Tal vez sea por una escasa cultura sobre la madera como elemento constructivo o por un mercado de la vivienda de madera todavía incipiente en nuestro país, la cuestión es que hay ciertos mitos infundados que frenan el despegue definitivo de la bioarquitectura y las casas pasivas o bioclimáticas. En este artículo vamos a desmontar algunos falsos mitos que circulan alrededor de las viviendas de madera.
LA RESISTENCIA AL FUEGO
Por ignorancia o por confusión, el fuego es el principal argumento que se esgrime contra el uso de la madera en la construcción. Pues bien, la primera premisa que hay que conocer al respecto es que ningún tipo de material constructivo es ignífugo. Todos reaccionan de una u otra forma ante el fuego.
Otro mito para desmentir es que el comportamiento de la madera frente al fuego es peor que el que se da en otros materiales. Esto no responde a la realidad, más bien al contrario. El comportamiento de las viviendas de madera es más resistente y estable que el que se consigue en construcciones realizadas con materiales como el hierro o el hormigón. El hierro sufre deformaciones a partir de los 450ºC. Llegado a este punto, la estructura se colapsa y se hunde. Si se trata de hormigón, puede ocurrir que la estructura se mantenga después de un incendio, pero que sea del todo inservible y exija su derribo.
Además, en la construcción de viviendas de madera se utilizan revestimientos y aislamientos, como la gama CEDRIA Fuego, que contribuyen a retrasar la acción del fuego.
También es interesante destacar que los daños ocasionados por el fuego sobre la estructura de madera siempre resultarán menores desde el punto de vista de reparación, puesto que suele bastar la reposición de la zona afectada sin necesidad de actuar sobre otras zonas o, en caso extremo, recurrir al derribo.
Finalmente, hay que destacar la existencia de una legislación que establece y regula el hecho constructivo en madera y su relación con la combustión, llama y fuego.
LA DURABILIDAD Y ROBUSTEZ CONSTRUCTIVA
En países del norte de Europa es habitual encontrar viviendas de madera habitadas con más de 200 años de existencia. Por ejemplo, en Finlandia, cerca del pueblo de Petalax hay un poblado de casitas de troncos con más de 800 años. Esta “edad” es difícil de encontrar en construcciones con materiales distintos a la madera.
Como elemento natural que es, sobre la madera actúan una serie de factores de riesgo también naturales. Es el caso de los rayos solares, la humedad ambiental, el agua, los insectos xilófagos o el ataque de hongos. Un correcto tratamiento y protección inicial, seguido de unos mantenimientos en la misma línea, reducirán el riesgo de deterioro de una estructura de madera a un nivel cercano a cero.
La gama Intemperie de CEDRIA está compuesta de productos específicos para cada tipo de madera y factores de riesgo. El uso de este tipo de productos explica la longevidad de muchas construcciones que podemos encontrar a lo largo y ancho del planeta.
LA NECESIDAD DE UN MANTENIMIENTO CONSTANTE
Es evidente que la construcción de madera exige mantenimiento. No es menos evidente que también lo exige cualquier construcción con cualquier otro tipo de material. Aun así, aceptemos que la madera necesite un nivel superior de mantenimiento. En este caso, podemos afirmar que el coste medio de los mantenimientos será sustancialmente inferior al requerido por otros materiales, tanto desde un punto de vista de tiempo como de facilidad de aplicación y costes. De este modo, si analizamos el mantenimiento desde la perspectiva de la rentabilidad, los realizados sobre construcciones de madera suelen ser más ventajosos.
EL ENVEJECIMIENTO, PÉRDIDA DE BELLEZA Y FACTORES DE RIESGO
La elección de la especie de madera es determinante para hacer una prevención correcta de los factores de riesgo. Previendo dichos factores, elegiremos la especie que de forma natural mejor los afronte.
