por

La madera y la eficiencia energética, el diseño y el cumplimiento del CTE

Si hasta hace muy poco tiempo el objetivo del proyecto y la construcción de edificios se centraba en garantizar la obtención de la habitabilidad, la actual demanda de sostenibilidad exige añadir la consideración de los recursos empleados para obtenerla.

Dicho de otra manera, se requiere eficiencia más que eficacia, eficiencia que se puede definir como la relación entre la habitabilidad conseguida y el impacto ambiental causado para obtenerla. Así se expresó Fabián López, Arquitecto, Máster en edificación, Formador del IDEA, el COAC y el CAATEEB en análisis y certificación energética y Responsable del área de Energía de la Asesoría Ambiental de Societat Orgànica, en el 3er Impulso Proholz, celebrado el pasado mes de mayo en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés.

 

El ponente hizo especial énfasis en las posibilidades que tiene el proyectista para el cumplimiento de las exigencias normativas y reducción de la demanda desde el diseño con madera.

 

Eficiencia energética

 

La eficiencia energética se basa en la mínima utilización de recursos energéticos para garantizar las condiciones de habitabilidad asociadas al uso del edificio. El objetivo de eficiencia requiere necesariamente de la definición de una estrategia de proyecto basada fundamentalmente en la reducción de la demanda de energía a emplear, la máxima eficiencia en los sistemas que cubren dicha demanda y por último una óptima gestión del uso de la energía en el edificio.

 

«La estrategia mencionada parte desde el proyecto y para su definición, el arquitecto necesita conocer las variables sobre las que debe intervenir, las limitaciones que la normativa le pueda imponer y las oportunidades de actuación que surgen del conocimiento de las técnicas constructivas, la naturaleza de los materiales y la interpretación de los fenómenos físicos que tienen lugar», explicó Fabián López en el Impulso Proholz.

 

Su ponencia repasó las posibilidades de definición de la estrategia de eficiencia estudiando en primer lugar las posibilidades de reducir la demanda desde el aprovechamiento de las condiciones locales, mediante soluciones «pasivas» para, a continuación, estudiar los condicionantes de diseño establecidos en la normativa de referencia para las circunstancias climatológicas de las diferentes zonas climáticas del país.

 

La eficiencia energética es eficiencia en la gestión de los recursos energéticos y, en concreto, de su consumo: utilizar los mínimos recursos para ofrecer una prestación.

 

Con tres objetivos:

 

• reducir la demanda (necesitar menos)

• aumentar la eficiencia de los sistemas (que cubren las demandas)

• optimizar la gestión

 

Reducir la demanda energética significa el aprovechamiento de las condiciones locales, lo que ofrece el entorno, como cantera de los recursos, y con el sol como batería principal.

 

El objetivo es intentar jugar con ello, desde la arquitectura:

 

– Es esencial controlar la intensidad de la irradiación solar, según la orientación.

– Análisis del clima local. El arquitecto que proyecta el edificio debería de tratar de situar a sus ocupantes en la denominada zona de confort, teniendo en cuenta las condiciones y reglas de juego del clima. Combinando todos sus elementos pasivos, el proyectista puede, desde la arquitectura, realizar un edificio óptimo.

– Importa la forma del edificio, la cantidad de cerramiento.

– También la cantidad y disposición de la masa; jugando con el retardo (de la temperatura interior respecto a la temperatura exterior) y la amortiguación (la variación interior de temperatura no es tan grande como la variación exterior). Aquí hay oportunidad de elegir materiales. Cada material y cada solución tiene sus fortalezas y debilidades.

– Es posible aprovechar inercias existentes.

– Los elementos de captación, acumulación y distribución también ofrecen posibilidades al arquitecto.

– La luz natural es otro de los argumentos de aprovechamiento de las condiciones locales.

– Así como el viento, que ofrece posibilidades de evitar sistemas de refrigeración (es posible hacerlo correr por el edificio). Existen estrategias de ventilación natural.

– La protección solar. Queremos necesitar poco. Así, deberíamos de evitar o amortiguar lo que nos molesta. Anticipémonos. Intentemos contener un problema.

– El aislamiento térmico es un complemento adonde no llega la arquitectura. Hay que dosificarlo, entendiendo el clima. Sin bloquear las demás estrategias térmicas del edificio. Y controlando pérdidas de calor, eliminando los puentes térmicos que se generan con los encuentros de los elementos (generan condensaciones, desproporciones en el equilibrio térmico).

 

En resumen: Aumentar la eficiencia de los sistemas. Seleccionarlos bien. Deberían de estar relacionados con la estrategia global.

 

Según Fabián López, la arquitectura del siglo XXI retoma el discurso de la orientación, los materiales y las condiciones del entorno para alcanzar el confort y la habitabilidad. La formidable tecnología del siglo XX nos ha enseñado que no todo es válido porque, entre otras cosas, escasean los recursos, la energía es cara y estamos dañando al medio ambiente.

 

Atendamos pues a las condiciones de ocupación y funcionamiento, la arquitectura (estrategia pasiva) y los sistemas (estrategia activa). Y todas ellas en coherencia y en función del clima, en pos de la eficiencia.

 

Un modelo de gestión

 

Recuperar el calor y proveer de aire fresco son variables de gran importancia en un edificio. Dependiendo del clima y de la época del año. Igual sucede con la iluminación: es deseable que el edificio aproveche y distribuya los recursos, dando el máximo a la luz natural y el mínimo a la artificial.

 

En este escenario, se incorporan las energías renovables (solar térmica, solar fotovoltaica, etc.), adecuando el recurso a las necesidades del edificio, la integración arquitectónica y un modelo de gestión.

 

Optimizar la gestión. El mejor edificio posible sobre el papel puede fallar en la vida real, con la factura en mano. Porque lo que verdaderamente importa es la gestión (recepción, control, seguimiento, mantenimiento). Cumpliendo las exigencias normativas y atendiendo las características de las diferentes zonas climáticas.

 

Diseño y construcción con madera como estrategia

 

La madera, de entrada, es aislante. Y juega con menores requerimientos de aislamiento. Cada material tiene asociado un comportamiento diferente (transmisión calórica, tiempos de inercia, etc.).

 

La madera, como recurso, nos ofrece:

 

• Balance de energía incorporada e impacto ambiental positivo respecto a otros materiales.

• Ligereza

• Responde a las exigencias normativas

 

– elevado nivel de aislamiento

– eliminación de puentes térmicos

 

• Permite una construcción seca.

• Admite elementos reciclados.

• Material vivo que respira y transpira (equilibrio higroscópico con su entorno).

 

«La madera presenta enormes posibilidades para definir una estrategia adecuada de eficiencia energética -concluyó Fabián López-. Adicionalmente como material de construcción de origen biosférico, permite proyectar esta estrategia de eficiencia a todo el ciclo de vida de la edificación».

 

En conclusión:

 

Desde el proyecto, desde el diseño, se puede controlar:

 

• Máximo aprovechamiento de las condiciones locales.

• Estrategia conjunta desde la selección de los materiales, el sistema constructivo, sistemas activos, etc.

• Los sistemas activos se complementan y adaptan.

• Estrategias de diseño: el clima es una variable dinámica que requiere respuestas diferentes a lo largo del tiempo, especialmente en climas variables (mediterráneo, por ejemplo).

• De cada material, su mejor prestación.