Y se estima que para 2011 la vivienda residencial puede caer en torno a otro 14%.
Obviamente el arquitecto, al igual que el constructor, el industrial o el instalador, está obligado a mirar hacia la internacionalización y la rehabilitación. «Pongamos en valor los edificios que tenemos», defendieron en EXPONAN primeros espadas de la profesión.
«Lo único positivo de la crisis es que permite reflexionar, y analizar la arquitectura que se ha estado haciendo durante los últimos años que, a todas luces, ha sido excesiva», señaló Enrique Álvarez Sala en la IV Entrega de Premios de Arquitectura y Construcción. A su juicio, esto ha sido consecuencia de la demanda de la sociedad, en concreto de los promotores y, en alguna medida, de la vanidad de algunos arquitectos, quienes han intentado generar iconos sistemáticamente. Esta situación ha generado sobrecostes que no están justificados. «Es lógico que una gran empresa o institución quiera para sí un edificio representativo; si es posible emblemático -añade Álvarez Sala-. Sin embargo, en la actual situación de crisis económica y también medioambiental, tal vez lo lógico es optimizar y racionalizar los recursos. De hecho, se puede diseñar proyectos más que dignos con materiales más baratos. Llegó el momento de resolver esta cuestión».
José María Tomás habló en EXPONAN de un ciclo económico extenuado. «Procede reorientar la ciudad desde el sentido de la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente -comentó-, el aprovechamiento de la energía es ya el eje de los proyectos de nueva edificación y rehabilitación».
«El futuro está fuera de España, pero afuera nadie nos ha llamado, nadie nos espera, además tienen arquitectos locales -afirmó Rafael de La-Hoz-. Irrumpimos allá en hordas, de forma desordenada. Y la diplomacia española, llave para ayudarnos, está en otra cosa».
«Existe un volumen enorme de infraestructuras y edificios construidos durante los últimos 40 años cuya funcionalidad estructural y sus materiales son obsoletos -señala José María Tomás-. Nuestra misión es reinventarlos».
«¿Es mejor desechar los edificios que no son valiosos? -Javier Maroto invitó a sus colegas a repensar esta cuestión-. Yo voto por adaptarlos para nuevos usos, consolidar lo existente, mejorándolo. Destruir y derribar es un trauma y un gasto para la ciudad. Además, lo vulgar puede ser convertido en excepcional, pero no tiene sentido innovar sin mejoras y sin rendimiento… discriminemos lo innecesario y tengamos claro a lo que aspiramos», sentenció el prestigioso arquitecto, quien apunta la accesibilidad y la sostenibilidad como factores básicos de la arquitectura del futuro.