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La RED ESTATAL DEL CASTAÑO es pesimista ante la evolución de la campaña

Convoca urgentemente al Ministerio de Agricultura para evaluar posibles contingencias.

Las organizaciones que integran la Red Estatal del Castaño acordaron en su asamblea anual de marzo continuar realizando una monitorización continua del estado del castaño productor de fruto en todas las regiones productoras de castaña en España.

Durante este verano 2023 y a pesar de las condiciones que preveían una posible recuperación de la producción, se ha observado el incremento de la presencia en las masas de castaño de un cóctel de patógenos, entre los que se encuentra la Gnomoniopsis smithogilvyi que se transmite al fruto y por consiguiente produce una pérdida en la producción de castaña al castañicultor, disminuyendo la cantidad de producto comercializado.

Esta afección, unida a la prolongada sequía de algunas áreas, la todavía falta de control total de la propia avispilla, atisba una nueva campaña pésima para el sector, con la consiguiente pérdida de ingresos para las decenas de miles de castañicultores, que lleva sufriendo pérdidas superiores al 60% varios años tras la irrupción de la avispilla en las áreas productoras hace ya hace 8 años.

La preocupación se ha ido incrementando tras los primeros datos de producción en las áreas más tempranas, lo que ha hecho activar la preocupación de las organizaciones sectoriales y solicitar este encuentro a los ministerios de Agricultura y de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, con objeto de disponer acciones que permitan minimizar el impacto de las pérdidas en las explotaciones de nuestros productores y en la industria asociada.

Además, cada organización regional realizará lo propio con las administraciones autonómicas competentes en materia de producción y comercialización agrícola y forestal.

LOS CASTAÑICULTORES, VALEDORES DE LA CONSERVACIÓN DEL CASTAÑO

El bosque de castaño es uno de los hábitats que está declarado de interés comunitario dentro de la directiva hábitat de la Unión Europea, y la pérdida que supone la propagación de plagas y enfermedades puede decirse que es una de las catástrofes ambientales y económicas ligadas al medio natural más importante de los últimos tiempos.

Desde la Red Estatal se ha hecho especial hincapié en que la avispilla y las enfermedades asociadas al hábitat supone una afección importante, no solo para el castaño sino para el resto de especies presentes en el sistema ecológico, causando desplazamientos y desequilibrios para el resto de especies presentes, así como podría llegar a causar la pérdida y desaparición del castaño en el ámbito biogeográfico mediterráneo, donde el castaño está ya afectado por otras enfermedades y plagas muy graves, como la avispilla, el chancro y la tinta.

El castaño, que actualmente ocupa una superficie superior a las 300.000 ha en nuestro país, es una de las especies cuyo aprovechamiento más recursos genera en las áreas donde está presente, siendo su gestión y aprovechamiento la mejor y única garantía para su conservación. La prolongación de estas afecciones puede provocar el abandono en la gestión del castaño en las estaciones menos favorables para el mismo y motiva, por tanto, su desaparición.

Además, la recogida y comercialización de la castaña, es una de las actividades que más beneficio reporta para los habitantes de las zonas productoras, gracias a la venta del producto en fresco y a la importante industria transformadora dependiente del mismo, y que tanto empleo genera.

Por tanto, la pérdida de producción de castaña puede representar a nivel nacional unas pérdidas añadidas a la economía del medio rural superior a los 600 millones de euros, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo y de generación de rentas en el medio rural  de nuestro país, algo imperdonable en el estado actual de nuestra economía y de la despoblación de las áreas rurales.

Desde la Red Estatal del Castaño, se ha recordado que la responsabilidad en la conservación de los castañares ibéricos no solo es de los productores de castaña y de los propietarios forestales, sino también, es responsabilidad de las administraciones públicas, como hábitat de interés comunitario y por los beneficios  que para la sociedad en su conjunto generan.