He considerado apropiado hacer algunas reflexiones y acercarlas a la opinión pública, ahora que el ruido mediático se ha silenciado. Ha sido mucha la gente que nos ha preguntado: ¿Cómo se puede quemar un bosque en invierno? ¿Qué está pasando?
El fuego en el monte podría compararse a la salud en el ser humano. Nadie se da cuenta de lo bien que está hasta que la enfermedad le sorprende y entonces toma conciencia de la suerte que tenía. En el caso de los incendios sucede algo parecido: Hasta que el fuego no llega, el bosque no es noticia.
Las personas que trabajamos en el sector forestal sabemos que los incendios de invierno son más peligrosos que los de verano, a pesar de que es más difícil que se produzcan. Un invierno como este, poco generoso en lluvias y con vientos que desecan la cubierta vegetal, hace que todo esté preparado para que, cuando se produzca la chispa, comience la tragedia. Al mismo tiempo las prácticas culturales que se vienen realizando en las zonas rurales para la renovación de los pastos se hacen con la misma tranquilidad que se suelen hacer todos los inviernos. Sin embargo, las condiciones han cambiado.
Simplificando con un ejemplo, es como si el ganadero normalmente cuando hace las quemas en invierno estuviera con un mechero en medio de un charco de agua, sin embargo, este año ese charco de agua se ha convertido en gasolina.
Pero la responsabilidad de que se produzca un incendio no sólo es de los ganaderos. También hay gente que los provoca, y a veces se producen accidentes, como un árbol que cae y afecta a una línea eléctrica, además de otras muchas causas.
A todo esto hay que indicar que los medios de extinción y la intensidad de trabajo que se tiene en verano no es la misma en invierno ya que, como es comprensible, las posibilidades de incendio son muy bajas y el dinero que se destina a estos medios se reserva para la época habitual de incendios.
Hasta que el fuego no llega, el bosque no es noticia
Este hecho hace que la labor de los bomberos sea todavía más importante, por ello no quiero dejar escapar la oportunidad de felicitar y mostrar mi admiración por algunos de mis amigos, y en general por el cuerpo de bomberos que tan entregada e importante labor juega a la hora de extinguir un incendio, que en algunas ocasiones resulta complicado y muy arriesgado por la orografía del terreno y las siempre cambiantes condiciones atmosféricas.
Por todo lo expuesto anteriormente y aprovechando el hilo conductor del fuego, quiero volver a llamar la atención a la sociedad sobre la importancia que tiene que los profesionales del sector forestal sigamos trabajando los montes, cortando, plantando, haciendo gestión forestal, y hacerlo de manera sostenible.
Para ello es fundamental que se invierta en nuestros montes, seguir apostando por ellos y por los actores que forman parte del bosque: los propietarios forestales, la industria, los ingenieros de montes, el guarderío forestal…
En pocas palabras, el Gobierno de Navarra ha de velar porque se siga impulsando, dinamizando e invirtiendo en nuestra naturaleza, y eso ha de ser independiente del partido político que esté en el poder. Verdaderamente lo forestal es una actividad tan a largo plazo que deberían marcarse políticas estratégicas que fueran respetadas por los gobernantes que vayan sucediéndose, al menos cada 25 años.
La responsabilidad de que se produzca un incendio no sólo es de los ganaderos
Sería ingrato por mi parte y por parte de la Asociación Forestal de Navarra (Foresna-Zurgaia) no dejar constancia del gran esfuerzo que desde el actual Gobierno se ha hecho por aprobar el Plan de Desarrollo Rural (PDR 2014-2020), y lanzar la campaña que está a punto de salir en lo que se refiere a ayudas a trabajos forestales de Entidades Locales y propietarios particulares, así como la de ayudas a las industrias forestales.
Veremos en breve en qué condiciones salen las campañas, la acogida que tienen estas ayudas y si son atractivas para motivar y entusiasmar a unos propietarios que están ya cansados de invertir dinero en sus montes para una dudosa rentabilidad, donde las enfermedades, plagas, incendios, vientos y otras causas naturales juegan en su contra.
Con la esperanza de que el fuego no sea el indicador de la salud de nuestros montes, que no sea el chivato de la no gestión forestal, y que no sea el que recuerde a los medios de comunicación que en el bosque hay más noticias que las trágicas y negativas, con esta esperanza me adentro en la espesura del nuevo año a estrenar.
Juan Miguel Villarroel García
Ingeniero de Montes
Gerente de la ASOCIACIÓN FORESTAL DE NAVARRA
(La Asociación Forestal de Navarra, FORESNA-ZURGAIA, es miembro de COSE -Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España- desde hace casi 20 años)
Muy bueno. Totalmente de acuerdo. Unido tambien a la necesidad de fomentar el uso de la madera y con ello permitir que el dinero de esa actividad se refleje en una inversión en el cuidado de los montes y el no abandono.