“La hermeticidad es una de las claves del edificio pasivo”, incidió Gorka Elorza Echebarria, Director de Arquitectura Biopasiva BARANSU, en Egurtek 2018, durante una charla sobre las prestaciones que aporta la madera a la realización de edificios con consumo energético mínimo. “Nosotros hacemos edificios que prácticamente no precisan calefacción ni aire acondicionado, y construimos con materiales naturales”.
El ponente hizo hincapié en la necesidad de “dejar atrás tabús” sobre la construcción con madera. “La madera te permite hacer cualquier tipo de diseño y de edificio, con unas condiciones de eficiencia energética que en general son muy superiores a las de la construcción tradicional”, afirmó Gorka Elorza con ejemplos como la casa que acaban de terminar en Vitoria y que han construido en su totalidad con entramado ligero y con aislamientos realizados con fibra de madera y un acabado exterior hecho con tableros que también incorporan fibra de madera. Se trata de una casa “totalmente ecológica -explica- que transpora, con unas transmitancias insuperables en una construcción tradicional”. Al estar construida en base a un sistema industrializado, pese a ser pasiva y levantarse con materiales naturales “no se disparan los costes de construcción”.
Se trata de conseguir también edificios que “sean saludables para las personas que van a vivir y amables con el medio pero, sobre todo, prácticamente de consumo nulo y certificados”, apostilló.
En su exposición, Elorza relató cómo el cliente que elige vivir en un domicilio construido por BARANSU gastará al año un mínimo tanto en calefacción como en aire acondicionado con un uso normal de la vivienda, entre 150 y 200 euros por temporada, y aseguró que “son datos reales”.
En cuanto a cuándo se puede considerar que un edificio tiene un consumo energético casi nulo, para este arquitecto es aquel que tiene una demanda energética de calefacción o refrigeración inferior a 15 kw/h por metro cuadrado al año. “Esto se consigue -dice- con un súper aislamiento térmico que ha de pasar por paredes, cubiertas y forjados, usar unas buenas ventanas, rotura de puentes térmicos, y con estanqueidad y hermeticidad para evitar infiltraciones de aire, mediante láminas selladas; todo ello con una correcta ventilación”.
“La madera en sí es un material con muy buena capacidad de aislamiento -prosiguió Elorza-. Ahora bien, lograr la hermeticidad es lo más complejo de conseguir en una casa de madera, ya que presenta muchas juntas y uniones que hay que saber tratar de manera específica y resolver”.
Salvado este paso, “con hermeticidad y una ventilación controlada se reducen las pérdidas de aire en un porcentaje muy importante». Desde el punto de vista de la salud también todo son ventajas porque “el aire que entra del exterior está totalmente controlado y limpio y, al no parar la máquina, estamos continuamente ventilando la vivienda, renovando el aire, al precio de dos o tres euros al mes”. Se trata de un sistema de ventilación que “no cesa nunca”; el aire entra y sale por medio de conducciones y tuberías, y está activo mañana, tarde y noche, hasta en vacaciones, concluyó el ponente. “Además, es posible reducir al mínimo la velocidad del ventilador cuando uno no está en la vivienda durante un tiempo”.
Otros ejemplos de viviendas construidas por BARANSU están en Berrikano (Álava) y en Boadilla del Monte (Madrid); en ambos casos con materiales naturales y acabados con pinturas ecológicas.
«La hermeticidad es una de las claves del edificio pasivo»… en el norte de España y resto de zonas frías.
Un principio básico, tradicional, de funcionamiento energético auténticamente pasivo en el sur, siempre ha sido el de ventilar por la noche y cerrar cuando comienza a apretar el calor, incluso oscureciendo las estancias a oeste donde el soleamiento predominante es el de la tarde, el más desfavorable en verano.
Y en los inviernos benignos de estos climas, justo al revés, aprovechar los hasta 20-21º del mediodía de algunas jornadas para airear intercambiando el frío nocturno, no más de una hora, lo justo para templar el ambiente.
Como técnico y como usuario es cada vez más traumático el olvido de los climas cálidos en la legislación constructiva.
Parece que solo existe una «manera de ser» pasivo, la de Alemania o el frío London. Y sin embargo social y emocionalmente todas las estadísticas abundan en lo mismo: como dice Rafaela Carrá, para hacer bien el amor hay que venir al sur…