Una delegación encabezada por investigadores de Cesefor, técnicos del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, INIA, y responsables de la bodega Tomás Postigo y la tonelería Intona, han visitado diferentes masas de rebollares de Salamanca con el objetivo de determinar qué ejemplares son válidos para la obtención de barricas para crianza de vinos.
Este proyecto sobre la aptitud del uso de la madera de rebollo para la crianza de vinos se inició en el año 2003, encabezado por Cesefor, el INIA y la Universidad de Valladolid, y ha demostrado que los vinos criados en rebollo, tanto en barricas como con productos alternativos, son una opción real y de calidad frente al roble francés y americano, tradicionalmente utilizados.
Con el éxito de esta investigación se abren excelentes oportunidades para la madera de rebollo en el mercado enológico y para posicionar su madera en un lugar preferente y apreciado en el ámbito de la tonelería.
El rebollo (Quercus pirenaica, Wild.) es una especie de gran calidad, escasamente aprovechada y muy abundante en Castilla y León, con una extensión que alcanza setecientas mil hectáreas y los veinte millones de metros cúbicos en la región.