Piñor, el pueblo que apostó por la fabricación de ataúdes

En las últimas semanas las nueve fábricas del municipio orensano, de poco más de un millar de habitantes, han tenido que duplicar su producción.

Piñor, un pueblo de Orense de 1.176 habitantes, es un ejemplo de paro cero en España empleando los recursos forestales. En las últimas semanas es noticia al ser conocido como el pueblo de las fábricas de ataúdes; no en vano hay nueve, aunque en épocas pasadas llegaron a ser 13. Además, en el municipio vecino de Ribadavia hay otra fábrica de cajas fúnebres.

“Estamos hablando ya de tres generaciones de negocio”, explica el alcalde de Piñor, José Luis González Rodríguez, quien también regenta una fábrica de ataúdes bajo su mismo nombre. “Había aserraderos que serraban los pinos, que eran exportados a varios países, y nuestros antepasados decidieron aprovechar es materia prima para hacer ataúdes de madera de pino, ahí empezó todo”, explica.

La fabricación de los ataúdes fue evolucionando hasta nuestros días. Los primeros eran como capillas, con tres puertas, para poder velar a los muertos en las casas. Eran realizados en madera de pino. Luego se empezó a demandar la forma curvada, una técnica realizada en Valencia. Por eso, todas las fábricas de atúdes de Piñor, excepto Ataúdes Gallego -la más grande y que cuenta con su propio sistema para curvar-, traen la madera curvada, en este caso el fromager, ya desde Valencia.

Con motivo de la llegada del coronavirus a España, la demanda de atúdes en las fábricas de este municipio gallego se vio desbordada, en un mes en el que, por ejemplo, la fábrica de González Rodríguez ha hecho unos 400 ataúdes. “Para atender la fuerte demanda que se desencadenó al irrumpir la crisis del coronavirus en España, los fabricantes tuvimos que ampliar turnos para duplicar la producción, al tiempo que fuimos adaptando nuestras manufacturas a la urgencia de la pandemia, con ataúdes del modelo básico destinados a la incineración”, explica el alcalde.

Unas cajas mucho más sencillas, de tapa plana, laterales lisos y pomos de madera. Se barnizan al agua y no llevan herrajes, ni cristal, ni cerradura, ni molduras. “La demanda por parte de las funerarias se disparó. Ahora parece que se ha calmado un poco la cosa, pero hace unas semanas tuvimos mucha demanda y hubo un colapso, las muertes se dispararon”, relata González Rodríguez.

Una gran oferta de sus ataúdes que no siempre ha sido así, más en los últimos años con la competencia del mercado chino y sus precios. “Son de menor calidad, pero no podíamos competir con sus precios. Muchas funerarias y compañías de seguros decidieron comparar las cajas chinas, lo cual hizo mucho daño en el sector”, recuerda el alcalde de Piñor, quien rememora cómo las fábricas de ataúdes de Piñor, en este caso la suya, tuvo que reducir la plantilla a la mitad, de diez a cinco empleados.

En la actualidad, unas 50 personas están trabajando en las nueve fábricas de ataúdes de Piñor; la más grande es Ataúdes Gallego, que tiene contratadas a 25 personas. “Es la que más exporta de todas y una pionera del modelo ecológico, elaborado con materiales 100% biodegradables”, apunta el alcalde del municipio orensano.

González Rodríguez espera que esta situación excepcional sea un “toque de atención” a las empresas del sector, que ahora reclaman material gallego frente al importado de Oriente. “Siempre han tenido margen para comprar los ataúdes aquí. Esperemos que la situación ahora cambie y vuelvan a comprar producto español”, esgrime.

VIVIR DE LOS RECURSOS FORESTALES

El ejemplo de Piñor habría que seguir como modelo en otras zonas rurales de nuestro país, ya que sabiendo aprovechar los recursos forestales, este municipio orensano no tiene desempleados. “Nuestos padres y abuelos apostaron por vivir de los pinos y de nuestro monte. El primer fabricante de cajas de pino tenía aprendices, esos aprendices montaron sus propias fábricas con sus propios obreros, y estos también se emanciparon hasta que el negocio involucró a todas las familias”, recuerda el primer edil.

Pero es que además de las nueve fábricas de atúdes, Piñor cuenta con dos aserraderos. Uno de ellos da empleo a unas 150 personas. “Viene gente de otros lugares de la zona a trabajar en ese aserradero, que se dedica a las cajas para vino, frutas….”, concluye González Rodríguez.