«Nos gustaría pensar que es imposible que se repitan veranos con más de 400.000 hectáreas calcinadas y decenas de fallecidos por causa del fuego», ha declarado Miguel Ángel Soto, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace España. «Pero ante el gran número de accidentes, negligencias e intencionalidad en el origen del fuego, y con las proyecciones de los expertos en cambio climático, nos tememos que este escenario podría volver a producirse».
Greenpeace describe en su informe los seis ingredientes que tienen que conjugarse para provocar veranos catastróficos con un alto número de incendios, de alta intensidad y con una gran superficie afectada por el fuego. Estos ingredientes son:
– La pervivencia de las causas del origen del fuego (chispas producidas por maquinaria agrícola y forestal, quema agrícolas y ganaderas, negligencias, alta intencionalidad, pirómanos, etc.).
– La falta de gestión forestal preventiva.
– Los fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, sequías) como los que estamos viviendo actualmente, debido al cambio climático.
– El aumento de la cada vez es más difusa línea que separa la superficie forestal con urbanizaciones y viviendas fuera de los núcleos rurales, conocida como interfaz urbano-forestal.
– La “paradoja de la extinción” que pone el dedo en la contradicción que supone que el “éxito” en la extinción de los incendios, la erradicación casi total del fuego, supone un incremento del riesgo de incendio forestal, debido a la acumulación de combustible.
– Los recortes en gestión forestal, prevención y extinción de incendios, así como la precarización laboral y privatización del colectivo dedicado a la extinción de incendios.
El informe recoge las opiniones de expertos en prevención y extinción de incendios en relación a la necesidad de reproducir el régimen natural de incendios de los montes mediterráneos a través del uso controlado del fuego en condiciones meteorológicas favorables (quemas prescritas) con el objetivo de reducir la carga de combustible y minimizar el riesgo de grandes incendios forestales.
«El peligro no son los incendios forestales en general, no es el fuego. El verdadero peligro son las perturbaciones extremas, los incendios de alta intensidad, los incendios incontrolables debido al cóctel formado por acumulación y continuidad del combustible, abandono rural y cambio climático», ha añadido Soto.
Greenpeace demanda en su informe una gestión más activa del paisaje que tienda a la imitación a pequeña escala del régimen natural de incendios: a través de las quemas prescritas, explotación forestal, extracción de biomasa para uso energético, ganadería extensiva, etc. Son necesarios ecosistemas forestales y paisajes más resilentes al fuego y a los escenarios del cambio climático. También, el informe concluye que es necesario un mayor apoyo a las Fiscalías de Medio Ambiente en el esclarecimiento y persecución del delito de incendio forestal, así como la necesidad de que en la cumbre del clima de París, el próximo mes de diciembre, se alcance un tratado internacional ambicioso y vinculante que tenga como objetivo evitar que las temperaturas globales aumenten por encima de los 2 ºC, o incluso 1,5 ºC.
«Si queremos evitar que sean los grandes incendios forestales los que gestionen el paisaje durante los fenómenos meteorológicos extremos, como ha ocurrido recientemente en la comarca de Cinco Villas, tendremos que actuar nosotros antes de que lo haga el fuego», ha concluido Soto. «La inacción nos condena a más, más intensos y más destructivos incendios forestales».