminación acústica, excelentes propiedades aislantes y una mejor calidad del aire interior en los edificios.
LIGERO, PERO RESISTENTE
La madera de construcción es cuatro veces más ligera que el hormigón, lo que garantiza la construcción de edificios con una masa menor en comparación con estructuras similares de otros materiales. A pesar de su ligereza, la madera tiene una buena resistencia estática, lo que demuestra que no siempre es necesario sacrificar la resistencia en aras de la sostenibilidad.
SU USO REDUCE EL IMPACTO AMBIENTAL
A diferencia de la producción de hormigón, que contribuye a las emisiones de CO2, la madera absorbe el dióxido de carbono y lo retiene. Un metro cúbico de madera puede eliminar una tonelada de CO2 de la atmósfera. Además, el proceso de producción de la madera requiere menos energía que materiales como el acero y el hormigón, porque los bosques aprovechan la eficiencia energética del sol.
ADEMÁS DE LA RESISTENCIA, LA SEGURIDAD SÍSMICA
La madera tiene unas propiedades mecánicas notables, que le permiten absorber fuerzas y tensiones incluso en situaciones excepcionales como los terremotos.
Su elasticidad natural la hace adecuada para la construcción en zonas sísmicas, porque disipa la energía generada por los terremotos mediante conexiones mecánicas bien diseñadas.
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