Se conoce desde hace bastante que los usos del cáñamo van mucho más allá de la aplicación recreativa o terapéutica que proporciona su variedad sativa, la controvertida marihuana, esa planta que deja indiferente a pocos en su análisis.
A pesar de que en las décadas más recientes se le haya poco menos que estigmatizado, la realidad nos aporta que desde que tenemos memoria, se ha empleado para elaborar productos de muy distintos tipos.
Hacemos referencia, por ejemplo, a vestidos de toda clase, papel, o elementos más sorprendentes. Por ejemplo, las velas de las embarcaciones que llevaron a Cristóbal Colón hasta América, estaban fabricadas con dicho material, o incluso, la bandera de Estados Unidos con la que se aprobó en 1776 la Declaración de Independencia. Tales ejemplos dan buena prueba de las múltiples aplicaciones que puede atribuírsele a esta sorprendente planta.
La imperiosa obligación que tenemos de crear un futuro mundo, teniendo más en cuenta la sostenibilidad como pilar de supervivencia, ha llegado también al sector de la construcción. Precisamente, la construcción, valga la redundancia, y el cáñamo, guardan una relación nada desdeñable, ya que éste desempeña un papel bastante trascendente cuando nos referimos a conceptos tan importantes como economía, calidad, o la citada sostenibilidad en la construcción.
Ese cierto afán por desarrollar técnicas novedosas y eficaces, comienza a contemplarse con buenas perspectivas en diversas naciones de todo el planeta, que están legalizando paulatinamente distintas variedades industriales de cannabis sativa (nombre científico del cáñamo), con el objetivo de sumarse al firme intento de apostar por el desarrollo sostenible.
Este sector, representa nada menos que el 40 % del consumo de energía total que se gasta en el mundo. A ello, hemos de añadir algo así como un 40 % más en materias primas.
Las nuevas tendencias pasan por la utilización para el trabajo de morteros vegetales, mucho más ecológicos, y estudiados a conciencia en numerosas facultades universitarias de toda Europa.
Una de ellas es la Universidad de Bath, en Inglaterra, que emprendió en el pasado 2013 un estudio bastante suculento, y que ofrecía sugerencias sobre la utilización de esta planta como material para una construcción saludable y ecológica de los edificios.
Este material nuevo brinda importantes ventajas, por tratarse de una materia barata, de bajo coste, y no menos resistente. Según estos investigadores ingleses, para construir una casa convencional que posea tres habitaciones, un baño, una cocina, y un salón, únicamente se necesitaría la plantación de marihuana equivalente a un campo de rugby estándar durante poco más de tres o cuatro meses.
En Alemania, la marihuana se emplea más para restaurar casas antiguas de madera. Así, pueden resolverse las exigencias de temperatura, sin incidir negativamente en la solidez de la estructura. En la nación teutona también es utilizado como material aislante de relleno, ya sea bajo cubierta, o entre plantas.
En lo que respecta a nuestro país, se han incorporado otros sistemas pioneros y de actualidad a nivel planetario como el cannabric, dada la escasez de madera estructural que tenemos en España, y nuestras condiciones climatológicas. El coste de estos materiales es bastante menor que en otros modelos precedentes, y requiere menos material transformado mediante energía, siendo por lo tanto, más respetuoso con el medio. Gran capacidad aislante, probada incluso en temperaturas extremas.
Pasan los años, y los usos del cáñamo siguen sorprendiendo todavía a propios y extraños…