Un estudio de la Comisión Europea revela que en los últimos diez años, los costes regulatorios se han más que triplicado en la industria papelera. Como media, los costes regulatorios directos y los indirectos relacionados con el Mercado de Emisiones de CO2, vía incremento de los precios de la electricidad, han absorbido más del 40% de la rentabilidad anual del sector (beneficios antes de intereses e impuestos) desde 2004, lo que supone 1.400 millones de euros al año.
La valoración del coste acumulado realizada por Technopolis para la Comisión Europea (DG GROW), en el marco de la agenda de la CE para garantizar una regulación inteligente, revela la verdadera magnitud de los costes regulatorios en campos como el clima, la energía y las políticas medioambientales. Dos tercios del total se deben a la regulación sobre cambio climático y energía.
Esta carga regulatoria disminuye la capacidad inversora del sector, a la vez que desalienta la asignación de capital a proyectos en Europa. Y lo hace en un momento en que la industria papelera europea está comprometida con una ambiciosa agenda inversora, que prevé un incremento del 40% en las inversiones del sector en su proceso de transformación para liderar en Europa la bioeconomía baja en carbono.
La industria reafirma su Hoja de ruta 2050 para liderar la transición de Europa hacia la bioeconomía
Pese a que la UE lidera el compromiso a favor de una regulación más inteligente y una mayor inversión industrial, estos costes no han disminuido desde 2004. Muy al contrario, el coste de la carga regulatoria puede incrementarse con la nueva regulación sobre las grandes plantas de biomasa y las políticas relacionadas con energía y Mercado de Emisiones de CO2.
Para evitar esta continua erosión de la competitividad de la industria la UE y los Estados Miembros deben restaurar las condiciones necesarias para estimular la inversión. La industria papelera comparte con la Comisión Europea una agenda común sobre sostenibilidad y cambio climático. La industria reafirma su Hoja de ruta 2050 para liderar la transición de Europa hacia la bioeconomía, para lo que el sector reducirá su huella de carbono en un 80% e incrementará la creación de valor añadido en un 50% para 2050.