Los recursos públicos deben ir destinados a financiar bienes públicos. Lo reconoce abiertamente la Unión Europea. Y los bienes públicos no sólo los producen las administraciones públicas, sino también los agentes privados. En el mundo forestal, esta realidad es evidente; calidad y cantidad de agua, paisaje, mitigación cambio climático, freno de la erosión, sumideros de carbono, regulación del clima, biodiversidad.
En este escenario, los propietarios particulares de montes aspiran a ver compensados los beneficios que hoy regalan a la sociedad, mediante el pago por servicios ambientales para poderlos ofertar en cantidad y calidad óptimas.
La Confederación de Selvicultores de España anima la cooperación entre entidades locales (Grupos de Acción Local-GAL) y asociaciones forestales para un eficaz desarrollo territorial
“Los selvicultores hacemos cada vez más cosas, y debemos aprovechar los fondos que las Administraciones ponen a nuestra disposición para llevarlas a cabo”, ha dicho Francisco Carreño en una jornada que, bajo el paraguas de Red Rural Nacional se celebró recientemente en el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medioambiente, quien a continuación enumeró las herramientas que los selvicultores tienen para acercarse a la sociedad e integrarse con otros sectores de la economía del medio rural, como son:
- Formación y educación. Reconducir la percepción sobre la ordenación y gestión del territorio.
- Promoción del empleo y organización de servicios de apoyo. Fomento del asociacionismo.
- Promoción y difusión de cada zona. Dar a conocer buenas prácticas de Gestión Forestal Sostenible.
- Elaboración de estudios e investigación con planes estratégicos para desarrollarlos.
- Gestión de programas de desarrollo para cada comarca con carácter integral.
El Presidente de COSE considera que “los propietarios forestales privados también pueden encontrar sinergias con los grupos de acción local”, pero echa en falta la “escasa participación, la falta de interlocutores que tengan una visión integral y el poco interés por nuestra labor desde las administraciones a la hora de comunicar lo que hacemos”, aunque teóricamente “tenemos herramientas y medios para acercar y conducir recursos al territorio rural que irá a más”. Estamos en un momento muy interesante donde crece la demanda de estos bienes y servicios, es ahora cuando hay que preparar los espacios forestales.
“¿Tiene sentido que los fondos que tienen las administraciones para cumplir la función de redistribución territorial de la renta no lleguen a sus destinatarios y finalmente se queden en financiar obras y servicios a través de los Programas de Desarrollo Rural del FEADER que no fijan población? -se preguntaba Francisco Carreño-, cuesta mucho transmitir al propietario que haga algo por mejorar la gestión de su propiedad sin ningún tipo de apoyo ni reconocimiento detrás”.
Entre otras acciones, las asociaciones de propietarios de montes podrían acometer proyectos de fomento de la gestión forestal sostenible, formación en torno al desarrollo de modelos de integración de la gestión, información y formación sobre la capacidad de producción de biomasa forestal, trazar itinerarios agroforestales en fincas privadas, señalización de recursos forestales en las misma, elaboración de manuales, transmitir el conocimiento, la conservación y la mejora del patrimonio natural, etc… “muchas de ellas no se han consumado, al no conocer las buenas prácticas y la posibilidad de trabajar en red, a través de los Proyectos de Cooperación”, apuntó. “Hay que iniciar nuevas líneas de trabajo y darnos a conocer a través de los proyectos de Cooperación y las visitas para enseñar las buenas prácticas en el sector”.
Durante la jornada, José Luis Peralta y Jorge Rodríguez de la SG de Programación y Coordinación del MAGRAMA, animaron a los asistentes a “hacer cosas en común y cofinanciarlas”, teniendo en cuenta que, en lo sucesivo, existe la obligación de destinar al menos un 30% de las ayudas a fines ambientales. Entre otros, existen fondos europeos para la prevención de incendios, la restauración del monte, la transformación, movilización y comercialización de productos forestales (de cara a incrementar su valor), para el asociacionismo y para llevar a cabo servicios silvoambientales y climáticos, entre otros destinos.
Con todo, Francisco Carreño insistió en la “obligación moral” de generar objetivos y proyectos, trabajando en red. “Las asociaciones forestales somos un aliado fiel de la Administración -concluyó-, somos su interlocutor y colaborador válido”.
VOLVER A LA VISION DEL TERRITORIO
Representantes de REDER y REDR, afirmaron que los Programas LEADER “podrían ser instrumento de apoyo a iniciativas forestales” pues “no han recibido la atención debida a un grave problema como es el abandono de estos espacios y su repercusión como habitat de biodiversidad y generación de empleo y riqueza”.
“No hablemos de desarrollo rural, sino de desarrollo territorial -afirmaron-. Las políticas se han de aplicar sobre la totalidad del territorio”.
Guillermo Fernández Centeno, SG de Silvicultura y Montes en el MAGRAMA, destacó en su intervención la importancia de las masas forestales y de la actividad forestal en la economía local y territorial, “lo cual puede generar empleo, fijación de la población y desarrollo local”, remarcó.