La importancia de formarse como carpintero de molinos

Manuel Rodríguez Sánchez podrá hacerlo gracias a la Beca Donald Gray.

Gracias a la Beca Donald Gray, Manuel Rodríguez Sánchez podrá formarse durante un periodo de cuatro meses con el maestro carpintero de molinos Vicente Casero. Tanto el aprendiz como el maestro recibirán apoyo económico durante el desarrollo de la formación.

Manuel es un carpintero de Consuegra que inició su trayectoria profesional como ebanista en varias empresas especializadas en la construcción de muebles. A principios de 2022 comenzó a trabajar en la restauración de algunos de los molinos de la zona de Puerto Lápice y se unió al Ayuntamiento de Toledo como carpintero, lo que marcó el inicio de una nueva etapa profesional. Manuel ha participado también en diversos cursos de carpintería histórica y de armar. Su trayectoria refleja su pasión por la carpintería y su predisposición a seguir aprendiendo y formándose en diversas técnicas y oficios de la construcción tradicional relacionados con la carpintería y la ebanistería.

Podrá formarse con Vicente Casero que es un maestro carpintero especializado en la restauración y en la construcción de los emblemáticos molinos de viento de la región de La Mancha. A lo largo de su extensa trayectoria ha conseguido recuperar un oficio que había caído en el olvido durante más de un siglo debido a la falta de continuidad entre la última generación de maestros constructores de molinos y las posteriores generaciones de carpinteros molineros.

Vicente comenzó su andadura profesional como alumno de la escuela-taller “El Pósito”, en la que se formó como carpintero. Continuó su formación en varios talleres de carpintería, hasta que pasó a formar parte de la escuela-taller “Molinos de Viento” de Campo de Criptana, en la que trabajó como monitor. Aquí tuvo la oportunidad de trabajar en la restauración del molino de viento “Sardinero”, del siglo XVI, uno de los únicos nueve molinos que se conservan en Castilla-La Mancha con maquinaria original. Esta experiencia le permitió adentrarse en el estudio de un oficio que en aquel momento –finales de los años noventa del siglo pasado–, como se ha señalado, se encontraba completamente extinto.

Uno de los rasgos distintivos que caracterizan a los molinos de La Mancha y los diferencian de otros ejemplos de la Península y de las islas, además de su gran tamaño, es la notable similitud que existe entre todos los molinos que han llegado hasta nuestros días. A pesar de que pudieran existir varios siglos de distancia entre la construcción de unos y otros, las medidas de los distintos elementos que se han conservado, así como la uniformidad de los distintos mecanismos, nos hablan de un sistema constructivo que, desde muy temprano, alcanzó un nivel de perfección que apenas requirió de mejoras o innovaciones a lo largo de los siglos posteriores. En contraposición con otros modelos de la época, en los que se introdujeron importantes avances tecnológicos, como la llamada vela latina, en los talleres de construcción de molinos de La Mancha se siguió una forma de construir muy arraigada y común a todos ellos en la que apenas se produjeron variaciones.

Vicente ha tenido el privilegio de trabajar en los nueve molinos de viento de La Mancha que aún conservan su maquinaria original. Esta experiencia le ha permitido estudiar minuciosamente estas estructuras y desentrañar las técnicas y los procesos que se emplearon en su construcción. Así, ha podido aplicar después estos conocimientos adquiridos a la construcción de molinos de nueva planta, con las mismas características que los originales y completamente operativos.

De esta manera, a lo largo de su extensa trayectoria como constructor y restaurador de molinos de viento, ha podido participar en la rehabilitación de la maquinaria del molino “Pechuga”, en El Romeral; en la rehabilitación del molino “La Unión“, en Camuñas; en la restauración del molino de “Ojos Negros”, en Teruel; en la restauración del molino “Zacarías”, en Los Yébenes; en la construcción de un molino de nueva planta con maquinaria funcional en la finca “La Jaraba”, en Villarrobledo; en la reproducción de una maquinaria de molienda para el Museo Quijote, en Ciudad Real; y en la realización de diversos trabajos de restauración en molinos emplazados en Consuegra, Campo de Criptana, Mota del Cuervo, Villamayor de Santiago, Quero, Viñuelas, y Moral de Calatrava. Una gran parte de los molinos en los que ha trabajado han sido declarados Bien de Interés Cultural (BIC).

La Beca Donald Gray fue convocada en el marco de los Premios Richard H. Driehaus de las Artes de la Construcción, convocados anualmente por la Fundación Culturas Constructivas Tradicionales gracias a Richard H. Driehaus y a la colaboración de INTBAU España, el Ministerio de Cultura y Deporte y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.