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Vuelven a subir la luz y el gas: ¿has pensado en una casa pasiva?

La subida de algunas de las facturas del hogar anima cada vez a un mayor número de personas a apostar por casas pasivas.

Desde el pasado 1 de enero la factura del gas nos costará un 6% más que el año pasado, y lo mismo ocurre con otros suministros básicos como la luz. Si bien es verdad que esta última ha visto congeladas sus tarifas este mes de enero, no debemos olvidar que su precio se incrementó en un 7,3% el pasado mes de diciembre, es decir, hace menos de un mes.

Estas subidas, que se suman a otras en sectores como el transporte, telecomunicaciones o alimentación, se han convertido ya en acontecimiento ineludible cada mes de enero. En el caso de la luz, el gas u otros suministros propios del hogar, muchas personas empiezan a valorar la adquisición de viviendas pasivas, es decir, aquellas construidas de acuerdo con unos principios pasivos (aislamiento, hermeticidad, ventilación, etc.) que apuestan por el menor consumo energético posible y el mayor confort y salubridad.

Un aspecto clave en este tipo de construcciones es la orientación y material de las ventanas, con el fin de aprovechar al máximo la luz y la radiación solar, evitando así la excesiva dependencia de fuentes de energía “externas”. En consonancia con otra de las características de las casas pasivas, la sostenibilidad de sus materiales, en los últimos años las ventanas de madera están ganando cada vez más adeptos ya que, a los beneficios mencionados anteriormente, se suman otros como su gran capacidad de aislamiento térmico, su estética, calidez y larga vida útil. Así lo confirman desde la Asociación Española de Fabricantes de Ventanas de Madera (ASOMA).

El consumo energético nulo o casi nulo en las nuevas viviendas es uno de los objetivos a corto y medio plazo marcados por instituciones y organismos. De hecho, así lo indica la directiva Europea 2010/31/EU, la cual ya instaba a que a partir del año 2018 en edificación pública y 2020 para el resto de edificios de nueva construcción, el consumo energético fuese lo más bajo posible.

Pero más allá de directrices gubernamentales, los consumidores siguen comprobando, año tras año, como sus facturas de luz, gas, agua, etc no dejan de incrementarse. Por esta razón, el sector de las viviendas pasivas está haciéndose un hueco cada vez más importante en el mercado inmobiliario gracias a un buen número de ventajas que mejoran la salud de nuestros bolsillos a corto y medio plazo y que, además, contribuyen a la sostenibilidad del planeta.

¿QUÉ ES UNA CASA PASIVA?

Una vivienda pasiva es aquella construida de acuerdo a los principios del estándar alemán Passivhaus (aislamiento, hermeticidad, ventilación, orientación, aprovechamiento de la radiación solar, etc.), y que apuesta por un menor consumo energético, sin renunciar al mayor confort posible. Además, para su construcción se emplean materiales y procedimientos de bajo impacto ambiental.

Al hilo de ese incremento del precio de la luz y el gas, el ahorro en calefacción y refrigeración en estas casas puede llegar al 80 o 90% , ya que no necesitan una fuente de energía para cubrir sus necesidades energéticas.

SUS 5 PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS

  1. Excelente aislamiento térmico.
    Se estima que un aislamiento deficiente de nuestra vivienda puede hacer que consumamos un 30% más de energía. Si, por el contrario, contamos con un buen aislamiento térmico reduciremos las pérdidas de calor en invierno y aumentaremos las altas temperaturas en verano, lo que supone menor gasto energético de luz en dispositivos de climatización.
  2. Estanqueidad del aire.
    Esto evita que el aire frío o caliente (dependiendo de la época del año) se cuele en nuestra vivienda a través de ventanas, huecos y puertas. En las viviendas pasivas la estanqueidad del aire se logra cuidando la ejecución de las juntas durante la construcción.
  3. Ausencia de puentes térmicos.
    Los puentes térmicos son lugares de la envolvente de una casa por donde se transmite más fácilmente el calor o frío hacia otras habitaciones. Se pueden originar debido a cuestiones geométricas, diferencias en los patrones de conductividad de los materiales empleados para su construcción o, simplemente, por el diferente espesor de los materiales.
  4. Ventilación mecánica con recuperación de calor.
    Este concepto consiste básicamente en saber aprovechar el calor que desprenden los electrodomésticos y las personas por el sistema de ventilación, calentando el aire limpio entrante antes de expulsar el aire interior. Existen estudios que afirman que la demanda de calefacción y refrigeración se reduce en estos casos a 15 kWh.
  5. Ventanas de calidad y correctamente orientadas.
    La mala calidad de puertas y ventanas suele ser otra de las principales causas en la deficiente eficiencia energética de una vivienda, ya que son vía por donde fácilmente puede entrar o salir aire. Por ejemplo, se estima que un malas ventanas pueden representar un 25% o 30% más de gasto de calefacción en una casa.Existen una serie de aspectos clave que debemos tener en cuenta cuando hablamos de ventanas: su ubicación u orientación respecto a la trayectoria solar, el número de vidrios o acristalamientos que las componen o los materiales usados para su fabricación, los cuales deben tener muy baja transmitancia térmica.