No obstante, y en especial para cuando es difícil una preservación natural -es muy complicado que las sustancias químicas que impregnan el duramen de los árboles sean siempre 100% eficaces-, es sencillo y económico lograr los objetivos de durabilidad, robustez y mantenimiento de las propiedades naturales originales de la madera.
Mantener estas propiedades químicas, físicas y mecánicas originales, así como su belleza natural, se logra aplicando soluciones preventivas, protectoras, revitalizadoras y embellecedoras como las desarrolladas por CEDRIA para cada especie de madera.
La aplicación de tratamientos y productos específicos para cada tipo de madera, además de proteger y embellecer, garantizan una larga vida a la madera.
Algunas fuentes estiman que una casa de madera de pino o abeto, con un mantenimiento apropiado, puede durar en torno a los 100 años sin necesidad de grandes inversiones en mantenimiento.
LA RESISTENCIA Y CORROSIÓN
Desde el punto de vista físico-mecánico, la madera muestra una elevada dureza y resistencia, combinada con una característica de flexibilidad única. Esto se traduce en un nivel de absorción de cargas e impactos muy elevado que son imposibles de encontrar en cualquier otro material estructural usado de forma habitual.
Estas características de la madera la convierten en un material constructivo muy apreciado y útil en zonas de alto riesgo sísmico, por ejemplo.
EL AGUA Y LA HUMEDAD
La madera tiene la capacidad de auto regular su grado de humedad interior. Esta singularidad hace que no altere su comportamiento cuando está mojada. En este punto, hay que destacar que sobre todo en maderas exteriores expuestas a la lluvia o nieve, por ejemplo, la aplicación de lasures es muy recomendable, puesto que, a diferencia de los barnices, no crean película superficial.
El lasur se aplica a poro abierto, penetrando en la madera y permitiendo la regulación de la humedad por evaporación. Evidentemente, la película que crea el barniz impide esta imprescindible transpiración reguladora y elimina la singularidad auto reguladora y todos sus beneficios.
LA SOSTENIBILIDAD
No caeremos en el error de afirmar que la madera es el único material constructivo sostenible desde el punto de vista de impacto ambiental. Pero sí podemos concluir que, frente a los más habituales en nuestras latitudes, la madera es de los más respetuoso y sostenible.
Es totalmente natural, reciclable, reutilizable, no genera residuos perjudiciales para el hombre o el planeta, y de forma natural no provoca emisiones de CO2.
Desde el punto de vista de la arquitectura bioclimática, la madera es el eje central de la construcción y, en consecuencia, el material que mejor la simboliza.
Las viviendas bioclimáticas son construcciones que persiguen la eficiencia energética, la autosuficiencia e incluso el excedente energético.
La sostenibilidad y el ahorro energético se logran gracias a los materiales de construcción empleados, al estilo de vida de sus habitantes y a factores clave como la ubicación, orientación, al uso de energías renovables y de otras tecnologías verdes.
A todo ello, hoy en día hay que sumar los nuevos productos que se han desarrollado para proteger y embellecer la madera. Algunos ejemplos son el Cedria dekor lasur y el Cedria lasur ecológico zero voc.
CEDRIA Dekor es el primer lasur al agua de España y uno de los primeros de Europa con certificación de Huella de Carbono, en este caso 1,279 kgCO2e. Esta información es esencial para los consumidores que desean reducir su huella ecológica y mitigar las consecuencias del cambio climático, con huellas de carbono muy bajas.
CEDRIA lasur ecológico zero voc es el primer lasur con una formulación inocua para la salud humana y el medio ambiente. Este protector para la madera contiene hasta un 98% de sustancias de origen biológico. De esta manera, se asegura que el impacto medio ambiental sea el menor posible en todo el ciclo del producto, desde el origen de la materia prima hasta la aplicación final.
CONCLUSIÓN
Nada es perfecto. Sin embargo, algunas cosas son mejores, más naturales, más eficientes, sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Desde cualquiera de estos prismas, la madera va tomando un gran protagonismo en la construcción de viviendas y su futuro se está volviendo presente a un ritmo vertiginoso.