Desde que proHolz Austria inició su andadura en 2005 para fomentar un mayor y mejor uso de la madera como material de construcción, sabemos que representamos al material más ecológico, sostenible y que más innovaciones ha conocido en las últimas décadas.
Conocedores de sus cualidades, algunas de ellas incomparables respecto a otros materiales, que están haciendo que productos de uso común como el ladrillo, el hormigón y el acero estén perdiendo terreno paulatinamente ante la madera en Europa, es de rigor que divulguemos este nuevo panorama mostrando el futuro que se aproxima, cada vez más, también a nuestra península.
La incorporación en Centroeuropa y Escandinavia de los nuevos productos técnicos derivados de la madera presentados en infinitud de formatos como son tableros, piezas rectas, productos aislantes, etc., etc., está resultando fundamental para una nueva revolución en la construcción que posibilite la adaptación a las nuevas exigencias que marca el siglo XXI. Con los productos derivados de la madera es posible hacer más sencilla y económica la realización de construcción altamente eficiente desde el punto de vista energético, entre otras razones porque problemas como los puentes térmicos prácticamente desaparecen y las condensaciones que tantos problemas dan no aparecen en la madera correctamente tratada.
Los materiales «convencionales» tienen no solo gran dificultad para igualar estas características, sino que además traen consigo una carga que cada día pesa más, la emisión de CO2 que es necesaria para la fabricación de los mismos. Todos son grandes consumidores de energía en su proceso de fabricación de forma que hasta los edificios convencionales menos eficientes energéticamente, que consumen mucha energía para su funcionamiento durante su vida útil, habrán contribuido más con la energía gris, (energía que fue necesaria para fabricar el material de construcción), al efecto invernadero que la energía que consuman sus habitantes durante el día a día de toda la vida útil del edificio.
La producción de otros materiales no solo requiere gran cantidad de energía para llevarse a cabo, también supone en su mayor parte, un destructivo impacto medioambiental por el abuso en el uso de recursos naturales imprescindibles para su manufactura, como grandes cantidades de agua, sino que se emite gran variedad de sustancias tóxicas en muchos de estos procesos de fabricación. La madera, por el contrario no solo no supone un impacto medioambiental ni sustancias tóxicas durante su producción, sino que es biodegradable y solo produce riqueza a donde va, a lo largo de todo su ciclo de vida.
Las sociedades supieron a lo largo de la historia y a través del gran conocimiento del material de sus maestros carpinteros, construir estructuras que han sabido casi substraerse del paso del tiempo. Así, aprovechando al máximo las virtudes del material y limitando con un diseño y ejecución inteligentes los problemas derivados de los defectos del mismo, creaban estructuras que eran capaces de superar las exigencias más altas, desde cruzar la mar océana, hasta vadear grandes ríos y sostener copiosas nevadas en grandes cubiertas alpinas.
El panorama de futuro que se nos presenta, es sin embargo, el de un flujo de crédito ya no ilimitado como el que hemos vivido en la última década. Esto significa que los técnicos hemos de ofrecer soluciones más sencillas, eficaces y baratas que permitan que los miles de edificios antiguos existentes cuya estructura es de madera, sean rehabilitados en sus funciones y características para que sigan aportando beneficios a la sociedad. Tenemos que aprender a rehabilitar dentro de la lógica del material y reparar, mejorar o en su caso, sustituir la madera por madera. Tenemos que utilizar la técnica y los conocimientos de este material para conseguir el proyecto óptimo con el uso de los recursos imprescindibles, solo así podremos construir un futuro verdaderamente sostenible.
Manuel García Barbero
Arquitecto