Si hablamos de estos materiales, la madera se posiciona cada vez más como uno de los componentes preferidos en este tipo de construcciones, porque comparten con éstas varias ventajas, a la vez que son consideradas ya un referente de calidad y respeto al medio ambiente.

VENTANAS DE MADERA Y CASAS PASIVAS: IDÉNTICA FILOSOFÍA… Y VENTAJAS

Ventanas de madera y construcciones pasivas confluyen bajo una misma premisa: respeto al medio ambiente. Para Oskar Huidobro, presidente de (ASOMA), la instalación de ventanas de madera supone «dar un paso más en la filosofía de las construcciones pasivas, alineando objetivos y cerrando el círculo en cuanto a la máxima eficiencia energética posible».

Pero, ¿cuáles son esas ventajas que las ventanas de madera comparten con las viviendas pasivas y que las convierten en aliadas perfectas? Aquí van las principales:

AISLAMIENTO TÉRMICO

Las construcciones pasivas emplean un conjunto de materiales y de técnicas de instalación que tienen como principal propósito reducir la transmisión de calor hacia otros elementos o espacios no deseados. La razón por la cual la madera funciona tan bien como aislante térmico está en su estructura celular. Las fibras que la conforman no acumulan el calor como la mampostería y mucho menos que metales conductores del calor y la electricidad como el acero o el aluminio.

AHORRO ENERGÉTICO

La madera tiene unas propiedades únicas: es renovable, sostenible, permeable, aislante acústico, térmico y eléctrico, y tiene muy buena respuesta estructural ya que aguanta muy bien las cargas. Gracias a estas propiedades, potencia aún más el ahorro en calefacción o aire acondicionado de las viviendas pasivas. «Con el uso de ventanas de madera la transmisión de calor entre un lugar cálido y un lugar frío es más fácil de minimizar que si empleamos otro tipo de material, ya que la madera resulta el material aislante por naturaleza, cuya estructura interna porosa y llena de aire supone el mejor aislante térmico y acústico, mejorando el confort» afirma Huidobro.

SU PRECIO SE AMORTIZA EN UN CORTO PERIODO DE TIEMPO

Durante su uso, y gracias a su gran aislamiento térmico y estanqueidad del aire, tanto la ventana de madera como la vivienda pasiva ayudan a ahorrar grandes cantidades de energía, provocando que su precio se amortice en un corto plazo. El presidente de ASOMA recuerda que «sólo un centímetro de madera aísla tanto como diez de ladrillo».

ALIADAS CONTRA LA CONTAMINACIÓN

Una casa pasiva contamina menos, sencillamente, porque consume menos energía. Además, cuando necesita energía ésta siempre es renovable, por lo que las emisiones de CO2 durante el ciclo de vida de la casa son mínimas.

Lo mismo ocurre con las ventanas de madera, cuya huella de carbono es nula o casi imperceptible, sobre todo en comparación con materiales como el cemento, el plástico, el metal o los ladrillos.

Recordemos que la huella de carbono se podría definir como la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto.

BUENAS PARA NUESTRA SALUD

Tanto las viviendas pasivas en general, como las ventanas de madera en particular, evitan aglomeraciones de gas radón y COV en las viviendas, atenuando la humedad en el ambiente y actuando como barrera ante los campos electromagnéticos de los hogares.