El minifundismo, como estructura principal de la propiedad, es un problema clave para el sector forestal asturiano.
La superficie media que posee un propietario forestal privado en Asturias es una hectárea. Muchas parcelas tienen media hectárea, 300 ó 400 áreas, no más. Aunque lleguen a ser de cinco o seis hectáreas, la explotación de los recursos y aprovechamientos es muy complicada.
Por ello PROFOAS –Asociación de Propietarios Forestales de Asturias-, organización integrada en COSE -Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España-, fomenta el asociacionismo y la concentración parcelaria, con el fin de sumar terrenos de 30 a 40 ha que, a los ojos de la Administración, son unidades mínimas y viables de explotación, que al menos cobrarían a la hora de hacer una corta, recibirían al ganado para pastar y verían mejoradas sus accesos e infraestructuras.
En los montes asturianos, los pequeños propietarios tienen muchos problemas para desarrollar su trabajo. Aunque mejoran poco a poco las infraestructuras, las concentraciones parcelarias son insuficientes y las transmisiones patrimoniales, de padres a hijos, son muy onerosas (se paga por encima del propio valor de mercado).
Asimismo, sería deseable que los ayuntamientos cedieran a los selvicultores los terrenos que en su día fueron expropiados, para poder gestionarlos de forma comunal, generando riqueza mediante plantaciones adecuadas (eucalipto, frondosas, pinaster, etc.), en coordinación con los técnicos de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente.
“Los ingenieros y peritos forestales tienen que hacer gestión –opina Iván Castaño Fernández, Presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de Asturias (PROFOAS)-. Para tener unos montes ordenados y, finalmente, obtener un beneficio”.
“Muchas personas renuncian a su propiedad –señala Juan Peláez Pérez, propietario forestal de Castropol-, agudizando el abandono del medio rural”. Quien desea conocer su finca se ve obligado a realizar un desbroce importante, para después buscar su parcela; todo ello sin aprovechamiento alguno”.
A todo ello se suma la descapitalización de los ayuntamientos y la falta de subvenciones, como sí tiene la ganadería, “aunque somos nosotros quienes recogemos el CO2 y saneamos el aire con nuestras plantaciones”, remarca Juan Peláez.
“Solicitamos que cuando un propietario adquiere una parcela colindante con la suya, se le exima del impuesto de transmisiones, como se hace en Galicia”, apunta Félix López Cuervo, Vicepresidente de PROFOAS.
“El minifundismo deriva en abandono –sentencia Iván Castaño-. El monte deja de ser productivo para ser improductivo, y una amenaza de incendio”.
El peso de la crisis
Venimos de una época de crisis económica, que en Asturias comenzó en 2008. Durante seis años desaparecieron en torno al 60% de los puestos de trabajo en el sector forestal del Principado. Multitud de empresas cerraron y los propietarios forestales privados quedaron indefensos, ya que en varios años no fueron convocadas las ayudas de la Administración.
Antiguamente la parte del monte que correspondía a una unidad familiar era “su banco”. Cuando se necesitaba un capital se cortaba madera y se llevaba al aserradero del pueblo o de la villa, donde estaba asegurado el cobro.
“Hoy gana la industria, gana la pastera, gana el aserradero, gana el transporte… Y lo que queda, para el propietario forestal. Hagámoslo al revés –reclama PROFOAS-. Que gane el propietario y, lo que quede, para que ganen también los demás. Que la materia prima es del propietario. Este es el único sector en el que la materia prima no está reconocida”.
La amenaza del goniptero
Actualmente, el tipo de cultivo que mayor auge tiene es el del eucalipto. Por su demanda y por tratarse de una especie de crecimiento rápido. El sector ve de nuevo amenazada su prosperidad; en esta ocasión debido al goniptero; un escarabajo que come la hoja adulta del eucalipto y resulta difícil de combatir.
A pesar de todo, desde PROFOAS animamos a las nuevas generaciones que se ocupen de sus parcelas y del monte asturiano, en general. “El apego al monte se diluye, la rentabilidad es mínima y los problemas, como queda dicho, graves y acuciantes –concluye Iván Castaño-. Tampoco percibimos por parte de la sociedad reconocimiento a nuestra labor de gestión y preservación del monte. Pero, frente a la desilusión y el desánimo, en PROFOAS optamos por trabajar y seguir reivindicando lo que el monte de Asturias necesita y requiere para pervivir y prosperar. Porque si se gestionara bien, podría dar mucho empleo y mucha riqueza, recuperando personas y familias para los pueblos y el medio rural en general”.