MADERAS RICO GONZALEZ sierra Pino Valsaín para carpintería, y madera de tronco y también reciclada para embalaje; para hacer taco y tabla. La empresa vallisoletana vende sus productos en toda España. Ultimamente se mueve de forma importante por Madrid, Murcia, Andalucía y, por proximidad, en toda Castilla y León.
MADERAS RICO GONZALEZ es un claro ejemplo de confianza en la marca WOOD-MIZER.
Recientemente, una sierra automática LT40 ha sustituido a la máquina manual LT15.
Asimismo, la empresa de Pedrajas de San Esteban ha incorporado afilador y triscador para las sierras. Todo ello se suma a una sierra HR115 y una canteadora EG 300 con láser y hoja móvil.
Con la LT40 corta troncos de Pino Valsaín. La precisión del corte y la calidad de la herramienta garantizan el máximo aprovechamiento de un material de alto valor. La canteadora está en línea con la LT40; cuando se corta el tronco, procede terminar cada tablón. Todo ello con dos operarios; uno al mando de la sierra y el otro canteando las piezas.
La sierra HR115 queda principalmente para elaborar toda la madera para embalaje.
La confianza de MADERAS RICO GONZALEZ en la tecnología de WOOD-MIZER y en el servicio de HERSAN no concluye aquí.
De cara al futuro, se proponen sustituir la triscadora manual por otra automática, lo cual les permitirá mantener la herramienta a punto en todo momento, siempre en las mejores condiciones, sin pérdida de tiempo.
Asimismo, Alvaro Rico y Alberto González, socios propietarios de esta joven empresa, proyectan incorporar una sierra múltiple para la tabla y automatizar mediante vías de rodillos las dos líneas de producción, buscando incrementar en un 30% el rendimiento de cada jornada de trabajo.
“Estamos produciendo aproximadamente un trailer de troncos cada dos días -explica Alvaro Rico-, y nuestro objetivo es que la LT40 no tenga que parar y alcanzar un ritmo de un camión diario; esto es, en torno a 12 metros cúbicos acabados”.
“Las máquinas han respondido absolutamente a las expectativas y a lo que HERSAN nos aconsejó y ofreció”, concluye Alberto González.