Jesús Garzón, Presidente de la asociación Trashumancia y Naturaleza cree en la importancia de la recuperación de la ganadería extensiva para recobrar el paisaje y la actividad en el medio rural, prevenir activamente los incendios forestales y generar empleo.
“La situación actual de nuestro paisaje, montes y bosques es la consecuencia de una evolución de mucho tiempo. Hace aproximadamente 20 millones de años surgió una gran diversidad de grandes herbívoros – sobre todo bóvidos, lo que más tenemos ahora en España- que modelaron los paisajes, seleccionaron la vegetación, abonaron y estercolaron nuestros campos y montes.
Tras la glaciación, hace unos 12.000 años, la Península Ibérica, que se había convertido en un refugio climático durante toda la época glaciar, iniciaba su recuperación, y la salida para los animales era el gran Corredor que constituía el actual País Vasco. Gran parte de la gran fauna y la flora ibérica europeas quedó refugiada en España y Portugal. Por ejemplo, se supone que el pino silvestre que reina en Siberia procede de la Serranía de Cuenca.
El papel de los animales
Los herbívoros, hoy en día sólo representados por la ganadería doméstica, han jugado durante miles de años un papel fundamental en la selección y conservación de los bosques europeos.
Cumplimos ahora casi 10.000 años de la primera domesticación de animales como ovejas, cabras o vacas en el Medio Oriente. Pues bien, desde hace unos 8.000 años España comenzó a jugar un papel muy importante en el desarrollo de esta ganadería. Las leyendas de los griegos ya hablaban de Hispania como una fuente inagotable de animales como bueyes, caballos, rápidas yeguas y, sobre todo, ovejas de lana fina y merinas, que fueron monopolio español hasta la Guerra de Independencia.
La evolución conjunta de la ganadería, bosques y montes ha hecho que nuestros pastizales sean hoy los más ricos de planeta. En ningún otro sitio del mundo existen cuarenta especies de flores por metro cuadrado de terreno. La biodiversidad española, con más de un 30 por ciento de las especies y más de 100.000 taxones, aún se halla en un punto álgido de la biodiversidad en el Viejo Continente.
Tiempo de cambio
Todo ello en el marco de un cambio climático profundo y evidente. Los especialistas calculan que las temperaturas van a subir aproximadamente cuatro grados de aquí a fin de siglo. Mientras la población crece y se requieren alimentos, el clima cambia y ello supone sequía, menos disponibilidad de agua, tormentas agresivas con el suelo y los bosques, más incendios, y menos recursos alimenticios.
Aquí encaja precisamente algo en lo que llevo trabajando veinte años: El desarrollo de la ganadería extensiva, y sobre todo trashumante, como alternativa al desarrollo y a la necesidad de generar empleo de una forma rápida, económica, que contribuya también a la conservación de la inmensa biodiversidad de fauna salvaje, flora y bosques.
La evolución conjunta de la ganadería, bosques y montes ha hecho que nuestros pastizales sean hoy los más ricos de planeta
La trashumancia, una opción
Los bosques en España han sido siempre ganaderos. Somos prácticamente el único país del mundo con clima mediterráneo a nivel de gran superficie; inviernos suaves y lluviosos, y veranos muy secos y muy cálidos, lo que hace que haya abundancia de pastos en invierno en las zonas bajas de las vegas, valles y costas, mientras que en verano se halla en las cumbres de las montañas que estuvieron nevadas durante el invierno.
La consecuencia es que se desarrollara en nuestro país una gran trashumancia de hasta 4 ó 5 millones de ovejas moviéndose 2 veces al año entre el Norte y el Sur de la Península.
Citando lo que decía hace 50 años Pedro Monserrat, la función que cumple este ganado en el monte y en el bosque es la siega con sus dientes. Al tratarse de muchas cabeza de ganado, es una siega muy uniforme, y el matorral y la hierba quedan muy reducidos en cuanto a materia combustible.
En segundo lugar: el ganado abona y estercola, y eso es fundamental. Cualquiera que tenga un trozo de césped en casa sabe que hay que segar y estercolar con frecuencia. Cada oveja produce diariamente entre 3 y 5 kilos de estiércol y cada cabra, algo parecido. Si hablamos de un rebaño de mil cabezas, aporta diariamente al terreno 5 toneladas de estiércol o abono, algo que es importantísimo frente a la erosión. De manera gratuita, el ganado, manejado por el hombre, puede en muy pocos días devolver la fertilidad al terreno, con un abono que también es un sumidero de carbono, agua, etc.
El hecho de que las pezuñas de animales como las ovejas vayan clavándose en el suelo hace que las semillas queden incorporadas al estiércol y que la capacidad de regeneración de la vegetación sea altísima. Un factor importantísimo que no es tenido en cuenta habitualmente en la lucha contra los incendios.
Nuestra vegetación es básicamente es esclerófila, es decir, hojas duras que si no se destruyen con el pisoteo de ganado perduran durante años y años. Ahí entran desde el hayedo hasta el roble, la encina, el olivo o el alcornoque. Pues bien, ese pisoteo del ganado incorporando materia orgánica al suelo, evitando también la erosión, es importantísimo.
En acción
En 1992, coincidiendo con la Cumbre de Rio de Janeiro, fundamos la Asociación ‘Concejo de la Mesta’ para recuperar la trashumancia andando. ¿Por qué andando? Porque en camión o tren, como se hacía antes o como se hace ahora, sólo dura un día. En cambio, andando necesitas un mes o cinco semanas.
Debido a la Política Agraria Comunitaria hemos perdido en los 10 últimos años unos 7 millones de cabezas de ganado, y hay que pensar que cada 500 ovejas generan 2 ó 3 puestos de trabajo para una familia. Por ello, si recuperamos hasta el 2020 en torno a 3 ó 4 millones de cabezas trashumantes, estaríamos generando unos 5.000 puestos de trabajo de familias jóvenes.
En estos 20 años no hemos tenido casi ayudas de ningún tipo y ha habido que trabajar en condiciones bastante precarias, pero gracias a nuestro proyecto se han movido 200.000 cabezas a lo largo de 50.000 kilómetros de vías pecuarias, recuperando interesantísimos corredores ecológicos. Hemos pastoreado 600.000 hectáreas de terreno y aportado al suelo 60.000 millones de semillas y 50.000 toneladas de abono.
Los rebaños trashumantes son fundamentales para conservar la biodiversidad en España puesto que las plantas que son transportadas por los grandes trashumantes van a encontrar diferentes y nuevos nichos para sobrevivir a los largo de las distintas rutas o zonas, que sólo se pueden conservar gracias a la actividad de la trashumancia”.