La madera es un recurso natural y renovable. Por ello, cada vez son más los estamentos a nivel europeo que la consideran una alternativa eficiente y sostenible al uso de plásticos. De hecho, a tenor de la demanda de trabajadores que mantienen las principales empresas del sector, queda claro que será uno de los recursos más importantes dentro del proceso de recuperación económica «verde» de la Unión Europea tras la crisis provocada por la pandemia de COVID-19.
¿Cómo colaborará la madera con el proceso europeo de recuperación verde?
En primer lugar, dando un impulso a la bioeconomía. Se trata de un modelo integral que se fundamenta en el aprovechamiento de los recursos naturales desde una perspectiva responsable y sostenible. Para ello, es necesario llevar a cabo una gestión forestal transparente que posibilite mantener la riqueza natural en el territorio del que se extrae y promocionar empleo estable.
El mejor ejemplo es Galicia, que se ha colocado como líder maderero en sectores como la construcción. Esta comunidad autónoma aporta el 60 % del total de madera cortada que se produce dentro del territorio nacional. Gran parte de ella también se dedica a la producción de celulosas no blanqueadas que, en muchos casos, pueden actuar como sustitutas del plástico por su baja porosidad.
Hay que tener en cuenta que, actualmente, el 80 % de la basura que se recoge en el mar es plástico. Son datos aportados por la Comisión Europea, que certifica que estos residuos acaban afectando a la salud de multitud de especies como, por ejemplo, ballenas, focas, tortugas, aves, peces y mariscos. Muchos de ellos, posteriormente, son consumidos por los humanos. Alternativas como la citada anteriormente, debido a su carácter biodegradable, reduce considerablemente este problema.
LA ECONOMÍA CIRCULAR Y LA MADERA
La madera, por su origen y propiedades, es fácil de tratar y transportar a través de técnicas como el efecto palanca. Por ello, encaja a la perfección en los principios de la economía circular. Estos se basan en la utilización y reutilización de los materiales de forma repetida y eficiente hasta llegar al final de su vida útil. Así se generan menos residuos y se emiten menos gases de efecto invernadero a la atmósfera como consecuencia de su manipulación.
Pero hay más aspectos en los que un mayor uso de la madera en detrimento del plástico puede ser útil. Hablamos, por ejemplo, de:
- La gestión forestal. Los incendios en España son cada vez más graves y habituales. El mejor ejemplo es el producido en Sierra Bermeja, Málaga, el cual solo se pudo controlar gracias a la lluvia. El uso de la madera puede evitar el abandono que sufren muchos lugares.
- Mantener la población de las zonas rurales e, incluso, hacerla crecer. La mayor parte de personas que emigra de los pueblos a las grandes urbes lo hace buscando mayores oportunidades de empleo.
¿Cómo saber que la madera que compramos procede de fuentes sostenibles?
Hay varios sellos y distintivos que ayudan al consumidor a reconocerla. Hablamos, por ejemplo, del certificado Residuo Cero concedido por AENOR, de la Distinción Oro de la Comisión Europea o de la ecoetiqueta Nordic Swan. Todos ellos reflejan que el producto final ha sido obtenido de fuentes renovables y sostenibles y que, en el proceso, se han emitido las menores cantidades posibles de gases de efecto invernadero.
En definitiva, la madera es un recurso natural con el que hemos convivido siempre pero que, en los últimos tiempos, parecía reservada a la fabricación de muebles y poco más. Sin embargo, tras décadas en las que el plástico ha sido protagonista en prácticamente todas las áreas del consumo, parece que va a recuperar su lugar privilegiado. Al fin y al cabo, se trata de un material sostenible, reciclable, renovable y biodegradable cuyo uso responsable protege el medioambiente, ayuda a repoblar zonas rurales y crear fuentes de empleo.