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La subida de costes de las materias primas pone en jaque a la industria del barniz

La sensación de que la crisis económica había tocado fondo ha generado maniobras especulativas sobre las materias primas inherentes a la producción de barniz.

 

Los países emergentes consumen más materias primas derivadas del petróleo para alimentar su crecimiento y el cierre de algunas plantas de producción ha reducido la oferta, creando las condiciones óptimas para los especuladores quienes, por ejemplo, desplazan las ventas de acetona a otros mercados que no son los habituales.

 

 

En realidad, la recuperación económica está lejana. Sólo se ha frenado la dinámica de recesión, lo que llevó a los proveedores españoles de bienes de equipo (instalaciones y maquinaria de lijado y barnizado, sistemas de filtración y depuración, etc.) a cerrar el 2009 con un descenso medio de la facturación de un 60%, mientras que los productores de bienes de consumo (barnices, disolventes, abrasivos, etc.) vieron reducida su facturación una media del 35%, según han informado a este periódico firmas de referencia del sector.

 

 

Los datos del primer cuatrimestre del 2010 reflejan un ligero crecimiento de las ventas (en torno al 5% en maquinaria y un 10% en los consumibles). Pero la inesperada escalada de los precios de las materias primas está erosionando inexorablemente los márgenes, que son la base de futuras inversiones y, en definitiva, del desarrollo del sector.

 

 

Los derivados del petróleo escasean o incrementan sus precios (los disolventes de poliuretano han crecido un 50% de abril de 2009 a abril de 2010). Según www.pulsionquimica.com, los precios de las materias primas de pinturas, barnices y tintas han absorbido en los primeros meses del año los encarecimientos de los derivados petroquímicos. Sus compras se rigen por una anarquía comercial, lo que impide planificar la producción y sus costes. Entretanto, el precio del acero también sube, lo que conlleva un fuerte aumento de los costes en los envases metálicos.

 

 

A todo ello hay que sumar la dificilísima situación financiera de las empresas. El retraso en los cobros afecta sobre todo a las estructuras más pequeñas, por no citar las insolvencias (según BBVA, el porcentaje de sociedades con algún tipo de impago ascendió el año pasado al 15,09%).

 

 

Quien pronosticaba un 2010 peor que el 2009 tenía mucha razón.

 

 

Frenados el sector inmobiliario y los proyectos de construcción, la producción de barniz se aferra al segmento de la reforma y la rehabilitación, que en España no termina de alcanzar los necesarios bonus fiscales, y a la industria del mueble, cuyos registros de exportación son todavía muy pobres (las ventas en el exterior cayeron en 2009 un 17,98%, según el IVEX).

 

 

Subida de precios inevitable

 

 

Las compañías de la industria del barniz continúan padeciendo retrasos en los cobros de las operaciones realizadas, mientras los índices de morosidad siguen aumentando y, lo que resulta más grave, persiste una acuciante falta de liquidez que convive con las restricciones crediticias ejecutadas por las entidades financieras. De momento, el aumento en la financiación, presuntamente facilitada a las empresas por el Instituto de Crédito Oficial (ICO), no se ha detectado.

 

 

El incremento de precios del barniz, dada la situación, llegará inevitablemente. Irrumpirá en un mercado doméstico con «encefalograma plano», que ni siquiera se plantea que se pueda nombrar la palabra «aumento».

 

 

Golpeará con mayor fuerza a los barnizadores. Y existe un temor fundado entre los fabricantes de barniz de que éstos no tengan margen financiero suficiente para gestionar su futuro.

 

 

En el sector, todos coinciden en que finalmente quedarán en la industria del mueble y la carpintería dos únicas categorías de barnizadores; aquellos que en estos años han sabido imponer un producto de calidad superior y aquellos que continuarán, como tienen por costumbre, ofreciendo un servicio caduco para resistir los bajos costes que les demandan sus clientes, eludiendo las normas ambientales y evadiendo al fisco, disfrutando del trabajo en negro, con la convicción de que el fin justifica los medios.