Patxi Xabier Lezama, nacido en Zalla, Vizcaya, en 1967, es uno de los escultores españoles más destacados del surrealismo y de la escultura mitológica contemporánea. Integrante de la generación de escultores vascos que han renovado la tradición artística en la segunda mitad del siglo XX, Lezama se distingue por su profunda conexión con lo simbólico y lo mitológico, así como por su compromiso con el medio ambiente a través del reciclaje de materiales. Foto principal ©Beria
UNA MIRADA RENOVADA A LA CULTURA VASCA
La obra de Lezama refleja una toma de conciencia sobre la importancia de la cultura vasca, su origen, historia y tradiciones. Sin embargo, su visión no se limita a la simple conservación del folclore; más bien, busca modernizar y reinterpretar estos elementos ancestrales mediante la vanguardia artística. De esta manera, su trabajo aporta una nueva mirada a cuestiones que parecen atemporales, dándole un giro contemporáneo que invita a la reflexión.
EL RECICLAJE COMO MATERIA PRIMA Y CONCEPTO ARTÍSTICO
Uno de los aspectos más distintivos del escultor es su uso exclusivo de madera reciclada. Para Lezama, la materia no es simplemente un soporte, sino un símbolo de transformación y resistencia. Utiliza traviesas de tren retiradas, árboles derribados por temporales de viento o vigas provenientes de restauraciones de casas y caseríos. Un ejemplo emblemático es su escultura «Zaldi», realizada con madera procedente de la última restauración del Museo Las Encartaciones, obra de los arquitectos Javier Muñoz y Josu Urriolabeitia.
Este enfoque no solo subraya su compromiso con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, sino que también dota a sus obras de una carga simbólica profunda. La madera reciclada, cargada de historia y memoria, se convierte en un vehículo para expresar emociones, historias y heridas abiertas en la sociedad.
ZALDI: UN SÍMBOLO DE MEMORIA HISTÓRICA Y RESISTENCIA
Zaldi, en particular, es mucho más que una escultura. Es un grito silenciado, una vida dormida en forma de figura. La obra remite a los bombardeos de la Guerra Civil en Euskadi, especialmente a los devastadores ataques del 21 de junio de 1937 por parte de la Legión Cóndor alemana, en ayuda de las tropas franquistas. Este acontecimiento marcó profundamente la historia de Las Encartaciones y de toda Euskadi, donde miles de refugiados sufrieron más de 300 bombardeos en un período de trece meses.
En este contexto, Zaldi encarna un memorial, un emblema de dolor, destrucción y esperanza. La escultura se presenta como un grito desesperado, una figura que parece estar atrapada en un espacio que no es ni interior ni exterior, sino un sitio inhabitable y hostil. La boca abierta en un gesto de angustia refleja la vulnerabilidad y el sufrimiento de un pueblo, pero también la resistencia y la voluntad de levantarse.
La obra no busca una belleza estética tradicional; su fuerza radica en los sentimientos que evoca y en su capacidad de conectar con las emociones más profundas del espectador. Zaldi, en su carácter de tótem, se convierte en una invocación encapsulada, un recordatorio de los horrores pasados y de la necesidad de memoria y resistencia.
UNA MIRADA HACIA LA RENOVACIÓN Y LA ESPERANZA
A través de Zaldi y otras obras, Lezama plantea una dualidad: la destrucción y la renovación, la desesperación y la esperanza. La escultura contiene en su interior la carga de un pasado traumático, pero también la fuerza de un futuro posible. La vulnerabilidad de la figura y su esfuerzo por erguirse simbolizan la resistencia de una comunidad que, tras los horrores del conflicto, busca reconstruirse y renovar su identidad cultural y social.
El arte de Patxi Xabier Lezama, por tanto, no solo es una expresión estética, sino un acto de memoria, resistencia y transformación. Su compromiso con el reciclaje y su capacidad para transformar materiales desechados en poderosos símbolos artísticos hacen de su obra un ejemplo de cómo el arte puede ser un agente de cambio, capaz de dar voz a las historias silenciadas y de ofrecer una mirada esperanzadora hacia el futuro.
La obra de Lezama nos invita a reflexionar sobre la importancia de revalorizar nuestro patrimonio cultural y ambiental, y a entender el arte como una herramienta para preservar la memoria y promover la transformación social. Zaldi, como símbolo de resistencia, nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, la esperanza y la renovación son posibles cuando el arte se convierte en un acto de solidaridad y conciencia colectiva.