Los bosques tropicales cubren sólo el 7% del planeta, pero contienen el 50% de la biodivesidad mundial. Sus ecosistemas regulan los flujos mundiales de agua, así como el clima. Apoyan directamente la subsistencia de más de mil millones de personas. El impacto del desarrollo económico mundial en la biodiversidad y las dificultades para frenar el cambio climático son hoy en día dos hechos indiscutibles.
La confusión resultante entre algunos, así como la conciencia del papel fundamental de los bosques tropicales dentro de las principales instituciones (FAO, Unión Europea, One Planet Summit), pone de relieve la importancia de la gestión forestal que inició, hace muchos años, por ejemplo una reflexión en profundidad sobre el futuro de los bosques de la Cuenca del Congo.
La iniciativa francesa, y pronto europea, de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Deforestación Importada (Stratégie Nationale de Lutte Contre la Déforestation Importée – «SNDI»), es un enfoque original y urgente a implementar para prevenir la desaparición de los bosques, despejando el camino para las plantaciones de soja o de aceite de palma. Si bien es común escuchar hablar de iniciativas concretas para reforestar áreas degradadas, es mucho más raro hoy en día presentar soluciones para combatir esta deforestación.
Sin embargo, ahora sabemos que la deforestación de los ambientes tropicales libera un promedio de 300 t de CO2 por hectárea con un efecto inmediato (sin mencionar la pérdida de biodiversidad como una de las consecuencias más resaltantes). En comparación, los efectos de la «reforestación» en términos de absorción de carbono sólo se sentirán en 10 a 15, o incluso 20 años, a un ritmo de 100 t de CO2/ha. Cabe recordar que, según un estudio de las Naciones Unidas, el costo estimado para la sociedad de una tonelada de carbono es de 100 dólares.
En vista de esto, está claro que salvar los bosques tropicales es la forma más eficaz y, por mucho, la más rentable para reducir nuestras emisiones de carbono.
Injustamente criticado durante demasiado tiempo, el sector forestal en África Central es el segundo mayor empleador después del Estado, y esto en lugares donde sus servicios están ausentes a menudo. Con la certificación forestal, ha surgido un círculo virtuoso de empleo y conservación. Los beneficios sociales y económicos de los servicios que prestan las empresas forestales certificadas se estiman en varios cientos de miles de millones de dólares.
Estas empresas son, sin duda, las mejores embajadoras del espíritu de responsabilidad del cual Europa quiere ser líder. Es vital que el sector forestal sea mejor comprendido por la sociedad civil y por las entidades públicas o privadas que pueden ayudarlos. Ahora hay una necesidad urgente de cambiar el sector de los bosques tropicales hacia la certificación a mayor escala.
Benoît Jobbé-Duval es el Director Ejecutivo de la Asociación Técnica Internacional de las Maderas Tropicales (ATIBT), una asociación fundada en 1951 y cuya misión es servir a la industria de la madera tropical, desde el bosque hasta el consumidor final.