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Los bosques son nuestro futuro de vida

Este domingo, día 21 de marzo, es el Día Internacional de los Bosques.

Sus funciones reguladoras del ciclo del agua, su papel crucial en la lucha contra el cambio climático, su capacidad como reserva de biodiversidad de animales y plantas, su servicio como fijadores de tierra evitando la erosión y la desertización, su defensa de cabeceras de ríos, embalses y poblaciones humanas frente a riadas y catástrofes naturales, su producción de materias primas naturales y renovables como la madera, la biomasa forestal, el corcho y otros productos naturales, hacen del bosque el mejor aliado del ser humano por hacer de la Tierra un lugar habitable. Ninguno de estos servicios ambientales de los bosques es nuevo, pero esta crisis climática está sirviendo para poner más el foco en ellos.

Pero todos estos beneficios directos e indirectos que nos proporcionan los bosques pueden estar en peligro por diversos factores, actuaciones y circunstancias. Las tres principales amenazas que se ciernen sobre los bosques españoles son el abandono rural, la falta de gestión forestal y el cambio climático que traen consigo pérdida de gestión del territorio, pérdida de biodiversidad, de cultura tradicional y de posibilidades de desarrollo para nuestro país.

En el Día Internacional de los Bosques, el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural quiere recordar y reconocer la importancia de los bosques para la vida en el planeta en un momento tan delicado como el que estamos viviendo en el que los entornos naturales juegan un papel fundamental en el turismo y ocio español, pues no solo tienen un alto valor paisajístico, sino que ayudan a promover la salud y prevenir las enfermedades

El cambio climático está acelerando el deterioro de los bosques españoles y debemos actuar a la mayor brevedad para no llegar a una situación irreversible. Por ello, en el día internacional de los bosques, queremos reivindicar la importancia de tienen nuestros bosques como sumideros de carbono y reiterar la necesidad de trabajar para evitar su deforestación y degradación.

El papel del sector forestal ante esta emergencia climática es decisivo. Los bosques, y en general los terrenos forestales, aunque estén desarbolados, son sumideros netos de carbono. Una correcta gestión sostenible de los mismos puede ayudar a reducir la presencia de CO2 en la atmósfera, a fijar más carbono y a mitigar los efectos nocivos del cambio climático. No olvidemos que la madera, principal producto económico de los bosques, almacena el carbono durante siglos cuando se utiliza en construcciones, en libros, arte o productos de consumo diario.

El cambio climático ya está provocando movimientos de numerosas especies de flora y fauna a lo largo y ancho de la Tierra en el mejor de los casos. También ha provocado o provocará la extinción de las más sensibles a cualquier cambio que se produzca en sus hábitats. Por tanto se hace necesario, entre otras medidas, una estrategia común y global en la gestión forestal para cuidar y perpetuar nuestras masas forestales y proteger así nuestros bosques; un patrimonio que pertenece a las futuras generaciones de seres vivos que los habiten y que todos nosotros debemos comprometernos y responsabilizarnos para que este objetivo se consiga. Para ello es imprescindible su gestión y contar con el conocimiento de los profesionales e ingenieros forestales que velen por su salubridad y diversidad.

Las tres principales amenazas que se ciernen sobre los bosques españoles son el abandono rural, la falta de gestión forestal y el cambio climático que traen consigo pérdida de gestión del territorio, pérdida de biodiversidad, de cultura tradicional y de posibilidades de desarrollo para nuestro país

En la actualidad nuestros bosques compensan el 20% de las emisiones de CO2 (que a su vez supone tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero). Mantener unos montes en buen estado contribuye claramente a mantener la capacidad de la naturaleza para mitigar los efectos negativos del cambio climático, siendo mucho más rentable que sustituir esos servicios perdidos por soluciones tecnológicas humanas mucho más costosas y menos sostenibles a largo plazo. Recordemos que en la Hoja de Ruta 2050 de la UE se indica que antes de llegar a ese año se tienen que reducir sus emisiones un 80% por debajo de los niveles de 1990, a través de reducciones domésticas; también se establecen hitos intermedios (reducciones del orden del 40 % en 2030 y 60% en 2040). Se trata de grandes esfuerzos de descarbonización de la economía, donde los bosques deben contribuir de forma contundente con su potencial de secuestro.

Los trabajos de manejo de las masas forestales, como la selvicultura del carbono o la selvicultura adaptativa, se han convertido en tareas fundamentales para hacer frente al nuevo escenario de cambio climático, caracterizado en la Península Ibérica por un incremento de las temperaturas y episodios climatológicos extraordinarios más intensos y recurrentes, así como una reducción acusada de las precipitaciones y un incremento de su irregularidad. En la región mediterránea los incendios forestales son un riesgo muy importante, que se está viendo incrementado a consecuencia del cambio climático. El fuego libera de forma súbita a la atmósfera todo el carbono secuestrado por la vegetación, y además impide el secuestro por la vegetación viva. Es importante no solo mantener sino redoblar los esfuerzos en prevención y extinción, y además prestar más atención a la recuperación de los terrenos quemados, para volver a lograr sumideros de carbono funcionales, como era la vegetación perdida.

Todo eso exige inversión. En el caso del sector forestal, ha sido siempre “el patito feo” de nuestra economía, un sector que aporta innumerables servicios, muchos de ellos esenciales para la vida, pero del que solo valoramos a duras penas los bienes materiales. Es hora de fijarnos en nuestros montes, y en ser conscientes de todo lo que nos aportan. Hemos necesitado una crisis sanitaria para entender la necesidad de un sistema fuerte de salud; no esperemos a sufrir una crisis climática tan dura como la sanitaria para aprender a valorar nuestros bosques.

La importancia teórica que se le da a los bosques por su carácter multifuncional choca con la escasa atención presupuestaria que reciben, solo como medidas de acompañamiento al desarrollo rural

La gestión forestal sostenible y el empleo de las ciencias forestales aplicadas en la conservación de nuestros más valiosos espacios naturales suponen la mejor solución para muchos de nuestros retos y objetivos. La superficie forestal en España ocupa más de la mitad del territorio nacional y todo lo que aporta al conjunto de la sociedad entraña uno de los pilares de su desarrollo y bienestar.

Es responsabilidad de las Administraciones públicas el mantenimiento y conservación de nuestro medio natural que garantice servicios básicos para la vida como el oxígeno, agua, recursos naturales renovables y biodiversidad. Una mayor inversión en nuestras áreas forestales, supone además la creación de un importante número de empleos directos en áreas especialmente sensibles donde precisamente ahora se va a vivir una situación nefasta tanto en lo social como en lo económico. Un estudio de la asociación Distrito Forestal cifra en 1.000 millones de euros anuales la cantidad mínima necesaria para realizar la ordenación y gestión selvícola que necesitan los montes españoles. Es una cifra irrisoria comparada con las que se manejan para el Plan Verde Europeo, el plan Next Generation e incluso los 391.000 millones de euros de presupuesto de la PAC 2021-2027.

En esto tiempos se abre una nueva oportunidad para invertir en gestión forestal sostenible que posibilite el progreso y bienestar de nuestros pueblos abandonados. La pandemia que ahora sufrimos delata la gran vulnerabilidad del mundo urbano frente al rural y un serio aviso que nos alerta de que algo estamos haciendo mal.

Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural