Desde finales de 2020, y a lo largo de 2021, los principales fabricantes de pinturas, recubrimientos, barnices y tintas de imprimir se han visto sometidos a una presión sin precedentes sobre sus materias primas. Ahora la guerra en Ucrania ha generado una continuidad de esta tendencia, cuando parecía que el efecto del COVID empezaba a anunciar un aplacamiento de la tormenta.
Tal como informa ASEFAPI -Asociación Española de Fabricantes de Pinturas y Tintas de Imprimir-, se ha retomado una aceleración y una generalización de las tendencias al alza de los costes de producción de esta industria y nuevas dificultades de abastecimiento en determinados materiales estratégicos de lo que la cifra del incremento del IPC en un 9,8% es una evidencia más.
El transporte de mercancías, el coste del combustible y la disponibilidad de los transportistas están sometidos a una fuerte presión alcista. Adicionalmente en España el país ha sido sometido a la restricción del transporte por una huelga salvaje que todavía no está totalmente resuelta y llevará varias semanas y costes adicionales recuperar la situación de suministro previa.
El sector ha tenido que activar planes de emergencia para seguir entregando a todos los clientes dentro de las posibilidades. En muchos casos no ha sido posible.
Todas las materias primas utilizadas en la fabricación están experimentando un fuerte aumento de precio de sustancias de la química mineral, utilizadas principalmente como pigmentos, y de sustancias de la química orgánica, de origen petrolífero o biológico, producidas a partir de industrias altamente electrointensivas. La situación del dióxido de titanio es especialmente delicada, así como las resinas alquídicas, los isocianatos, los epoxis, ciertas resinas acrílicas y ciertos disolventes (MEK, MIBK) están especialmente sometidos a presión.
Además del incremento en precio muchas empresas sufren dificultades de suministro para el dióxido de titanio, la nitrocelulosa, el etanol, el acetato de etilo, el polifosfato de amonio, las emulsiones acrílicas, los éteres de celulosa, las resinas alquídicas, el uretano, los endurecedores de PU, la sílice pirógena, el talco, la barita, etc.
El coste de los envases no ha escapado a esta situación: tanto para los envases de plástico como para los de metal. El coste de los palés de madera sigue alcanzando niveles históricos.
No olvidemos añadir a todo ello el coste de la energía, el salarial y el de la nueva legislación que se está aprobando en Europa y en España y que significa nuevos costes y dificultades.
Entretanto, no se prevén perspectivas positivas a corto y medio plazo.
Hasta ahora, los fabricantes de pinturas, barnices y tintas han asumido el choque proponiendo, a veces con dificultad, aumentos de precios controlados y muy por debajo de los datos de inflación como muestran los datos del INE de productos industriales.
La capacidad de los sectores económicos para entender la situación de sus suministradores será decisiva para garantizar la supervivencia de una gran parte de las pymes y, en consecuencia, para evitar la desindustrialización del país.