Villoria es un pequeño municipio asturiano de 962 habitantes donde podemos encontrar a Raúl, un artesano que, como el mismo dice, “vivo de la madera pero no de la madreña”. Dejando claro que este tradicional oficio asturiano hoy en día no deja muchos beneficios. “La madreña es un vicio del que no puedes parar, pero no te da para vivir”.
Las madreñas son zapatos tradicionales asturianos que se elaboran a partir de una sola pieza de madera. Su origen se debe a que permitían andar sin llenarse los pies de barro cuando los caminos estaban sin asfaltar. Por esa razón, tradicionalmente llevaban clavos aunque ahora también se diseñan sin ellos porque pueden resbalar debido al contacto con el hormigón o las baldosas de las calles.
Raúl comenzó en el oficio gracias a que su abuelo era madreñero. “El tema de aprender el oficio fue poco a poco. Tu abuelo está trabajando te va dejando las herramientas y así vas mejorando hasta que un día conseguí hacer mis propias madreñas”, explica. En su casa tiene un taller con máquinas antiguas donde elabora las madreñas sobre todo con madera de abedul.
Este artesano asturiano trabaja en el sector de la madera y también hace en su taller otras cosas como castañuelas. “La madera me gusta, es mi pasión. Trabajando en ella se me pasa el tiempo muy rápido, muchas veces me olvido hasta de comer”, reconoce.
En cuanto a las madreñas, Raúl cuenta que este calzado tradicional de Asturias también era muy utilizado por sus características en la provincia de León. “Antaño, la mayor parte de las madreñas se vendían en León y se cambiaban por grano porque el grano escaseaba en Asturias y abundaba en León y entonces hacían un poco de trueque”.
Este asturiano reconoce que muchas veces le da pena cuando vende unas madreñas. “Hacer unas madreñas lleva mucho trabajo y mucho tiempo, no es un trabajo de un día, por lo al final las coges cariño y muchas veces te da pena venderlas”, señala, para concluir que “ser artesano no es ser antiguo ni poco moderno, también puedes hacer cosas con las manos muy innovadoras”.
Un pueblo que siempre ha tenido mucha tradición de madroñeros ha sido Somiedo, también en Asturias. En este pequeño municipio llegó a haber unos 60 madreñeros, lo que respondía a dos o tres por familia. “Las madreñas han dado de comer en la zona antes a muchas familias. Las vendíamos el par por 12 pesetas”, recuerda José, quien aún, hoy en día, sigue haciendo este tipo de calzado típico en Asturias.
José comenzó en el oficio guiado por una tradición familiar, ya que también lo ejercieron su bisabuelo, abuelo y padre, “aquí casi todos trabajaban en ello, había muchas familias viviendo de ello”.
La madreña puede hacerse con madera varios tipos como el abedul, castaño o nogal, entre otras. Los primero que se hace es dar la forma al tronco elegido y, a partir de ahí, comienza un laborioso proceso para hacer estas verdaderas obras de arte.